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«Podemos recuperar la abundancia de los océanos»

Los océanos podrían recuperar su abundancia de vida en los próximos treinta años si se toman las medidas adecuadas. Carlos Duarte, uno de los oceanógrafos de mayor proyección internacional, nos dice cómo hay que hacerlo.

Carlos Duarte es un referente mundial en ecología marina y oceanografía. Ha sido profesor adjunto en el Instituto de Ciencias del Mar del CSIC en Barcelona, en el Centro de Estudios Avanzados de Blanes, y profesor de investigación en el Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados del CSIC-Universidad de las Islas Baleares. También ha investigado los arrecifes de coral en el Instituto de los Océanos de la Universidad de Australia Occidental y ahora dirige la Cátedra de Investigación Tarek Ahmed Juffali en Ecología del Mar Rojo en la King Abdullah University of Science and Technology en Arabia Saudí.

Sus investigaciones no dejan indiferente a nadie. Sin ir más lejos, fue el primero en acuñar el termino carbono azul. Hace unos meses, uno de sus trabajos más recientes ha abierto una puerta de esperanza. En colaboración con investigadores de 16 universidades del mundo, ha dirigido un estudio en el que se recogen la respuesta de los ecosistemas marinos a las actuaciones que se han llevado a cabo con éxito de conservación y recuperación de los océanos del planeta desde 1970.

En esta última investigación muestra una conclusión contundente: “Tanto mis coautores como yo, tras evaluar esas evidencias científicas, pensamos que siempre que seamos capaces de fijar las condiciones para que esta recuperación de los océanos se pueda mantener es posible, tomando una serie de medidas, que se pueda recuperar en gran medida la abundancia de vida en los océanos hacia el año 2050, es decir en una generación humana”.

Pregunta: ¿Qué lecciones se desprenden de sus investigaciones?

Respuesta: La resiliencia del océano es muy superior a lo que pensábamos, también que la narrativa actual que se ha ido generando sobre la base de evidencias de impactos de la actividad humana, de alguna forma ha llevado a una situación de pesimismo donde las noticias positivas que iban apareciendo no recibían la misma atención que las negativas. La realidad del estado de los océanos en 2020 es mucho más alentadora de lo que hasta hace poco se podía recoger sobre la base de paneles de evaluación o síntesis de resultados que se habían hecho hasta ahora.

P: ¿Qué evidencias en la recuperación de los océanos y sus ecosistemas le han sorprendido más?

R: Podría destacar tres. La rápida recuperación de las ballenas jorobadas es una de ellas. En los años setenta estaban al borde de la extinción con cerca de 200-400 ejemplares en todo el océano y debido a la moratoria de caza de ballenas actualmente estamos hablando de cerca de 50.000 ejemplares. Una tasa de crecimiento realmente elevada para una población de uno de los mayores animales que pueblan el planeta. Ahora también tenemos evidencias de recuperación de la ballena azul. Otro caso similar puede ser las tortugas marinas.

También hablamos de especies muy longevas que pensábamos que sus tiempos de recuperación se situarían en torno a un siglo y para las que sin embargo estamos viendo una señal clara de recuperación en tan solo 20 años. Finalmente, llevo décadas trabajando en ecología de las praderas submarinas y desde los años treinta hasta el año 2000 habíamos estado constatando perdidas a escala global de cerca de un 60%.

El año pasado publicamos que, en la primera década de este siglo, por primera vez a escala europea, esta tendencia se había revertido. En lugar de perdida teníamos por primera vez una recuperación que además no era marginal. Se recuperó un 18 por ciento de la superficie perdida y esto realmente es alentador e incluso sorprendente.

P: ¿Qué acciones se necesitan para la recuperación de los océanos en 30 años

R: Hay que tomar cinco iniciativas, ninguna de ellas es particularmente fácil, pero son necesarias para poder llegar a ese objetivo de un océano que haya recuperado la abundancia de vida para el año 2050. Hay que proteger las especies, los espacios, es decir seguir progresando en las áreas marinas protegidas, hasta alcanzar el 30% en 2030 y llegar a la mitad de los océanos protegidos hacia el año 2050. Tenemos que cosechar los océanos de forma inteligente y se ha avanzado mucho en la pesca sostenible pero todavía sigue habiendo una cantidad importante de stocks pesqueros que están sobreexplotados.

Tenemos 10 años para recuperar la abundancia de vida en los océanos. Actuar es una obligación ética con las generaciones futuras

La pesca ilegal y la pesca que no se reporta siguen siendo un problema importante. Hay que reducir la contaminación, seguimos teniendo dificultades con distintos tipos de contaminantes, en particular con los plásticos, donde una serie de iniciativas que se habían tomado se han visto también impactadas por el aumento en 18% en el consumo de plásticos desechables debido a la covid. Y, finalmente, tenemos que mitigar el cambio climático según los objetivos más ambiciosos del Acuerdo de París, porque llegar a dos grados de calentamiento respecto a las temperaturas preindustriales nos llevaría a perder una parte muy importante de ecosistemas muy vulnerables como los arrecifes tropicales de coral.

P: Si no se llevan a cabo estas actuaciones ¿a qué nos enfrentamos?

