El Corredor Seco es la superficie que va desde el norte de Centroamérica hasta el oeste de Panamá. Alberga cerca de 1.600 kilómetros de largo y hasta 400 kilómetros de ancho donde se encuentran las zonas costeras de Guatemala, Salvador, Honduras, Costa Rica y Panamá.
El 90% de la población de Centro América reside en zonas del Corredor Seco y son quienes sufren los fenómenos climatológicos más extremos del mundo derivados del cambio climático. Se trata de una zona boscosa tropical seca que ocupa un tercio de América Central cuyo clima se caracteriza por largos periodos de lluvias torrenciales seguidos de otros de sequía prolongada.
Otros fenómenos extremos que sufren estas ecorregiones son los megaincendios y las inundaciones que arrasan todo a su paso dejando sin cultivos ni ganado a unas comunidades que viven de ello. Estos hechos son cada vez más recurrentes tanto en el Corredor Seco como en las zonas áridas de la República Dominicana.
Estas zonas de América Central sufren los efectos más devastadores del cambio climático y ha sumido a estas zonas rurales en una crisis humanitaria sin precedentes. Los desastres naturales derivados del aumento de la temperatura y la contaminación ponen en peligro la salud de las personas y el acceso a recursos tan importantes como el agua y la alimentación.
La recurrencia de estos fenómenos climáticos adversos no hace más que agravar la vulnerabilidad de las personas que habitan en el Corredor Seco. Estas zonas dependen de la agricultura y ganadería como medio principal de su subsistencia.
El cambio climático sacude a Centroamérica:
La degradación ambiental y los efectos del cambio climático repercuten directamente en la calidad de las cosechas y la seguridad alimentaria agravando la pobreza y la escasez de recursos de la población.
Desde 1960 los fenómenos extremos son más recurrentes y llegan a afectar al 60% de la población, según el Programa Mundial de Alimentos. Las predicciones no son alentadoras. Y es que el Corredor Seco sufrirá una transformación de su clima sin precedentes en los próximos años.
Según estimaciones de PNUMA, las temperaturas en esta zona subirán una mínima entre 3 y 3,5º C. Sin embargo, si las emisiones de gases efectos invernadero se mantiene estás podrían alcanzar los 6 y 7ºC.
“La adaptación al cambio climático en el Corredor Seco de Centroamérica y las zonas áridas de República Dominicana es una cuestión humanitaria que requiere una respuesta urgente, y más ahora que la pandemia ha exacerbado la vulnerabilidad de los más necesitados”, dijo Gustavo Máñez, coordinador regional de Cambio Climático del PNUMA en América Latina y el Caribe.
Un fenómeno que repercute en el clima del planeta
El cambio climático está provocando cambios en los fenómenos climáticos cíclicos, así como una mayor frecuencia de estos. Un ejemplo de estos cambios es el conocido como El Niño que comenzó a ser más recurrente en 2019.
El Niño hace referencia al modo natural de variabilidad del sistema climático y tiene su origen en las interacciones entre el mar y el viento. Este fenómeno se hace sentir sobre todo en la zona del Pacifico ecuatorial pero, a su vez, tiene un impacto en el calentamiento global del planeta.
Los fenómenos climatológicos extremos afectan al 70% de las cosechas de la zona
Los principales efectos de El Niño son el calentamiento global y precipitaciones intensas que acarrea graves consecuencias en la producción agrícola de las comunidades rurales que tardan meses en recuperarse de este fenómeno.
La agricultura es el medio de subsistencia de toda la región. La sequía y las intensas lluvias torrenciales provocadas por el calentamiento global tienen efectos directos en los cultivos y el ganado. En los últimos años, estos fenómenos afectaron al 70% de las cosechas y las inundaciones dañaron el 50% de estas.
El aumento de la temperatura, las lluvias y el calentamiento del mar derivados de este tipo de fenómenos extremos producen un efecto cascada en los principales derechos de la población como son la salud, el agua y el saneamiento.
