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Aire limpio, ciudades sanas

La expansión de la pandemia de la Covid-19 a nivel mundial ha desencadenado en una de las mayores crisis económicas del siglo XXI. Con más de 100 países bloqueados y en confinamiento, la producción mundial se paralizó por completo afectando a las cadenas de suministro de todo el mundo. Todo este bloqueo también afectó al medio ambiente logrando mejorar los niveles de aire limpio en las principales ciudades del mundo.

El aire limpio es fundamental para la ciudades y la salud de las personas que viven en ellas

Según la OCDE estima que el PIB de los países integrantes se contraerá en un 9,5% en 2020 si se produce una segunda oleada de infecciones por Covid-19. En los últimos meses se han puesto en marcha numerosas medidas para reducir la expansión del virus y el riesgo de contagio.

La cooperación internacional resulta clave para avanzar en el desarrollo de las ciudades para afrontar esta crisis económica y social. Otra de las evidencias que nos deja esta pandemia es la clara necesidad de luchar contra el cambio climático. La contaminación del aire y del agua repercuten claramente en nuestra salud, pero también nos hace más vulnerable ante estas situaciones.

Por unas ciudades con aire limpio 

La crisis provocada por el coronavirus plantea una oportunidad para tomar decisiones y medidas que supongan un cambio en el paradigma del consumo, la producción y la vida social. La sociedad debe ser capaz de adaptarse a vivir con este virus. Esto supone una clara necesidad de reconstruir las ciudades teniendo en cuenta el medio ambiente para hacer de nuestras ciudades y espacios urbanos, lugares saludables donde vivir.

Uno de los principales retos que se plantean es conseguir un aire limpio en las ciudades. A nivel mundial, se espera que las emisiones de CO2 disminuyan en un 8% en 2020 según la Agencia Internacional de la Energía. A continuación, os dejamos una infografía donde poder consulta cómo esta reclusión forzosa en los hogares ha tenido un impacto positivo en la calidad del aire.

Durante el confinamiento, la contaminación del aire se vio disminuida alcanzado mínimos históricos. Pero una vez levantadas las medidas de confinamiento, se ha observado un aumento de los niveles de concentración de dióxido de carbono. La sociedad ha vuelto a producir, a desplazarse y volver poco a poco a su ruina lo cual se ha visto reflejado en la calidad del aire.

No debemos olvidar que la calidad del aire que respiramos tiene un efecto sobre nuestra salud. Aquellas ciudades con niveles de contaminación alto, las enfermedades pulmonares y cardiacas son las responsables de al menos 7 millones de muertes prematuras al año, según afirma la OCDE.

Y no solo esto, el dióxido de nitrógeno producido principalmente por las centrales eléctricas, vehículos y otras instalaciones industriales puede tener graves repercusiones en la salud humana como una mayor posibilidad de contraer problemas respiratorios, como el asma o la bronquitis.

Retos futuros a nivel medioambiental 

La recuperación tras la crisis sanitaria es una oportunidad para construir ciudades con una economía más sostenible. Por ello, instituciones y organismos deben ponerse manos a la obra para tomar decisiones encaminadas a un futuro que respete el medio ambiente, y por tanto, la salud de las personas.

Invertir en medidas sostenibles no solo ayuda a crear puestos de trabajo que potencien el crecimiento económico de las ciudades, sino también ayuda a reducir los niveles de CO2, prepara a las ciudades para futuros riesgos climáticos y mejora la calidad del medio ambiente urbano. Por tanto, luchar contra los efectos de la contaminación del aire supone proteger la salud de las personas y favorecer a mitigar el cambio climático en el mundo.

Tras la crisis financiera del 2008, se formularon políticas orientadas a la recuperación ecológica como la expansión del uso de energía renovable. La crisis del Covid-19 ofrece una situación similar que ayude a potenciar la tecnología renovable y la innovación en materia de estimulo ecológico.

Los recientes análisis de la OCDE han demostrado que los gobiernos nacionales desempeñan un papel fundamental en el impulso de la recuperación ecológica, pero que la mayoría de las medidas de recuperación económica nacional propuestas actualmente no son lo suficientemente siendo superadas por aquellas consideradas “marrones” o contaminantes.