Historias del cambio

La dama que supo entender a los tiburones

Desde pequeña supo que quería dedicar su vida a estudiar y comprender la vida marina. Fue Spielberg, con su famoso film «Tiburón», quien captó su interés hacia estas temidas y peligrosas especies. Con el tiempo, constató que la mala fama de los tiburones estaba más cerca de la ciencia ficción que de la realidad. Hablamos de Eugenie Clark, considerada la dama de los tiburones, sus investigaciones permitieron conocer y comprender la naturaleza de estas especies marinas.

Érase una vez, una mujer llamada… Eugenie Clark. 

Pese a su fama, los muertos por las fauces de los tiburones no llegan a la docena de personas al año. Este dato solitario puede no aportarnos demasiado, pero si lo comparamos con las víctimas de picaduras de medusas (más de 100), o con el ataque de un animal tan pacífico como una vaca (en Estados Unidos mueren 22 personas de media al año) comprendemos que la imagen que les dio Steven Spielberg con la película «Tiburón» (1975) no corresponde con la realidad.

Desde muy pequeña, tras visitar el acuario de Nueva York, Eugenie supo que quería ser ictióloga, quería estudiar a los peces. Se imaginaba cómo sería estar dentro del tanque de tiburones, nadando con ellos. Con 9 años, empezó a coleccionar peces y anfibios en su casa. Años más tarde sería mundialmente conocida por sus investigaciones sobre el comportamiento, ecología y taxonomía de los peces durante más de 40 años, especialmente los tiburones y los peces venenosos de los mares tropicales.

Eugenie Clark

Eugenie Clark (1922-2015) impartió durante 25 años clases de biología en la Universidad de Maryland en College Park, y también dio conferencias en colegios y Universidades de Estados Unidos y en 19 países más. Nos mostró a los tiburones sin la carga peyorativa que la prensa y los medios quisieron imputarles, sino como seres pacíficos e inteligentes.

Los comienzos de Eugenie Clark

Eugenie Clark fue una auténtica pionera en el estudio de los animales marinos en su hábitat, usando el buceo con escafandra autónoma para fines científicos. Su curiosidad fue su mejor arma. Pero sus comienzos no fueron fáciles. Su carrera coincidió con los años posteriores a la II Guerra Mundial, y ella, además de mujer, era hija de madre japonesa. La sociedad científica entonces estaba integrada casi exclusivamente por hombres.

«Si de verdad termina, probablemente se casará, tendrá un montón de hijos, y jamás hará nada en el campo de la ciencia después de haber invertido nuestro tiempo y dinero en usted», le dijo un científico de la Universidad de Columbia.

Y, en cierto modo, tuvo razón, porque Eugenie se casó hasta en 5 ocasiones y tuvo 4 hijos en su segundo matrimonio. Pero solo en eso coincidió con su veredicto porque, además de ser una científica de reconocido prestigio mundial en el estudio de los tiburones, también fundó el Mote Marine Laboratory, uno de los laboratorios de referencia en el campo de la biología marina.

Publicó más de 175 trabajos y artículos de divulgación en revistas científicas, realizó múltiples apariciones en Televisión y escribió tres libros de gran éxito. El primero de ellos en 1953, que describía sus aventuras en la Micronesia y el Mar Rojo lo tituló Lady with a Spear (La Dama del arpón).

Dirigió más de 200 expediciones de campo y participó en 71 expediciones submarinas de aguas profundas (a más de 3.500 m). También colaboró con National Geographic al lado del fotógrafo submarino David Doubilet. «Ella nunca superó la fascinación de mirar y observar bajo el agua. Era mayor que yo, pero no podía seguirle el ritmo. Se movía con una especie de velocidad líquida bajo el agua».

Eugenie Clark, la reina de los tiburones

Doubilet fue testigo en el Mar de Cortés cuando Eugenie cabalgó a lomos de un tiburón ballena de 15 metros, el pez más grande del mar. ¡Pensó que nunca la volvería a ver! Más tarde, ella lo calificó como uno de los viajes más emocionantes de su carrera. Una anécdota: enseñó al príncipe heredero Akihito de Japón cómo hacer snorkel.

Una nueva visión de los tiburones

Esta estadounidense logró demostrar, a través de innovadoras técnicas de investigación, que los tiburones eran seres inteligentes, con capacidad de aprendizaje. Desmintió que no pudieran respirar si permanecían inmóviles (se creía que los tiburones nadaban incluso mientras dormían). Lo averiguó cuando penetró en una cueva submarina de la península del Yucatán y descubrió a un grupo de escualos reposando en el interior. Es decir, Eugenie se topó cara a cara con una manada de estos «temibles» animales, sin poder huir de ellos. Aquella noticia dio la vuelta al planeta, tanto por lo que aportaba como por su valor.

Pero Eugenie de lo que siempre alardeaba era de que tan solo en una ocasión un escualo le había mordido. ¡Y fue fuera del agua!

La ictióloga se dirigía en su furgoneta hacia una escuela donde iba a dar una charla. Para apoyar su explicación, llevaba una mandíbula disecada de un tiburón tigre de 3 metros y medio apoyada en el asiento del acompañante. De repente, un semáforo se puso en rojo. Ella frenó bruscamente y, temiendo que la mandíbula se dañara con la parte delantera del coche, extendió su brazo, sirviendo de escudo. Los dientes del escualo se hundieron en su brazo, dejándole una marca de mordisco con forma de semicírculo.

Repelente contra tiburones

Uno de los hechos más notables de su carrera fue la investigación que llevó a cabo acerca del ataque de un tiburón tigre a Douglas Lawton, de 8 años, mientras jugaba con su hermano en el puerto de Saratosa, en 1958. Los gritos atrajeron a varias personas que consiguieron ahuyentar al escualo. A Douglas le amputaron la pierna a la altura de la cadera, y Eugenie, que entonces trabajaba en la estación marina experimental de Sarasota, tomó el caso.

Dado el amor que sentía por estos animales, trabajó para lograr un repelente para tiburones. Los amaba, pero comprendía que debían poder defenderse de ellos. Le dedicó muchas horas, esfuerzo y trabajo, pero mereció la pena, porque… lo logró. Descubrió que la secreción que emanaba el pez plano de moisés (pardachirus marmoratus) repelía a los tiburones.

Eugenie murió a los 92 años en Sarasota, vencida por un cáncer de pulmón. Y aun así, el año anterior estuvo buceando en el golfo de Aqaba, en la península del Sinaí.

En julio de 2018, un grupo de científicos estadounidenses capturaron un ejemplar de una nueva especie de tiburón en las costas de Florida. Fue bautizado como «Squalus clarkae», en honor a Eugenie Clark, la reina de los tiburones.

Eugenie Clark, protagonista de MUJERES DE LOS MARES, de Ediciones del Viento.