Estamos hablando de Descension, la más reciente instalación del escultor y arquitecto británico de origen indio Anish Kapoor (Bombay, 1954), concebida para la tercera edición de la Kochi-Muziris Biennale. Esta instalación artística, a pesar de no tener una estrecha relación con los temas de arte electrónico que solemos tratar en este espacio de la Fundación Aquae, nos cautivó por el empleo creativo de los materiales y en este caso específico el agua, por parte de este polifacético artista.
Descension,una instalación cinética
Sustancia muy difícil de moldear y una de las pocas, quizás la única, presente en la naturaleza al mismo tiempo en tres estados diferentes (sólido, líquido y gaseoso), el agua es la protagonista de una instalación cinética. En ella Anish Kapoor consigue dar forma a este liquido y jugar a la vez con las sensaciones del espectador.
Kapoor ha vuelto a poner en relieve el significado de dimensiones y superficies como en muchas de sus obras. Lo ha hecho más allá de la complicidad con las leyes físicas y el efecto Coriolis. Que como es bien conocido puede condicionar el sentido de rotación de las grandes masas de agua o aire que recubren la Tierra.
Anatomía de la obra
En Descension, Anish Kapoor crea un agujero en la tierra de unos tres metros de diámetro. Con él el artista indio explora la relación y las formas indefinidas y a menudo irreales que surgen de su imaginación. El remolino de Descension pone de manifiesto una vez más el sentido del no-objeto, ya que, como destacó el propio Kapoor, el objeto no es algo sólo físico, sino un instrumento que te lleva hacia otro lugar. “La piel es lo que define un objeto y es distinto del concepto de escala. El peso y la masa están condicionados por la piel. La escala no tiene nada que ver con las dimensiones y es más la relación que se establece entre dimensiones y significado”, indica el artista, conocido por sus esculturas de tamaño descomunal y superficie imposibles.
Estamos hablando de sus obras arquitectónicas como el célebre Ark Nova (2013). Se trata de una enorme sala para conciertos inflable, concebida en colaboración con el arquitecto japonés Arata Isozaki. O el Cloud Gate (2004), una escultura concebida para el Millennium Park de Chicago. Kapoor llama cariñosamente The Bean (la alubia, debido a su forma elíptica) a esta obra que se parece también a una gigantesca gota de mercurio. Aunque en realidad ha sido recubierta de sólidas e indetectables placas de acero.
Breve recorrido por la trayectoria de Anish Kapoor
Anish Kapoor es un artista, escultor y arquitecto, que saltó al estrellado después de ser galardonado en la Bienal de Venecia de 1990 y ganar el Turner Prize en 1991, tiene una obstinada obsesión para reinterpretar las dimensiones y los grandes espacios arquitectónicos. Tan sólo hay que pensar en el tamaño descomunal de algunas de sus obras más recientes como el Leviathan (2011). Una grande escultura curvilínea en PVC con la que ha llegado a llenar los espacios del Grand Palais de París.
“La escala, por supuesto, crea un cierto grado de misterio alrededor del objeto”, matiza Kapoor. Lo hace al hablar de Descension, subrayando que las relaciones que se establecen con el público son muy importantes. “La obra no existe por sí sola y además está supeditada a las relaciones que se establecen con el espacio. No se trata de colocar simples objetos en una habitación, sino de otorgar una dimensión nueva a la relación entre ambos”, explica el artista.
Un ejemplo en este sentido puede ser también la célebre When I’m pregnant (1992). La inolvidable pared blanca embarazada, una pieza que proporciona al espectador una experiencia cinemática sorprendente. De hecho, la escultura aparece y desaparece según el punto de vista del espectador. Así se demuestra una vez más que la relación entre formas y colores, objeto y superficie ha convertido Kapoor en uno de los artistas plásticos más influyentes de su generación.