Beber agua del grifo nos parece un gesto normal, pero lo cierto es que no lo es tanto para todo el mundo. Una de cada seis personas en el mundo no tiene acceso a agua potable. Además, se estima que desde el 1919 se han salvado 177 millones de vidas gracias a la exploración del agua que permite que se minimicen los contagios de enfermedades como el cólera, la disentería, el tifus o la polio.
La potabilización del agua: un poco de historia
Hace más de 4.000 años comenzamos a tratar el agua. Fue en el Antiguo Egipto donde se utilizaban vasijas de barro para decantar el agua, es decir, librar el agua de ciertos contaminantes que quedaban en el fondo de estos recipientes.
El tratamiento o potabilización del agua a gran escala, más antigua y conocida es la que se hacía en Venecia, donde todavía resisten algunos pozos y desagües de aquella época. Fue aquí cuando se comenzó a utilizar sistemas de filtración hechos de arena o otros materiales más sofisticados como el carbón, esponjas y lanas.
De estos sistemas de filtración, se creó una patente británica que utilizaba una gradiente de arena. No tuvo mucho éxito, pero sí que dio lugar a lo que conocemos como el filtrado lento con arena. Sin embargo, en aquella época, se limpiaban contaminantes y residuos, pero estos sistemas no eran capaces de eliminar los microorganismos, sobre todo porque no conocían su existencia.
“El hecho de no tratar estos microorganismos provocaba que las enfermedades se expandieran más rápido” asegura Deborah García. Un ejemplo de esto fue lo ocurrido en el barrio londinense de Soho en 1854. Fallecieron un total de 700 personas a causa del cólera. Los científicos e investigadores descubrieron que el foco de estas enfermedades provenía de un pozo que estaba en contacto con aguas fecales.
A raíz de este caso, se comenzó a utilizar cloro para frenar este tipo de epidemias. La primera planta de exploración de agua es la de 1902, que se construyó en Bélgica. “En España tardó un poquito más en llegar. Una de las primeras ciudades que tuvieron cloración de agua fue A Coruña, ciudad en la que nací” explica García Bello.
¿Cómo funciona la cloración del agua?
Lo que conocemos por cloro es, realmente, diferentes especies que tiene cloro en su composición. El color como tal es una molécula de cl2. Se puede utilizar directamente este color o otras especies de cloro como el dióxido de cloro.
“Todas estas especies cloradas tienen en común que son muy oxidantes y gracias a esto consiguen eliminar microorganismos” asegura García Bello. Los oxidantes son capaces de destruir cualquier tipo de ser vivo ya sea bacterias, virus o material genético de microorganismos.
El ozono es otro oxidante que también es utilizado para el tratamiento de agua. Además, como indica la divulgadora en su charla, el agua no solo se trata en la planta de tratamiento con la cloración del agua, sino que necesita de otros procesos para que una vez salga de estas infraestructuras y atraviese tuberías no se contamine durante el transito. Esto es lo que se conoce como “post cloración del agua”.
“Una de las cosas que preocupa o que tenemos que medir, para que no se un problema, son lo llamados subproductos de la cloración del agua” explica García Bello. Y añade: “por el hecho de clorar se producen algunas sustancias que podrían ser perjudiciales si no las eliminamos”.
Precisamente, en el Reglamento Europeo se estableció un máximo de 100 trihalometanos permitidos por litro de agua. Esta regulación es necesaria ya que algunos de estas sustancias están estrechamente relacionadas con ciertas enfermedades como el cáncer de vejiga.
Sin embargo, Deborah García insiste en que esto no es un problema. “En España el promedio de trihalometanos permitidos durante la cloración del agua es la cuarta parte de lo establecido en el reglamento europeo, por tanto, es una cantidad muy pequeña que no supone ningún riesgo”.
En ocasiones los países más desarrollados o acomodados nos preocupamos de cuestionares menores y se nos olvida que una de cada seis personas no tienen acceso a agua potable. «El 90% de las muertes que se producen en el mundo por diarrea está asociada al consumo de agua no potable» asegura la divulgadora. «¡Este es realmente el problema que tenemos que solucionar!».
Si te ha gustado esta Máster Class, te invitamos a conocer de la mano de Deborah García Bello, la importancia de la divulgación científica y la necesidad de que la población tenga cultura científica formada por un conocimiento sólido y fiable.