El uso urbano del agua es posible gracias a las fases del llamado ciclo urbano del agua. Pero antes de entrar en detalle conviene diferenciarlo de un ciclo que ocurre de manera natural. Cuando hablamos del ciclo natural del agua, hablamos sobre todo de los estados por los que pasa el agua de forma natural. Es el proceso de transformación del agua por el que ésta acaba evaporándose desde el mar. El agua evaporada se condensa en la atmósfera y después vuelve a la tierra en forma de nieve. El agua de la nieve se derrite y llega de en su estado líquido a los ríos y lagos que discurren por el espacio terrestre. Finalmente, el agua de los ríos termina por llegar el mar y es ahí donde el ciclo comienza de nuevo.
En esta ocasión hablaremos de un proceso igualmente cíclico pero que ocurre por la intervención del hombre. El ciclo urbano del agua supone un círculo de mejora continua que posibilita el uso urbano del agua o, lo que es lo mismo, que ésta pueda llegar a los grifos de nuestras casas. Este proceso conlleva diferentes fases, aunque en cada caso las etapas del ciclo urbano del agua dependerán del estado de ésta cuando se capta.
El ciclo del agua que consumimos puede dividirse en tres fases: abastecimiento, saneamiento y reutilización.
El abastecimiento abarca las fases desde la captación de agua hasta que llega a las acometidas y contadores de los edificios.
El saneamiento es una parte imprescindible del ciclo urbano del agua. En esta etapa se devuelve el agua ya utilizada a su cauce natural, respetando siempre el medio ambiente.
La reutilización aprovecha el agua para usos distintos al consumo humano como el riego de jardines, la agricultura o algunos usos industriales.
Según datos oficiales, aproximadamente el 20% del agua consumida en España se destina al uso urbano (4.066 Hm3 al año). El 70% del consumo urbano corresponde al consumo propiamente doméstico. Y la media a nivel nacional es de 122 litros por habitante y día.