Consumo colaborativo, economía o sociedad colaborativa son algunos de los términos que están adquiriendo más protagonismo en las sociedades actuales. Estos conceptos giran entorno a las tradicionales ideas de compartir, intercambiar o prestar que, gracias a los avances tecnológicos, buscan adaptarse en las sociedades modernas del Siglo XXI.
¿Qué es el consumo colaborativo?
El consumo colaborativo propone una visión en la que se realiza un consumo más honesto y controlado de recursos. Por ello, se presume la persecución de un bien social con la colaboración.
Una de las características de esta cultura de consumo colaborativo es su percepción de la abundancia, tanto en los recursos digitales como en los materiales. Por eso precisamente la economía colaborativa tiene tanto éxito en países en desarrollo, ya que permite la optimización de recursos, la generación de empleo y la generalización del uso de las tecnologías.
Ejemplos de consumo colaborativo
Un ejemplo de economía colaborativa es Ouishare. Se trata una red internacional de personas que gira entorno a cinco valores: la colaboración, la apertura, el cuidado, la do-crazy y la beta permanente. Tiene su origen en Francia y se ha extendido por toda Europa hasta llegar hoy en día hasta América Latina y del Norte, y Oriente Medio.
Llevar a cabo un consumo colaborativo conlleva cambiar las pautas a la hora de consumir. Por ejemplo, no compro una bicicleta, utilizo la bicicleta que la ciudad proporciona, o compro objeto que necesito a los vecinos de mi barrio.
Empresas como Airbnb y Uber han transformado la forma en que las empresas interactúan con los clientes. Con las tecnologías digitales y los dispositivos móviles que facilitan más que nunca el acceso a los servicios compartidos, la economía colaborativa se ha convertido en parte de la sociedad cotidiana.
Esta idea colaborativa y con la irrupción de la tecnología se amplia a nuevos conceptos como la financiación a través de monedas alternativas, el crowfounding y las criptomonedas. Es decir, buscar alternativas a los mecanismos tradicionales para mover el dinero o el valor en general.
La educación y el aprendizaje son otros de los pilares de esta economía colaborativa. Gracias a la tecnología y las licencias abiertas, como Creative Commons, podemos compartir todo tipo de conocimientos e información a través de Internet.
Construir una sociedad colaborativa
La era digital y el aumento de la conectividad muestran que la economía colaborativa ha llegado para quedarse. El éxito de empresas como Uber, Kickstarter, Airbnb, TaskRabbit y muchas otras han demostrado que es un modelo viable de crecimiento. Además, los avances tecnológicos están allanando el camino para las nuevas empresas.
El éxito del modelo se puede atribuir a su minimalismo y al deseo de la gente de ahorrar dinero. Compartir se ha vuelto cada vez más popular, ya que brinda a las personas la oportunidad de aprovechar al máximo lo que ya no necesitan.
Ahora es más fácil que nunca para las plataformas de economía colaborativa conectar a las personas, fomentar el intercambio y crecer utilizando teléfonos inteligentes, aplicaciones y plataformas en línea.
Los espacios 3.0 y los avances tecnológicos hacen avanzar a la sociedad hacia nuevos modelos de consumo donde prima más el acceso que la propiedad. Construir una sociedad colaborativa se trata de llevar estos valores colaborativos a la toma de decisiones más allá de la propia economía.
La economía colaborativa ofrece una gran oportunidad de cambio y crecimiento. Los emprendedores del futuro que estén listos para ir más allá y aprovechar las nuevas tecnologías que dan forma a la forma en que compartimos, decidirán a dónde nos llevará.
El termino de sociedad colaborativa es un concepto más novedoso pero que está cogiendo más fuerza, según afirma Cañigueral. Gracias a estos mecanismos colaborativos tener una mayor abundancia de recursos digitales y materiales donde todo el mundo tiene accesos.