Historias del cambio

La reforestación, un método para lograr ciudades más sostenibles

La mayor parte de la población vive en las diferentes ciudades del mundo. Por esta razón, los centros urbanos deben tomar acciones para construir un planeta más sostenible y resiliente al cambio climático. Y es que solo con la adaptación de las ciudades hacia un modelo más verde será posible lograr una sociedad más respetuosa, igualitaria y limpia. En esto se basa el objetivo número 11 marcado en la Agenda 2030 de Naciones Unidas que abordamos en esta Historia del Cambio.

Con la vista puesta en la agenda 2030, los Estados Miembros de Naciones Unidas aprobaron una serie de objetivos sostenibles. El ODS 11 dice: “Lograr que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles”.

Una ciudad sostenible es aquella que proporciona la mejor calidad de vida a sus habitantes a la vez que reduce su huella ambiental. Esto lo consigue sin poner en riesgo los recursos naturales al tiempo que garantiza que las necesidades presentes sin comprometer a las generaciones futuras.

Mejorar la seguridad y la sostenibilidad de las ciudades implica garantizar el acceso a viviendas seguras y asequibles, y la mejora de los asentamientos marginales. También incluye realizar inversiones en transporte público, crear áreas públicas verdes y mejorar la planificación y gestión urbana de manera que sea participativa e inclusiva.

Crear ciudades sostenibles es una de las metas establecidas en el ODS 11

Según datos del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), más de la mitad de la población mundial vive hoy en zonas urbanas. En 2050, y según las estimaciones del PNUD, esa cifra habrá aumentado a 6.500 millones de personas, dos tercios de la humanidad. No es posible lograr un desarrollo sostenible sin transformar radicalmente la forma en que construimos y administramos los espacios urbanos, ya que las ciudades ocupan el 3% de la tierra, pero representan del 60 al 80% del consumo de energía y, al menos, el 70% de las emisiones de carbono.

El rápido crecimiento de las urbes en el mundo ha provocado un incremento explosivo de las megaciudades (ciudades con 10 millones de habitantes o más). Los barrios marginales se están convirtiendo en una de las características más significativas de la vida urbana, estimándose que allí se asientan unos 825 millones de personas aproximadamente, cifra que va en aumento.

Más de la mitad de la población mundial vive en zonas urbanas.

Un dato interesante es el de que el 60% de los lugares que se urbanizarán en 2030 aún están por construir, y teniendo en cuenta que las áreas metropolitanas representan alrededor del 70% de las emisiones de carbono mundiales y más del 60% del uso de los recursos, es el propio ciudadano el que puede indicar el camino a seguir.

Los bosques y la reforestación 

Entre 1990 y 2015, el mundo perdió 129 millones de hectáreas de bosques. La FAO afirma que la deforestación es la responsable del 17% de las emisiones globales de carbono anuales, aproximadamente 5.000 millones de toneladas.

Los bosques aportan muchos beneficios, ya que eliminan grandes cantidades de carbono del aire y lo almacenan en hojas, ramas, troncos, raíces y tierra. Los árboles más viejos almacenan más carbono, mientras que los árboles más jóvenes absorben más carbono.

Además, los bosques enfrían el aire y generan oxígeno, limpian las aguas y regulan las precipitaciones y el viento. También reducen la erosión del suelo, detienen la desertificación y disminuyen los impactos de las inundaciones.

Reforestación en Alicante

Fundación Aquae, junto a Hidraqua, realizan las labores de reforestación en el marco de ‘Sembrando Oxígeno’. 

Cada vez están surgiendo más acciones de reforestación. Y es que este tipo de iniciativas son una oportunidad para contribuir a crear un planeta más sostenible y verde. Como ejemplo de esto, en 2015, surgió el proyecto Sembrando Oxígeno, de Fundación Aquae. Una iniciativa que nació tras el peor incendio forestal en veinte años en la provincia de Alicante, que devoró más de 1.700 hectáreas en Pego. En esta zona, se sembraron un total de 5.000 árboles de especies autóctonas y resilientes como son la encina (Quercus ilex rotundifolia) y la coscoja (Quercus coccifera). Desde entonces hasta hoy, se han plantado más de 13.500 árboles a lo largo y ancho de la geografía española.

Ciudades sostenibles: el método Miyawaki 

Recuperar suelo forestal a través de la plantación de especies autóctonas en determinadas zonas ya era una iniciativa que se llevaba a cabo hace 30 años en Japón. Se conoce como ‘método Miyawaki’ y su objetivo es paliar la pérdida de la biodiversidad en favor del medio ambiente.

El botánico japones Akira Miyawaki observó que, en las áreas protegidas alrededor de templos, santuarios y cementerios en Japón (“chinju no mori”) se daba una gran variedad de vegetación autóctona que producía ecosistemas resilientes y diversos, contrastando con los bosques de árboles no autóctonos cultivados para madera.

Crear ciudades sostenibles es una de las metas establecidas en el ODS 11

Esto, unido a sus estudios sobre el concepto de vegetación natural potencial (PNV) y la fitosociología (la forma en que las especies de plantas interactúan entre sí), le llevó a comprender que se trataba de cápsulas del tiempo, que mostraban cómo los bosques autóctonos se agrupaban en cuatro tipos de plantaciones nativas: especies de árboles principales, subespecies, arbustos y hierbas que cubren el suelo.

De este modo surgió, en la década de los 70, el método Miyawaki:

El futuro suelo forestal se analiza y se mejora, supliendo las deficiencias con material local sostenible, por ejemplo, cáscaras de arroz de un molino cercano. Se plantan densamente con una amplia variedad aleatoria de plántulas nativas (de 20.000 a 30.000 por hectárea en contraposición a las 1.000 por hectárea en la silvicultura comercial), y se les deja crecer con una mínima intervención: durante dos o tres años el sitio es monitoreado, regado y desyerbado para darle al bosque naciente la oportunidad de establecerse. La densidad provoca una gran competencia entre las especies plantadas, luchando por conseguir luz y agua. Esta competencia acelera el crecimiento, dando como resultado un bosque que debió crecer en 100 años y que se ha conseguido en tan solo una década.

¿El resultado? Ecosistemas complejos perfectamente adaptados a las condiciones locales que mejoran la biodiversidad, crecen rápidamente y absorben más dióxido de carbono. En tan solo 20 años pueden convertirse en ecosistemas maduros, en contraposición de los 200 años que puede tardar un bosque en regenerarse por sí solo, albergando hasta 20 veces más especies que los bosques gestionados no autóctonos. Incluye, naturalmente, a los polinizadores locales como las mariposas y las abejas, los escarabajos o los caracoles.

El método Miyawaki permite crear ecosistemas adaptados a mejorar la biodiversidad

Esto resulta beneficioso también para la salud mental de los ciudadanos, ya que son efectivos a la hora de reducir la contaminación y restar las islas urbanas de calor (el cemento y el asfalto que recubren toda la superficie urbana absorben la radiación solar e impiden la evapotranspiración).

En 2006 fue galardonado con el premio Blue Planet, considerado el premio Nobel del Medio Ambiente (reconoce esfuerzos sobresalientes en investigación o en aplicaciones de la ciencia, que contribuyan a resolver problemas medioambientales globales). A la edad de 91 años, Miyawaki ha plantado más de 40 millones de árboles en 15 países, incluido, por supuesto, el suyo.