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El satélite SMOS detecta los efectos del cambio climático

El cambio climático ya está aquí, y sus consecuencias llegan a todos los rincones del mundo, desde el deshielo del Ártico hasta el clima en Europa. En el marco del Día Mundial del Agua, con el lema "Agua y cambio climático", Antonio Turiel, científico titular del Instituto de Ciencias del Mar de Barcelona, explica de qué se encarga la oceanografía por satélite y cómo nos influye que el rápido deshielo del Ártico.

La lucha contra el cambio climático está siendo liderada por entidades como la Agencia Espacial Europea (ESA), encargada del satélite SMOS. Este satélite busca entender los efectos del cambio climático a través del estudio de la humedad del suelo y la salinidad de los océanos.

Pero el deshielo de glaciares no solo afecta a los ecosistemas locales del Ártico, sino que también transforma los sistemas climáticos de todo el mundo.

Antonio Turiel trabaja en una misión de la Agencia Espacial Europea. Concretamente en un novedosos satélite llamado SMOS, cuya misión es medir la salinidad de la superficie del mar y la humedad sobre el suelo. Esto nos permite saber cómo nos afecta la crisis climática.

Una tecnología vanguardista para controlar el deshielo 

La oceanografía por satélite resulta muy importante para entender el ciclo del agua que es uno de los procesos que más se está acelerando como consecuencia del cambio climático, asegura Turiel.

Al estudiar la salinidad oceánica se puede tener una idea de cuánta agua se está evaporando. Y cuán de intensos pueden ser los siguientes eventos de precipitación hasta 3 meses vista. Además, este tipo de tecnología sirve para medir el incremento de la descarga de los ríos del Ártico y cómo interactúa el océano con la masa de hielo ártico.

Cuando desaparece el hielo, el mar tiene más capacidad de acumular calor, y esto acaba afectando al clima de todo el hemisferio norte y en particular a Europa” afirma Antonio Muriel.

El satélite SMOS de la ESA está intentando avanzar en la investigación sobre el cambio climático a través de la observación de la salinidad de los océanos. Se trata de una observación de la Tierra para comprender cómo influye la actividad humana en los procesos naturales del planeta.

El satélite SMOS

El satélite SMOS fue lanzado en un misil balístico intercontinental ruso para estudiar la humedad de los suelos y la salinidad de los océanos. En 2012 el satélite SMOS venció su supuesto límite de vida, que era de tres años. Sin embargo, gracias al buen funcionamiento técnico de esta obra aeroespacial, en el año 2019, el satélite SMOS, de la ESA, superó una década en órbita.

La tecnología que va a bordo se llama MIRAS (Microwave Imaging Radiometer with Aperture Synthesis). MIRAS es el corazón de la misión del satélite SMOS y fue construido por un total de 20 empresas europeas.

El estudio de la humedad del suelo y la salinidad de los océanos

Sin duda, el cambio climático es uno de los mayores retos a los que se enfrenta el ser humano en la actualidad. La comunidad científica busca la mejor manera de poder establecer estimaciones realistas sobre la variación climática. Una de las formas para hacerlo es estudiando las dos variables clave del ciclo del agua de la Tierra. Hablamos, más concretamente, de la humedad del suelo y la salinidad del océano.

Al estudiar estas dos variables es posible entender mejor cómo los cambios del clima pueden estar afectando los patrones de evaporación. El objetivo del satélite SMOS es aportar esta información utilizando el estudio de la humedad del suelo y la salinidad del mar.

La humedad del suelo y la humedad ambiental están conectadas. Si el suelo se seca debido a la sequía, entonces se evapora menos agua en nuestra atmósfera. Un aumento en la humedad del suelo genera más humedad ambiental, lo cual se traduce en el aumento de temperaturas.

Por otra parte, la salinidad de los océanos afecta las corrientes marinas. La concentración de sal –salinidad– del agua varía en función de la adición o eliminación de agua dulce a través de la evaporación y la lluvia.