La naturaleza clave para remediar la situación en Centroamérica
Por todos estos efectos derivados del cambio climático, el Banco Mundial estima que, al menos 1,4 millones de centroamericanos se convertirán en migrantes o refugiados para 2050 si esta situación no cambia. Esto es lo que se conoce como desplazados climáticos.
Según un estudio del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, la naturaleza podría ser el principal aliado para mitigar los efectos climático que afectan a la población del Corredor Seco. Se trata de las conocidas Soluciones Basadas en la Naturaleza (SbN) que utiliza los servicios ecosistémicos de una zona para resolver sus propios problemas sociales y ambientales.
El PNUMA ha establecido una serie de medidas de adaptación basadas en ecosistemas que podría ayudar a reducir los desastres naturales de esta zona de América Central. Este estudio analiza y utiliza la propia naturaleza como principal vector de cambio para revertir esta situación.
Estas medidas se basan, principalmente, en la restauración de los bosques y en la optimización de los sistemas hídricos mediante la implementación de acciones orientadas a un uso eficiente y sostenible del agua a gran escala. Además, otras de las soluciones que se plantean son la creación de viveros forestales y el impulso hacia energías renovables que ayuden a mitigar los efectos del cambio climático en estas zonas.
Viveros forestales, energías renovables y gestión eficiente del agua son algunas de las soluciones que nos brinda la naturaleza frente al cambio climático.
“La aplicación de estas medidas ayudaría a capacitar a las autoridades y comunidades respecto a la efectividad de la adaptación basada en ecosistemas “explica Mañez. Y añade: “Para implementar estas soluciones, será fundamental ampliar el acceso de los gobiernos locales y agricultores a servicios financieros innovadores como las microfinanzas para promover las soluciones basadas en la naturaleza” Y es que solo el 10% de los pequeños productores del Corredor Seco tienen acceso a este tipo de financiación.
Todo esto debe ir unido al fortalecimiento de la capacidad técnica de los gobiernos locales y las comunidades rurales que deben ser capaces no solo de implementar todos estos SbN, sino también de promover el conocimiento y la formación entorno a estas acciones basada en la naturaleza para probar su efectividad a lo largo del tiempo.
El agua: el mayor recurso
Mejorar y garantizar el acceso al agua para mantener los cultivos durante todo el año es uno de los desafíos principales de las comunidades que alberga el Corredor Seco. De esta forma sería posible aumentar la productividad de la zona, reducir la inseguridad alimentaria y, sobre todo, conversar y proteger la biodiversidad.
Por otro lado, implementar un riego del cultivo por goteo en aquellas zonas resulta clave para reducir el consumo de agua y lograr reservas de este recurso para temporadas de sequía prolongadas tan comunes en la zona.
El uso del agua en estas zonas de Centroamérica es tan solo del 30% debido no solo a recurrencia de las sequías sino también a su ineficiente gestión. Naciones Unidas ha podido identificar aquellas cuencas que sufren mayor estrés hídrico por el cambio climática.
Un total de 36 municipios en los viven más de un millón de personas se han priorizado por su vulnerabilidad tomando como referencia el suministro y la demanda del agua. Además, la FAO asegura que el empleo de buenas prácticas agrícolas que ayude a adaptar estas zonas al cambio climático permitirá una mayor resiliencia ante la variabilidad del Corredor Seco.
La pandemia mundial de la Covid-19 no ha hecho más que agravar la situación de pobreza en esta zona de Centroamérica. Según la FAO, nueve de cada diez familias rurales tienen dificultad para alimentarse debido a los efectos de la crisis sanitaria en la economía de la zona.
Ahora más que nunca es necesaria la acción conjunta de instituciones y gobiernos locales para fortalecer y tomar medidas que ayuden a garantizar el acceso al agua de la población del Corredor Seco y que, a su vez, se promueva una producción agrícola sostenible que garantice la seguridad alimentaria en la zona.