Historias del cambio

Una aventurera que vela por la pesca sostenible

Si algo ha demostrado Shannon Swanson es que es toda una aventurera, y así lo reconoció National Geographic nombrándola Aventurera del Año en 2017 por su trabajo como investigadora. Swanson confía en que una pesca sostenible es posible y trabaja cada día para conseguirlo.

Érase una vez una mujer llamada… Shannon Switzer Swanson

Para que National Geographic te nombre Aventurero del Año, previamente deben haberte seleccionado y votado “on line” por logros extraordinarios en exploración, deportes de aventura, conservación o humanitarismo que te hayan distinguido en el último año.

Shannon Switzer Swanson, fotoperiodista y ecóloga social marina, lo logró en 2017, dando así reconocimiento a su trabajo como investigadora, donde combina la teoría y la práctica de la antropología, psicología y ecología para abordar los problemas de conservación marina y una pesca más sostenible.

Esta aventurera nació en 1984 en San Diego, California, y estudió Ciencias Biológicas y Estudios Medioambientales. Sus otras dos grandes pasiones son el surf y la fotografía. Y su vida es una mezcla de todo ello. Estuvo 7 años como fotógrafa, periodista e investigadora independiente. Pero, tras presenciar numerosos problemas ambientales, Shannon sintió que quería aportar algo más.

Shannon Swanson, fotógrafa e investigadora, confía en que es posible construir un modelo de pesca sostenible

Para ello, realizó un máster en Gestión Costera y descubrió «El método de la voz de la comunidad», una técnica de investigación donde se realizaban entrevistas filmadas a miembros de la comunidad donde se discutía el tema ambiental. Cada participante podía compartir sus ideas, sus puntos de vista, lo que les preocupaba o cómo les afectaba. Con toda la información, se rodaba una película y se proyectaba en un lugar común ante toda la comunidad, generando un debate que ayudara a solucionar la situación.

«Creo firmemente que, como investigador, nuestro trabajo no es solo tomar datos y desaparecer, sino invertirlos en la comunidad».

En Estados Unidos, país donde la cifra de peces tropicales importados es la más alta del planeta, (alrededor de 10 millones al año), el número de hogares que tienen un acuario de agua salada alcanza el millón.

Se han conseguido criar un pequeño número de especies de agua salada, pero la reproducción en cautividad no satisface ni remotamente la demanda, ni las 2.000 especies que se comercializan. Además, apenas hay información del número de peces capturados ni de los métodos.

Por eso, tras graduarse en la Universidad de Duke y comenzar su doctorado en la Universidad de Standford en 2015, Shannon y un equipo de otros jóvenes exploradores del National Geographic recibieron una subvención de 25.000 dólares para documentar un proyecto sobre el comercio mundial de peces tropicales para acuarios de agua salada, proponiéndose averiguar las manos por las que pasan los peces desde que se pescan en el arrecife y se transportan mayoritariamente desde Indonesia y Filipinas, hasta el hogar de alguien en la otra parte del mundo.

Y, como debían tener un modelo en que centrarse, eligieron el pez espiga azul (Paracanthurus hepatus), que tras el éxito de “Buscando a Dory”, una inocente película infantil de Disney, se produjo una peligrosa sobrepesca de esta variedad, ya que muchos niños quisieron tener un ejemplar en sus acuarios.

«A menudo pescan echando cianuro en el coral del océano, aturdiendo a sus posibles capturas y envenenando el arrecife. Además, gran porcentaje de los peces cosechados perecen en su viaje por el mundo, donde pasan muchas horas aislados en bolsas de plástico. Sin embargo, para los pescadores, que viven en aldeas con pocas oportunidades económicas, el comercio de acuarios representa una fuente de ingresos desesperadamente necesaria.»

Por un pesca sostenible

Esta dicotomía desgarradora es la que mueve a Shannon a intentar encontrar el equilibrio entre todas las partes implicadas para lograr una pesca sostenible. Descubriendo el camino que recorre la espiga azul desde el arrecife hasta los acuarios, ella y su equipo podrían diseñar una estrategia para proteger a los peces y sus hábitats, y a las personas cuyo medio de vida dependen de este ser.

Por ejemplo, descubrieron que había muchos pequeños pescadores, por lo que era muy difícil averiguar si un pez había sido capturado con red o con cianuro. Pero Shannon cree que esa pesca se puede hacer de manera sostenible.

Es necesario conocer cómo, los diferentes métodos de captura, afectan a la supervivencia de los peces para establecer un modelo más justo

Para ello, entre otras actuaciones, se reunieron con un exportador en Filipinas que había estado trabajando para eliminar esa cadena (de más de 5 eslabones, entre comerciantes y distribuidores), y comprar directamente a los pescadores que su compañía, la RVS Fishworld, había entrenado para atrapar peces usando redes pequeñas en lugar del cianuro.

De ese modo, el pescador podría obtener un mayor beneficio, ya que la espiga azul se vendía, según su tamaño, entre 30 y 200 dólares, y no necesitarían pescar tantos peces para subsistir, permitiendo que el arrecife se regenerara.

Aunque deberían concretar más detalles, como por ejemplo el número máximo de peces que se pueden capturar para permitir que la población restante sea viable, o definir la forma de comprar directamente a los pescadores, el porcentaje de peces que mueren durante el transporte, qué edades tienen los peces cuando se sacan del océano o cómo afectan a su supervivencia los diferentes métodos de captura…, pero éste podía ser un modelo a seguir en un futuro para el comercio de peces de una forma más sostenible.

Shannon Swanson, fotógrafa e investigadora, confía en que una pesca sostenible es posible

De hecho, este sistema ya se utilizó con éxito en una pesquería en Baja California, donde los locales construyeron su propia planta de envasado, colocando los peces en bolsas de agua y saturándola con oxígeno (trabajos que normalmente realizan los intermediarios) antes de enviarlos directamente a un distribuidor mayorista en Los Ángeles. No solo sobrevivieron más peces a este viaje, sino que los pescadores ganaron más dinero por ejemplar al ofrecer un producto de mayor valor.

Uno de los objetivos del proyecto fue crear una página web, ReeftoAquarium.com donde obtener información sobre el comercio de los peces, comprobar el camino que están recorriendo en todo momento y constatar que se toman las medidas necesarias para que su comercio sea justo y sostenible. Otro, fue producir un mini documental que conectara a las diversas partes con las realidades de este negocio.

Gracias a Shannon y a su equipo, la espiga azul que habita actualmente en muchos acuarios es un pez más libre, más sano y más sostenible.