R: La oportunidad que tenemos para poder recuperar la abundancia de vida en los océanos es una ventana finita, perecedera. Tenemos diez años para iniciar esas acciones de forma decisiva. Si las retrasamos en una década, los impactos serían excesivos sobre todo debido al cambio climático. Actuar ahora es una obligación ética y moral con las generaciones futuras a las que no podemos defraudar. Nosotros tenemos oportunidad de revertir el deterioro de los océanos y si no lo hacemos, ellos no contarán con esa opción en el futuro.

P: ¿Qué importancia tienen los ecosistemas costeros?

R: Son fuentes importantes de biodiversidad. Posiblemente el 40% de las especies marinas tiene parte de su ciclo de vida en hábitats costeros como pueden ser arrecifes de coral, manglares, praderas submarinas, marismas y bosques de algas. Su papel como fuente de biodiversidad y hábitats es fundamental en esa estrategia de recuperación de los océanos. Sin unos hábitats costeros saludables será muy difícil conseguirlo. Pero también aportan un gran beneficio a la sociedad. Son la primera línea de defensa frente al aumento del nivel del mar, al aumento de huracanes y tifones en las zonas costeras.

P: ¿Por qué los manglares son un buen ejemplo de recuperación?

R: Si reflexionamos sobre qué actuaciones nos han llevado a ese cambio de tendencia de pérdidas sostenidas durante décadas a una ralentización y recuperación de hábitats, los manglares lo ilustran de una forma muy clara. La primera restauración a gran escala de manglares se vio en Vietnam. Después de la guerra se inició un proceso de restauración del bosque de manglar del delta del Mekong, el segundo más grande del mundo.  Entre los años 1976 y 1996 se restauraron cerca de 1.600 km2 y hasta hoy este sigue siendo el mayor proyecto de restauración ecológica, lo que demuestra que podemos restaurar ecosistemas a gran escala.

La conservación de los manglares es uno de los puntos clave que Carlos Duarte ha llevado a cabo en sus investigaciones, junto con la recuperación de los océanos

La siguiente ola de restauración de manglares se dio a partir de 2004 cuando tuvo lugar el tsunami devastador en el Océano Índico y generó la pérdida de un cuarto de millón de vidas. Cuando se evaluaron los daños, se vio que en aquellas zonas costeras donde aún quedaba un bosque de manglar, prácticamente no se habían perdido vidas humanas y los daños materiales también eran muy reducidos. Eso llevó a varios países a iniciar plantaciones de manglares lo que ha implicado una reforestación importante, globalmente significativa.

El tercer pilar tiene que ver con la constatación, en la que mi investigación ha jugado un papel importante, del papel de estos ecosistemas como grandes sumideros de carbono y de ahí la apuesta de muchos países por su conservación y restauración. Y el resultado neto es que en muchas zonas del planeta ahora los manglares están en expansión.

P: Los datos son menos optimistas con los arrecifes de coral. ¿Podremos recuperarlos?

R: El grado de calentamiento de los océanos es suficiente para producir mortalidades masivas de corales tropicales, excepto en un refugio en la mitad norte del Mar Rojo. El  IPCC predice que, incluso si se cumple el Acuerdo de París, se perderán entre el 75% y el 90% de los arrecifes de coral. Nosotros estamos iniciando proyectos para conseguir que aumenten su capacidad para resistir temperaturas extremas. Queremos evitar las pérdidas que se pronostican y aumentar parcialmente la superficie de coral en torno a un 15%.

El IPCC predice que se perderán entre el 75% y el 90% de los arrecifes de coral

En particular estoy trabajando en una iniciativa que esperamos que se adopte en breve por el G20. Arabia Saudí, el país donde trabajo, preside el G20, y ha estado compartiendo con los socios (España es este año un país invitado al G20), una propuesta para crear una plataforma para acelerar la capacidad de investigación y de tecnologías para asegurar su conservación. Desde luego no nos vamos a sentar a observar una pérdida del 75% o del 90% de los arrecifes en los próximos 15 años. Vamos a hacer todos los esfuerzos posibles para revertir esta situación y poder generar un aumento neto de arrecifes de coral en los próximos 15 años.

P: ¿Qué papel están jugando las áreas marinas protegidas?

R: Si hubiéramos hecho nuestra reflexión en el año 2000, en lugar de en 2020, no nos hubiera llevado a un pronóstico esperanzador. En el año 2000, la superficie del océano protegida era menor de un 0,5 por ciento. Ahora, un 7% del océano ya tiene una declaración de protección y el 5% está gestionada de forma efectiva como áreas protegidas.

La tasa de crecimiento ha sido rápida, de un 8% anual, y si continuamos este mismo impulso llegaremos al objetivo del 30% en 2030 y al 50% en el año 2050. Es importante no solo fijarse en las cifras, sino también en el grado de implementación de estas áreas marinas porque en muchas de ellas, por ejemplo, en muchas de las españolas, se sigue pescando y se siguen realizando actividades que deterioran la capacidad de conservación.

ACERCA DEL AUTOR

Carlos Duarte
Nacido el 27 de julio de 1960 en Lisboa. Es es un referente mundial en ecología marina y oceanografía. Ha sido profesor adjunto en el Instituto de Ciencias del Mar del CSIC en Barcelona, en el Centro de Estudios Avanzados de Blanes, y profesor de investigación en el Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados del CSIC-Universidad de las Islas Baleares.