Hace 2.500 años la filosofía era lo más parecido a la ciencia tal y como la conocemos hoy día. Y es que desde la época de la Grecia clásica fueron muchos los filósofos que buscaron alguna explicación a los fenómenos de la naturaleza y, especialmente, sobre la concepción del universo y el cosmo.
En aquel entonces los filósofos trataban de abstrae ideas y conceptos con el objetivo de explicar que ocurría más allá del azul del cielo. La astronomía no era una ciencia concebida como tal pero unos pocos se atrevieron a explorar y encontrar alguna explicación sobre la concepción del universo
La Tierra en el centro de todo
El concepto del universo ha pasado por diferentes etapas. Unos creían que el cielo era finito, otros que confiaban que la Tierra era lo único que existía en el universo. Estos planteamientos han ido moldeando nuestro conocimiento y nuestra forma de pensar a lo largo de la historia.
Aristóteles fue el primero en aporta su particular visión sobre el universo. Situaba a la tierra en el centro donde el resto de los astros giraban en torno a ella. Esta idea perduro en el tiempo a lo largo de generaciones.
No fue hasta 2000 años después cuando Nicolás Copérnico se atrevió a cuestionarlo. “Este filosofo polaco sintió rabia al darse cuenta de que el modelo de Aristóteles y los datos de observación astronómica no encajaban” explica Irene Puerto.
Copérnico indagó en obras de otros antiguos filósofos hasta que encontró una idea que situaba al Sol en el centro del universo. Realizó todo tipo de cálculos que le ayudaron a reforzar su creencia entorno a esta idea.
De todos estos estudios nació la famosa teoría heliocéntrica del sistema solar y su libro “Sobre las revoluciones de las esferas celestes” está considerado el punto de partida de la astronomía. Esta obra fue toda una revolución científica al cuestionar la composición del universo.
Copérnico con sus teorías sostuvo que la Tierra y el resto de los planetas giraban alrededor del Sol en un periodo estacionario. Esto chocaba con el geocentrismo de Aristóteles. Sin embargo, Copérnico no se atrevió a publicar sus descubrimientos hasta su muerte.
Galileo fue otro titán de la astronomía y aporto una confirmación empírica a la teoría heliocéntrica de Copérnico. Y es que Galileo tuvo la idea de apuntar con un simple catalejo al cielo para poder observarlo. Fue así como inventó el telescopio.
Desde entonces se trata de una herramienta que nos ha acercado a los cielos para poder descubrir qué hay más allá. “Sus observaciones confirmaron que la Tierra no es el centro del universo, sino un planeta más que gira alrededor del Sol” asegura la física y divulgadora.
Y es que gracias a este invento y sus observaciones astronómicas descubrió la existencia de cuatro satélites en Júpiter que puso en jaque las afirmaciones de Arístoteles. Lo cierto es que por defender este modelo heliocéntrico, Galileo fue repudiado por la sociedad por tales afirmaciones.
No fue cuatro siglos después de su muerte cuando se revisaron sus aportaciones y fue considerado el padre de la ciencia moderna. Desde entonces su figura se ha convertido en un símbolo donde la razón y la ciencia es el claro vencedor frente a las creencias medievales del Renacimiento.
La inmensidad del universo
A lo largo de esta Master Class, Irene Puerto nos muestra una increíble fotografía. Fue captada por el telescopio espacial Hubble durante 25 días y en ella se puede ver una pequeña región del cielo.
“Una región que a simple vista es oscura, pero en ella albergan miles de millones de estrellas con sus miles de millones de planetas” explica Puerto. Gracias a estos filósofos y muchos otros científicos tenemos un conocimiento y una visión fascinante de nuestro universo.
Te invitamos a seguir aprendiendo más sobre los científicos y filósofos que nos ayudaron a comprender mejor lo que ocurre más allá de la Tierra. Próximamente, con Irene Puerto, hablaremos de las aportaciones a la astronomía de Newton, Kepler y Einstein.
¡Abróchate el cinturón y acompáñanos en este viaje espacial!