Los charcos de invierno, las guarderías del mar
Los charcos de invierno que el mar, y no el cielo, dejan sobre las rocas de la costa, son guarderías para algunas especies de peces como los mújoles que los utilizan para proteger a sus crías de los embates del mar en invierno.
Así, lo que está sucediendo en el momento actual es que resulta tan difícil vivir en el océano cuando bajan las temperaturas y llegan los temporales y los arados del otoño que hay especies que dejan a los juveniles a pasar el invierno en los charcos intermareales. Se trata, en definitiva, de guarderías de mar compuestas por agua, roca y luz en las que nadan los alevines, por ejemplo, de mújoles y de salpas.
En estos charcos de invierno pueden convivir también con blénidos agarrados al fondo, liebres de mar y Palythoas, estos corales blandos que también se dan en nuestros charcos intermareales. En ellos siempre parece primavera. Otras especies que habitan en estos jardines subacuáticos son las anémonas de mar.
Por otra parte, se trata de lugares a los que se acercan las gaviotas para llevarse en su pico a las estrellas de mar volando. En ese instante se parte la estrella el brazo a voluntad, por autonomía, para caer de nuevo en los charcos intermareales que deja en la tierra el océano, más que las nubes.
Qué son los charcos intermareales
Tras esta exposición de algunas de las especies que se pueden observar en los charcos de invierno, conocidos también como pozas de marea, conviene preguntarse qué son exactamente. Nos encontramos ante charcos formados entre las rocas y los sedimentos cercanos a la orilla que surgen al quedar una masa de agua atrapada al bajar la marea. Son fruto del desgaste que el agua del mar inflige a las rocas a lo largo del tiempo.
Los charcos intermareales se forman, como su propio nombre indica, en la zona intermareal. Mientras que en la línea de pleamar los organismos deben sobrevivir al oleaje y a las corrientes, en la línea de pleamar los organismos solo permanecen expuestos durante la bajamar lo que hace que la diversidad sea mayor y los organismos allí presentes alcancen tamaños más grandes al contar con más alimento.
Por norma general estas guarderías de mar no suelen ser lugares de difícil acceso para los seres humanos. Un importante número de los charcos de invierno se utilizan para recolectar diferentes tipos de moluscos o crustáceos, con el correspondiente impacto para el ecosistema derivado de diversas actividades humanas.
Más sobre las pozas de marea
Los charcos de invierno llaman nuestra atención visual por la belleza de sus formas y conforman un ecosistema único en el que sobreviven las especies con un nivel de adaptabilidad al entorno muy elevado. En estas guarderías de mar se dan frecuentes cambios relacionados con la salinidad, la temperatura y la concentración de oxígeno, tres factores que no hacen más que corroborar a todos los niveles la fortaleza de las especies que conviven en ellos.