La reforestación incluye el conjunto de técnicas dirigidas a la creación de masas arboladas capaces de permanecer en el tiempo y someterse a dinámicas de cambio en su composición y estructura, inducidas por el propio crecimiento de los individuos y las presiones externas derivadas de incendios, plagas, enfermedades, etc. Se trata, por tanto, de una acción que pone el punto de inicio o acelera los procesos ecosistémicos ligados al bosque.
La aplicación de técnicas de reforestación es consecuencia de una primera decisión de gestión. La instauración del arbolado y la forma en que esta se llevará a cabo dependerá de sus objetivos, siendo habitual la convergencia de varios, gracias al carácter multifuncional de los bosques. Y es que los bosques, además de proporcionar un gran elenco de servicios ecosistémicos, como la contribución a la protección del suelo y la regulación del ciclo hidrológico, la mejora del clima local, la absorción de carbono o la protección de la biodiversidad, entre otros, son fuente de recursos económicos para las poblaciones locales y albergan valores recreativos, culturales o divulgativos.
La selección de especies arbóreas para la reforestación
El diseño de la reforestación contempla el modo en el que se llevará a cabo la selección de las especies, su distribución en la superficie de actuación, el tratamiento de la vegetación competidora, la preparación del suelo, la plantación, la protección de los árboles y su mantenimiento y gestión a corto, medio y largo plazo. Todas estas cuestiones tendrán en cuenta, junto con los objetivos, las características del suelo, la climatología y otros factores que pudieran afectar a los árboles, no solo en el presente, sino también en el futuro.
El cambio climático nos empuja a considerar la evolución de las condiciones en las que se desarrollarán los árboles, adaptando el diseño de la repoblación al escenario más probable. La diversificación de las especies, la búsqueda de precedencias más resistentes a condiciones de menor disponibilidad hídrica o la reducción de las densidades de plantación son algunas de las medidas que redundan en un mayor vigor de los árboles y una mejor capacidad de resiliencia de las plantaciones.
¿Reforestación o regeneración natural?
Por lo general, acudimos a la reforestación cuando la regeneración natural no es viable o los plazos en los que esta es esperable son tan amplios que no permiten responder a una necesidad concreta del territorio, habitualmente por su estado de degradación.
Un ejemplo cercano son algunas de las situaciones generadas a consecuencia de los incendios forestales. Muchas de las especies mediterráneas, tanto arboladas como arbustivas, de matorral o herbáceas, mantienen estrategias de sucesión adaptadas al fuego, desencadenando la emisión de semillas, activando el banco de estas existentes en el propio suelo o promoviendo la emisión de brotes de cepa o raíz, siendo capaces de cubrir el suelo en un periodo corto de tiempo y evolucionar por sí mismas.
El fuego es un elemento natural de perturbación de estos ecosistemas, sin embargo, la mayor recurrencia y severidad de los incendios por motivos antrópicos ocasiona situaciones en las que la regeneración natural no es posible y en las que el riesgo de degradación del suelo es elevado. En este momento es cuando se recurre a la reforestación, en muchas ocasiones acompañada de otras acciones complementarias para poner freno a la erosión.
Nuevas figuras de colaboración público-privada ligadas a la Responsabilidad Social Corporativa, y en particular a la compensación de emisiones de carbono, están permitiendo financiar la reforestación de amplias zonas en nuestro país. Estas acciones, grandes y pequeñas, ponen de manifiesto la importancia de los bosques, involucrando a empresas y organizaciones en la recuperación y conservación del medio ambiente de la mano de propietarios y administraciones, para lo cual se requiere establecer lazos de unión en el largo plazo, acordes a los tiempos que marca la propia naturaleza.
*Reforestar es una forma de luchar contra el cambio climático y contribuir al equilibrio medioambiental. Por esta razón, y como parte de los objetivos de Fundación Aquae, en 2015, pusimos en marcha ‘Sembrando Oxígeno’, junto a Hidraqua, Hidrogea, Hidralia, Aquona y Viaqua. Se trata de una iniciativa con la que realizamos acciones de reforestación en diferentes puntos de nuestra geografía. Desde su puesta en marcha en 2015 hemos plantado más de 13.500 árboles que nos ayudaran a compensar más de 800 toneladas de dióxido de carbono en los próximos 30 años.*