Tres variables energéticas contra el cambio climático
Un equipo internacional de investigadores dirigido por el Instituto Potsdam para la Investigación del Impacto Climático (PIK) han realizado una combinación de sistemas de modelado. Gracias a esto han cuantificado los beneficios y desventajas reales de las tres variables energéticas principales para la descarbonización.
La economía descarbonizada
La economía descarbonizada es una economía basada en fuentes de energía bajas en carbono que, por lo tanto, tiene una producción mínima de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) a la atmósfera, específicamente dióxido de carbono. Las emisiones de GEI debidas a la actividad antropogénica (humana) son la causa dominante del calentamiento global observado (cambio climático) desde mediados del siglo XX.
La emisión continua de gases de efecto invernadero puede provocar cambios duraderos en todo el mundo. Estos gases aumentan la probabilidad de efectos graves, generalizados e irreversibles para las personas y los ecosistemas. El cambio a una economía con bajas emisiones de carbono a escala mundial podría traer beneficios sustanciales.
Muchos países de todo el mundo están diseñando e implementando estrategias de desarrollo de bajas emisiones (LEDS). Estas estrategias buscan alcanzar los objetivos de desarrollo social, económico y ambiental. Lo harán al tiempo que reducen las emisiones de gases de efecto invernadero y aumentan la resiliencia al cambio climático.
Estas economias implementadas a nivel mundial pueden ser un medio para evitar un cambio climático catastrófico. Pueden ser un precursor de una economía más avanzada y sin carbono.
Tres variables energéticas
El suministro de electricidad es uno de los mayores emisores de CO2 a nivel mundial. Para mantener el calentamiento global por debajo de los 2°C, hay varios caminos que conducen a lograr las cero emisiones en el sector energético, aunque cada uno puede tener sus posibles impactos ambientales, como la contaminación del aire y el agua, el uso del suelo o la demanda de agua.
Según el análisis, depender principalmente de la energía eólica y de la solar generaría tan solo beneficios para la salud de las personas y del planeta. Gunnar Luderer, autor principal del estudio, hizo unas interesantes declaraciones. «Al observar el panorama general, desde las emisiones directas de las instalaciones de energía y la extracción de minerales y combustibles para su construcción y operación, hasta los terrenos necesarios para la infraestructura de suministro de energía, encontramos que la mejor apuesta para las personas y el medio ambiente es confiar principalmente en la energía eólica y solar«.
Para el estudio, los autores compararon hasta tres variables energéticas. Tres escenarios de descarbonización del sector eléctrico para el año 2050 con relación al objetivo de conseguir las metas medioambientales: uno centrado en la energía solar y eólica; un segundo basado en la captura y almacenamiento de carbono en combinación con biomasa y fósiles; y un tercero de tecnología mixta, como la bioenergía. Los tres escenarios requieren de un mayor uso del suelo para la producción de energía, sobre todo en la tercera opción.
Una industria más sostenible
Alexander Popp, jefe del grupo de gestión del uso de la tierra en el Instituto Potsdam, explica esta última cuestión. Señala que «la tierra es un recurso finito en nuestro planeta. Dada la creciente población mundial con alta demanda de electricidad y alimentos, las presiones sobre la tierra y los sistemas alimentarios también aumentarán. Nuestro análisis ayuda a obtener las magnitudes correctas cuando hablamos de veces muy aclamada tecnología de bioenergía».
Producir electricidad de manera sostenible con el clima puede traer grandes beneficios para nuestra salud, principalmente debido a la reducción de la contaminación del aire por la quema de combustibles. «Uno de los principales ganadores de la descarbonización es la salud humana. Cambiar a la producción de electricidad basada en energías renovables podría reducir los impactos negativos en la salud hasta en un 80%. Esto se debe principalmente a una reducción de la contaminación del aire por la quema de combustibles. La energía eólica y solar son mucho más limpias que la extracción de combustibles fósiles o la producción de bioenergía».
Para esta transición hacia una industria energética más sostenible se debe tener en cuenta la necesidad de más recursos de tierra y minerales, por lo que se hace necesario decisiones inteligentes para limitar el impacto de estas nuevas demandas en otros objetivos sociales, como la conservación de la naturaleza, la seguridad alimentaria o incluso la geopolítica.