Historias del cambio
Biofactorías: un ejemplo en economía circular
Mitigar los efectos del cambio climático es uno de los mayores desafíos que tenemos como sociedad. El desarrollo sostenible y la economía circula será esencial para lograrlo. En esta Historia del Cambio abordamos diferentes iniciativas que contribuyen a reducir nuestro impacto en el medio ambiente para, de esta forma, alcanzar las metas establecidas en el ODS 13 ‘Acción por el clima’ fijado en la Agenda 2030 de Naciones Unidas.
Con la vista puesta en la agenda 2030, los Estados Miembros de Naciones Unidas aprobaron una serie de objetivos sostenibles. El ODS 13 dice: “Adoptar medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus efectos”.
Los efectos de la crisis climática afectan ya a todos los países del mundo. Una situación que está provocando la proliferación de fenómenos meteorológicos cada vez más extremos. Además, las emisiones de gases de efecto invernadero continúan aumentando y, actualmente, son un 50% superior a los niveles del 1990, según datos de Naciones Unidas. Para frenar este problema, y limitar el calentamiento a 1,5°C, las emisiones mundiales de CO2 deberán disminuir en un 45% entre 2010 y 2030, y alcanzar el cero alrededor de 2050.
Las pérdidas anuales causadas solo por catástrofes relacionadas con el clima alcanzan cifras estratosféricas. A nivel mundial, y según estimaciones de la ONU, el nivel del mar promedio aumentó 20 centímetros desde 1880, y se proyecta que aumentará otros 30-122 cm para 2100.
Para lograr frenar los devastadores efectos del cambio climático, todos los sectores implicados en el funcionamiento de la sociedad deberán realizar importantes esfuerzos. Porque, sin duda, es necesario avanzar hacia un modelo más respetuoso con el planeta.
En este sentido, y como indica el Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico en la ‘Estrategia para la Descarbonización a largo plazo 2050’, uno de los sectores que más oportunidades generará en los próximos años será el sector energético que se estima que creará alrededor de más de 18 millones de puestos de trabajo enfocados, específicamente a la energía sostenible.
Avanzar en economía circular
El modelo económico actual es un modelo lineal, basado en “tomar-fabricar-consumir-eliminar”. Este modelo es agresivo con el medio ambiente y agotará, de seguir así, las fuentes de suministro, tanto materiales como energéticas. Por esto, la tendencia es dirigirnos hacia una economía circular, es decir, hacia un modelo de producción y consumo basado en la sostenibilidad.
Reducir al máximo la generación de residuos es uno de los objetivos de la economía circular.
La economía circular maximiza los recursos disponibles, tanto materiales como energéticos, para que permanezcan el mayor tiempo posible en el ciclo productivo, apunta el MITECO. Este modelo aspira a reducir en todo lo posible la generación de residuos y a aprovechar al máximo aquellos cuya generación no se haya podido evitar.
Así se extraen materias primas, se fabrican productos y de los residuos generados se recuperan materiales y sustancias que, posteriormente, se reincorporan, de forma segura para la salud humana y el medio ambiente, de nuevo al proceso productivo.
Transformar las depuradoras en biofactorías
En cualquier núcleo poblacional, por el hecho de congregar a un número indeterminado de personas, se genera unos deshechos: desperdicios, basuras y, por supuesto, aguas residuales.
Las aguas residuales domésticas, producidas por los usos urbanos e industriales, son recogidas por las redes de alcantarillado y saneamiento, y son depuradas en las Estaciones Depuradoras de Aguas Residuales (EDAR).
Estas instalaciones tratan de reproducir de forma artificial e industrializada, los mecanismos de autodepuración natural del río. De esta forma, el agua que sale de estas plantas se devuelve a los ecosistemas acuáticos con una mejora sustancial de sus condiciones.
Porque, cuando se tira de la cadena del inodoro, en realidad, se inicia un largo proceso de varios kilómetros de tuberías y canales en los que participan diferentes colectores, estaciones de bombeo y plantas depuradoras.
Las biofactorías
Las biofactorías son un sistema pionero que suponen un cambio de paradigma en el sector hídrico. Estas infraestructuras verdes transforman una ‘simple’ estación depuradora (en la que se trata el agua residual con el fin de devolverla optimizada a la naturaleza) en un centro circular.
Los residuos que se recogen durante el ciclo integral del agua son utilizados para producir recursos sin generar residuos. Este modelo contribuye a reducir el impacto al medio ambiente y, además, no consume energía de origen fósil porque estas biofactorías cuentan con la capacidad de producirla de forma renovable.
Por un lado, el 100% del agua que se sanea en la planta depuradora puede reutilizarse y del mismo modo, los residuos generados en el proceso, como lodos de alcantarillado o arenas, se utilizan posteriormente como abono para usos agrícolas, urbanos e industriales. Y por otro, el biogás producido se reutiliza en su demanda de energía interna, junto con la energía solar fotovoltaica y la electricidad procedente de las turbinas hidráulicas.
Otro de los objetivos de este tipo de infraestructuras verde es minimizar el impacto y garantizar la protección de la biodiversidad que los rodea, así como incluir la participación y la integración social de la instalación en la ciudad, aportando beneficios directos a su población.
El Grupo Agbar es pionero en la utilización de estas biofactorías tanto en España como en otros países como, por ejemplo, en Chile. De hecho, en la COP24 de 2018 se premió, con el Momentum for Change de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la iniciativa de transformación de tres plantas de tratamiento de agua tradicionales de Santiago de Chile en biofactorías, a través de la empresa Aguas Andinas. La biofactoría ubicada en Santiago de Chile fue la primera del mundo.
También allí pusieron en funcionamiento los seis megaestanques de agua, una gran infraestructura hidráulica que permitió pasar de 11 a 34 horas de autonomía a Santiago de Chile, pudiendo dar respuesta a fenómenos meteorológicos extremos como consecuencia del cambio climático y contribuyendo al desarrollo de una ciudad cada vez más resiliente.
En España, el modelo de las biofactorías ya se ha implementado con éxito en Granada (desde Emasagra), y está en proceso en Barcelona (desde Aguas de Barcelona) ambas pertenecientes al Grupo Agbar, que prevé extender, de forma gradual, este modelo con el objetivo de maximizar la reutilización de agua regenerada así como alcanzar el residuo cero y la autosuficiencia energética en sus plantas depuradoras.
En la biofactoría Sur (Granada), se produce un autoabastecimiento de energía, incluida la propia flota de vehículos eléctricos, y se genera más electricidad de la que gasta, vertiéndola a la red. Además, el agua tratada se emplea para riego y los residuos sólidos se reciclan como abono agrícola.
Por ejemplo, en 2021, la instalación ha tenido un grado de abastecimiento energético superior al 100% en cómputos globales, pero su eficiencia ha alcanzado picos superiores al 140% en momentos concretos. En cifras, la producción energética anual de la planta es de unos 4GWh, el equivalente al consumo anual medio de unos 1.200 hogares españoles.
Todo esto contribuyó a que la Oficina Española de Cambio Climático otorgara, en 2019, el triple sello “Calculo + Reduzco + Compenso” a Emasagra, siendo la primera empresa del sector a nivel nacional en alcanzar la neutralidad climática tras reducir, medir y compensar su huella de carbono.