Cada vez más a partir del móvil y de los wearables sabemos que de nosotros y a través de ellos parten multitud de datos que van a terceros. Se supone que para ofrecernos mejores servicios. En realidad no sabemos qué pasa con esos datos. ¿Existe una transparencia de datos? ¿Si lo supiéramos los dejaríamos volar más allá de nosotros?.
¿Que pasa con mis datos?
La aplicación de salud que se instaló “sí o sí” con la última actualización del sistema operativo de mi móvil recoge mis datos de actividad (los escalones que subo, los pasos que camino en un día típico). Se almacenan en mi teléfono. Pero también sé que no sólo se quedan ahí. Salen hacia la red. Me lo ha “chivado” otra aplicación (ésta me la descargué yo solito) que me monitoriza todo el tráfico de datos que entra y sale de mi teléfono. Sé que también los datos de salud vuelan pero no sé exactamente qué les pasa, quién los utiliza, ni para qué. Si lo supiera podría decidir si desinstalar la aplicación de salud o darle incluso más cancha, más datos.
Algunas iniciativas de recogida de datos de salud con esa misma aplicación se presentan como un esfuerzo solidario y colaborativo para que esos datos sirvan para la investigación médica, pero no me queda claro para qué investigación (Apple Health).
Puede que cuando al público se le comunique el destino de estos datos de forma clara y precisa, desde una entidad de confianza, el público no tenga problemas en ceder sus datos para este tipo de fines. El ejemplo de la Fundación Maragall para el Alzheimer así lo demuestra. Se pidió que los familiares de enfermos de Alzheimer cedieran sus propias historias de salud (si no recuerdo mal también datos genéticos). Con poco más de 400 historias de salud los investigadores se hubieran dado con un canto en los dientes pero la avalancha de aportaciones superó las 4.000.
Esto parece apuntar hacia la necesidad de ser muy claros y comunicar bien qué sucede con nuestros datos, quién los usa y para qué. Pero internet es más grande y más rápido que lo que puede abarcar una sola fundación o una sola iniciativa de investigación. Estamos sometidos a multitud de “extracciones de datos” cada segundo y nos faltan herramientas para poder pilotar semejantes actividades que, las más de las veces, se realizan de forma automática.
¿Existe la transparencia de datos en Internet?
Nos faltan todavía muchas herramientas para poder gestionar todo esto. Y marco legal.
Por lo que hace a herramientas, en la conferencia sobre transparencia de datos que ayudé a organizar recientemente en el MIT empezamos a ver algunas respuestas.
Por ejemplo, Ángel Cuevas y sus colaboradores de la Universidad Carlos III presentaron una aplicación que me permite saber cuánto dinero de beneficio le genero a una red social bien conocida. Aquí tenéis su aplicación y aquí una versión periodística de la misma. Es un punto de partida para la mirada de herramientas que necesitamos.
Otras herramientas de este tipo muestran los mecanismos que operan bajo ciertas plataformas de la así llamada “economía colaborativa”. Basan sus beneficios en complejísimos algoritmos de fijación de precios de sus servicios en razón del contexto, el momento y el tiempo. Su retórica es ‘rompen monopolios y benefician a usuarios y proveedores de servicios’. Los ejemplos abundan. Un equipo de la NorthEastern University demostró en la misma conferencia que estos mecanismos de fijación de precios no beneficiaban ni a usuarios ni a prestatarios de servicios pero sí lo hacían a la plataforma, que es, en realidad, un nuevo intermediario.
En suma, la transparencia de datos a nuestro favor, lejos de la asimetría actual, necesitaría este tipo de herramientas. Nos permitirían disponer de evidencias, de desmontar cómo funcionan los algoritmos que nos aprovechan para nuestro propio beneficio pero, las más de las veces, para el de otros. Y tomar una decisión: bloquear o compartir.
No puedo terminar sin dejar de hacer referencia a otras “herramientas” más irónicas que, no nos dan evidencias, pero boicotean cualquier uso de nuestros datos que no sean los que nosotros queremos. Otro día hablamos de la “ofuscación” de datos” que es un conjunto de técnicas para conseguir “desdibujarnos” en la red.
De momento, para dar una pista, os pregunto ¿qué haríais para que vuestra aseguradora, que os acaba de regalar sibilinamente un magnífico wearable, crea que sois auténticos campeones olímpicos aunque os paséis todo el día en el sofá?