Hoy os vamos a enseñar un experimento que puedes hacer desde casa. Se trata del experimento casero del huevo metálico, así como nombre, suena de primeras extraño. ¿Verdad? Y es que muchos os preguntaréis: ¿cómo se va a convertir un huevo en metal? No, literalmente no se convierte en este material (por ahora no somos alquimistas), pero sí que aparenta ese aspecto.
Qué necesitamos para conseguir el huevo metálico
De nuevo, como en la mayoría de nuestros experimentos, lo que requerimos lo tenemos todos a mano en casa (o en su ausencia, siempre se puede acudir a cualquier supermercado para comprarlo). El huevo, obviamente, ya que es el centro de nuestro experimento. Una vela, un recipiente más o menos grande (botella de plástico o cristal), un vaso, un mechero y agua.
El proceso
Comenzamos el experimento casero del huevo echando el agua desde el recipiente al vaso, llenándolo. Colocamos la vela y la encendemos con el mechero. Con cuidado vamos quemando el huevo, dándole la vuelta para asegurarnos de que todo se quema de manera bastante regular. No hace falta quemarlo todo, ya que si sujetamos una parte quemada puede llegar a quemar. Con una parte será suficiente. A continuación sumergimos la parte quemada del huevo en agua y hemos conseguido el huevo metálico.
Pero, ¿cómo es posible?
El experimento casero del huevo metálico demuestra varios conceptos de luz, química y propiedades de la materia. El experimento en realidad no convierte el huevo en metal real, pero parece estarlo bajo el agua. Se podría considerar que se trata de una ilusión óptica en toda regla. El huevo carbonizado en realidad se cubre con una capa de hollín, que es carbón de la mecha de la vela. El carbono del hollín, al ser hidrófobo, repele el agua. Esto mantiene una fina película de aire alrededor del huevo. Cuando la luz incide sobre el huevo bajo el agua, se refracta y le da un aspecto metálico.
Al realizar este experimento del huevo metálico lo que observamos se debe a la reflexión total de la luz. La cáscara del huevo sumergido no llega a mojarse, porque la grasa del hollín repele el agua. La delgada capa de aire que queda entre el agua y la cáscara, produce la reflexión total. Como la mayor parte de los rayos de luz alcanza el huevo con ángulos superiores a 49°, se produce la reflexión total (se reflejan como un espejo), y producen la ilusión que el huevo es de plata. Y así es cómo surge el huevo metálico. Espectacular, ¿verdad?
Y si creamos… ¿un huevo de oro?
Los huevos dorados son esencialmente huevos revueltos antes de hervirlos. Todo el interior del huevo adquiere un color amarillo sólido. El efecto se logra girando rápidamente el huevo crudo en un par de medias.
Desliza el huevo en la media y colócalo aproximadamente a la mitad entre la punta y la abertura. Agarra ahora los extremos de la media, un extremo en cada mano, con el huevo suspendido en el medio. Luego, empieza a girar la media alrededor del huevo. Cuando esté completamente retorcido, separa los extremos de la media rápidamente. La media se desenrollará, haciendo girar el huevo rápidamente. Para comprobar si su huevo está revuelto correctamente, ve a una habitación oscura y enciende una linterna a través de su huevo. Un huevo sin revolver parecerá brillante y amarillo; mientras que un huevo revuelto tendrá un color rojo mucho más oscuro (ese es tu huevo dorado).
Como has podido observar, solo necesitas un par de objetos (en este caso, dos huevos y un poco de agua) para estos experimentos que puedes hacer desde casa y te pueden servir para expandir tu conocimiento científico. Te invitamos a que descubras otros en nuestra sección de experimentos. ¡Disfrútalos!