Qué es un ecosistema y cómo afecta a la biodiversidad
La interdependencia es uno de los principios básicos de la ecología. Se trata de una ciencia natural derivada de la biología que estudia las relaciones entre los seres vivos y el medio ambiente o hábitats en el que éstos viven. Esta relación de interdependencia nos permitirá entender no sólo qué es un ecosistema también, entender cuál es la importancia de proteger los ecosistemas para la supervivencia de las especies.
¿Qué es un ecosistema?
Llamamos ecosistema al sistema físico y biológico formado por una comunidad de seres vivos que habita en un medio físico delimitado. Es decir, se trata de un conjunto de factores físicos y biológicos particulares de un medio ambiente concreto. Dicho esto, existe, en este ecosistema, una relación de interdependencia entre los diferentes elementos que lo componen. Un cambio en un eslabón de la cadena, puede tener consecuencias en otro eslabón completamente diferente y aparentemente lejano. Esta alteración puede llegar a suponer una ruptura del equilibrio ecológico del planeta.
El concepto de ecosistemas, que comenzó a desarrollarse entre 1920 y 1930, tiene en cuenta las complejas interacciones entre los organismos que forman la comunidad (biocenosis) y los flujos de energía y materiales que la atraviesan. Este término fue acuñado por Roy Clapham y engloba no solo estas relaciones entre los diferentes seres vivos sino también, cómo estos interactúan con su entorno.
Un ejemplo de este tipo de interacciones es la cadena trófica o alimenticia, es decir, el proceso de transferencia de alimento de un organismo a otro. La cadena trófica nos muestra las relaciones alimenticias entre los seres vivos y en ella se establece qué animal se come a quién.
La cadena trófica está formada por tres grupos: los productores, que hace referencia a las plantas capaces de generar su propio alimento; los consumidores primarios, que son los animales carnívoros cuya alimentación depende de otros: y, por último, los descomponedores, que se alimentan de organismos que se descomponen hasta que pasan a formar parte del suelo.
Todos los seres vivos que intervienen en la cadena trófica son interdependientes, es decir, dependen unos de otros hasta el punto de conformar cierto equilibrio. La alteración o ruptura de algunos de estos niveles pueden provocar daños ecológicos tan graves como la desaparición de determinadas especies.
Tipos de ecosistemas
Desde 1992, los ecosistemas han adquirido especial relevancia gracias al Convenio sobre la Diversidad Biológica ratificado por más de 175 países del mundo. En este marco establece el compromiso de los firmantes en la protección y conservación de los ecosistemas y hábitats naturales.
Los diferentes ecosistemas se clasifican de forma general en:
- Ecosistemas terrestres: albergan el 30% de la superficie de la Tierra y son aquellos en los que las especies de plantas y animales se desarrollan en el suelo.
- Ecosistemas acuáticos: su característica principal es la presencia de agua que puede ser dulce (lagos, ríos, estanques…) o salada (océanos, mares, arrecifes…).
- Ecosistemas mixtos: están compuestos tanto por la presencia de tierra como de agua. Estos entornos albergan una gran diversidad biológica por sus características. Entre los más destacados nos encontramos los manglares, las marismas o los humedales.
La importancia de proteger los sistemas
Es importante destacar la importancia de proteger los ecosistemas. Un número mayor de especies o diversidad biológica (biodiversidad) de un ecosistema le confiere mayor capacidad de recuperación ya que las especies pueden absorber y reducir los efectos que supone una alteración de la estructura total del ecosistema. Además, pueden reducir las posibilidades de un cambio a un estado diferente.
En este sentido, la ONU ha querido contribuir a la difusión de este mensaje a través de sus Objetivos de Desarrollo Sostenible. El Objetivo 15 de los ODS es gestionar sosteniblemente los ecosistemas terrestres, luchar contra la desertificación, detener e invertir la degradación de las tierras y detener la pérdida de biodiversidad. Aquí puedes ver cómo contribuye Fundación Aquae al cumplimiento de los ODS. Este objetivo se concreta en nueve metas encaminadas a detener y revertir la degradación de las tierras y poner freno a la pérdida de la diversidad biológica.
El futuro de los ecosistemas
En la actualidad, la actividad humana es uno de los factores fundamentales que está poniendo en peligro la supervivencia de nuestros ecosistemas. Los grandes vertidos industriales, la contaminación o el uso excesivo de materiales no biodegradables como el plástico, merman año tras año la capacidad de estos ecosistemas de regenerarse.
Sin embargo, también las acciones más simples de nuestro día a día pueden suponer una serie amenaza para nuestros ecosistemas. Tirar toallitas húmedas o deshacernos de medicamentos por el retrete son, por desgracia, costumbres muy extendidas en buena parte de la población. Cada objeto que tiramos por el retrete termina en nuestros ecosistemas, afectándolo con sustancias nocivas u objetos que tardan cientos de años en desaparecer.
En ese sentido, resulta fundamental que haya una colaboración de todos los gobiernos del mundo para proponer políticas que permitan frenar los efectos devastadores del cambio climático. Igualmente, es su deber contribuir a la educación y concienciación de la ciudadanía sobre estos asuntos, recordando de manera frecuente por qué sin nuestros ecosistemas, lo que conocemos como vida en la Tierra.
¿Qué puedes hacer para cuidar los ecosistemas?
Finalmente, recuerda que está en tus manos proteger el medio ambiente. Cada acción que tomas, puede contribuir a la protección o destrucción de nuestros ecosistemas.
La naturaleza nos aporta la mayor parte de los recursos que utilizamos en nuestro día a día: agua, componentes para los medicamentos que tomamos, alimentos, etc.
Reciclar, apostar por las energías renovables, combatir el tráfico ilegal de especies o no desperdiciar el agua son solo algunas de las acciones, al alcance de todos, que ayudan y contribuyen a proteger y conservar nuestro medio natural. Y es que el deterioro o desaparición de estos entornos supondría un perjuicio sobre la salud de los seres vivos que habitan en el planeta, incluido el ser humano que dejaría de disponer de los recursos suficientes para satisfacer sus necesidades vitales.
Nuestro deber y responsabilidad es devolverle el favor a la naturaleza, haciendo todo lo que esté en nuestras manos para protegerla.