El uso del agua en la agricultura
El sector agrícola se enfrenta a numerosos problemas relacionados con el agua principalmente debido al cambio climático y al aumento de la demanda de agua. En este sentido, el crecimiento económico y demográfico son dos de las amenazas más grandes para el planeta. La agricultura de regadío supone hasta un 80% del consumo de agua en algunos países. Pero si el agua está en continua regeneración, ¿a qué nos referimos al hablar de una creciente escasez de agua?
El agua plantea retos globales
Gracias al ciclo del agua, el planeta no pierde ni una sola gota de H2O. Sin embargo, esto no quiere decir que sea un recurso infinito, a pesar de que la Tierra tenga una disponibilidad de agua de 1.386 millones de kilómetros cúbicos. De esta ingente cantidad de agua, apenas un 3% corresponde con agua dulce (unos 35 millones de kilómetros cúbicos). Es precisamente el agua dulce la que se utiliza principalmente para el consumo humano y para la agricultura de regadío.
La agricultura de regadío sigue siendo la mayor fuente de consumo hídrico del mundo. En parte esto se entiende porque en muchos países los agricultores no asumen el coste del agua que utilizan. El riego agrícola representa el 70% del uso de agua en todo el mundo, llegando al 80% en algunos países. Por esta razón, es importante integrar el uso humano del agua en el ciclo hidrológico natural. De esta manera, podremos diseñar modelos de uso hídrico que sean adecuados, eficaces, sostenibles y justos.
El bombeo intensivo de agua subterránea para riego agota los acuíferos y puede tener consecuencias ambientales desastrosas. Además, la agricultura sigue siendo una fuente importante de contaminación del agua. La escorrentía de fertilizantes agrícolas, el uso de plaguicidas y los efluentes del ganado contribuyen a la contaminación de las vías fluviales y subterráneas.
Sin agua no hay agricultura ni cultivos
La integridad de los ecosistemas y varios factores geológicos y climáticos determinan en gran medida la cantidad total de agua disponible en una cuenca fluvial. La agricultura de regadío afecta la cantidad de agua disponible para consumo humano de dos maneras:
En primer lugar, no toda el agua que se extrae directamente para la agricultura de regadío se utiliza en las granjas. Gran parte de este agua se pierde de camino a las granjas o simplemente se devuelve al medio ambiente como escorrentía de los campos. Parte de este agua acabará reponiendo las fuentes de agua subterráneas. Pero si el agua que se devuelve está contaminada por pesticidas, fertilizantes o sedimentos, entonces no es apta para otros usos.
Por otro lado, la agricultura de regadío causa efectos en la tierra que afectan la forma en que el agua se recolecta, almacena y libera al medio ambiente. La transformación de pastizales o bosques naturales en tierras de cultivo o plantaciones afecta la disponibilidad general de agua dulce.
Encontrar una solución al problema del agua
El cultivo del arroz, en particular, es un gran consumidor de agua: se usan unos 5.000 litros de agua para producir 1 kg de arroz. En comparación con otros cultivos, la producción de arroz es menos eficiente en la forma en que utiliza el agua. El trigo, por ejemplo, consume 4.000 m3 / ha, mientras que el arroz consume 7.650 m3 / ha.
Encontrar una solución para las consecuencias que ocasiona la agricultura de regadío pasa por cambiar por completo la forma en que se utiliza y recolecta el agua. Para ello, es importante modernizar las técnicas de riego que se utilizan en esta práctica milenaria. Una forma de hacerlo es utilizando fuentes no convencionales como el agua desalada o utilizando sistemas de trasvase. Sin embargo, estas opciones tienen grandes implicaciones tanto a nivel medioambiental, como en el plano social y económico.