Hay dos tipos de carbono dependiendo de cómo y dónde se atrape de la atmósfera. El carbono verde es aquel que es retenido por los bosques. El carbono azul es el que es capturado por las especies vegetales marinas que se encuentran en los ecosistemas costeros: manglares, paraderas marinas y marismas. Este resulta imprescindible para combatir las consecuencias del cambio climático.
Estos ecosistemas acuáticos recogen el CO2 del agua, que proviene de la atmósfera, y almacenan parte de él en los sedimentos oceánicos. Ahí puede permanecer durante mucho tiempo, por lo que supone un sistema de secuestro de carbono de gran eficiencia. Esto se debe a que las condiciones de bajo oxígeno en el suelo de estos ecosistemas facilitan que se retenga el carbono durante siglos.
Los manglares, marismas y praderas marinas, pero también los océanos, son conocidos como “pozos de carbono”. De hecho, según la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA), estos pozos son capaces de secuestrar CO2 con mayor rapidez que los bosques, incluso aunque son de menor tamaño. Por ejemplo, un manglar puede llegar a almacenar diez veces más que un bosque.
Cuando estos pozos de carbono azul o sumideros naturales de carbono se alteran o dañan, gran parte del CO2 que tienen almacenado sale a la atmósfera y se suman al resto de emisiones. Por lo tanto, proteger y restaurar los hábitats costeros es una buena manera de mitigar el cambio climático, porque pueden llevar a cabo su función de absorción y almacenaje de carbono azul.
Desde la década de 1970, los océanos han absorbido el 93% del exceso de calor de las emisiones de gases de efecto invernadero. En su último informe, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) afirmaba que el aumento del nivel del mar se está acelerando a un ritmo ‘sin precedentes’, con unas proyecciones en las que no se puede descartar que para 2100 haya subido en 2 metros.
De ahí que durante la COP25 el cuidado de los océanos fuese clave. La Alianza NDC enfatizó en sus conversaciones el término de carbono azul como solución a las consecuencias del cambio climático. La mayoría de los países integrantes de la NDC se refirieron al océano, así como a los ecosistemas costeros, como un gran potencial para la adaptación, mitigación y resiliencia ante el cambio climático.
En la actualidad, estos tres pozos de carbono azul presentan, según los expertos, la siguiente panorámica:
Además de esa capacidad para retener el carbono azul, los ecosistemas costeros como manglares, marismas y praderas marinas proporcionan numerosos beneficios y servicios con relación a la mitigación de las consecuencias del cambio climático y al desarrollo medioambiental: