La desertificación es una de las mayores amenazas que asolan el planeta. Cada año más de 24.000 millones de toneladas de suelo fértil desaparecen y dos tercios de la Tierra están sometidos a un duro proceso de desertificación, según afirman desde el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). Si no tomamos medidas, las consecuencias de esta degradación del terreno en la naturaleza y su biodiversidad podrían ser irreversibles.
Antes de abordar la situación actual de sequía y desertificación en España, es importante conocer qué son estos dos conceptos:
- La sequía es el déficit de lluvias durante un periodo de tiempo y una de las causas que provoca la desertificación de un territorio.
- La desertificación hace referencia a una degradación de la tierra en zonas áridas, semiáridas y sub húmedas como consecuencias de las variaciones climáticas y de las actividades humanas.
Ambos fenómenos no solo tienen un devastador impacto medioambiental, sino que también social y económico.
España, uno de los países más amenazados
España es la región europea más amenazada por los efectos de la desertificación. El país cada vez es más árido y seco. La falta de precipitaciones y el aumento significativo de las temperaturas están aumentando por la acción del cambio climático. Una situación que está provocando que las sequías hayan aumentado casi un 30% en frecuencia e intensidad en los últimos 20 años.
La falta de agua en el suelo y de humedad en el aire han incrementado la aridez del territorio de nuestro país desde 1990. En la actualidad, las previsiones del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITERD) no son muy alentadoras: el 75% y el 80% del territorio español está en riesgo de convertirse en un auténtico desierto. Además, el 20% del territorio español está ya catalogado como ‘degradado’ y el 75% es especialmente vulnerable de serlo. La Comunidad de Madrid, Castilla La Mancha, Comunidad Valenciana, Región de Murcia y sur de Almería son las áreas más amenazadas por este problema medioambiental.
Los incendios forestales son otro de los factores que incrementan la desertificación. En los últimos diez años, estos desastres han calcinado un 12,27% de la superficie de Cantabria, el 9,32% de Asturias y un 6,40% de Galicia, según el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA). Además, los efectos del cambio climático están provocando que los incendios sean cada vez más devastadores e intensos. Tanto es así que el valor medio anual de la superficie que abrasan superan ya las 500 hectáreas de terreno.
Causas y consecuencias de la desertificación
Es difícil determinar una causa única que provoque la desertificación. Es cierto que el ser humano es el principal responsable de este problema ambiental derivado de su actividad, pero también hay otras causas que agravan este fenómeno. Estas son algunas de ellas:
- Cambios en las condiciones del clima.
- Presión sobre los recursos naturales (vegetación, suelo y agua)
- Abandono o falta de gestión del territorio.
- Despoblación del medio rural y envejecimiento de la población.
- Cambios en el régimen de incendios forestales.
La desertificación es el resultado de la explotación insostenible de los recursos naturales que disponemos. Esto deriva a un deterioro irreversible de nuestro capital natural, de forma que las oportunidades de desarrollo y las condiciones de vida empeoran de forma considerable. La falta de suelos sanos y de recursos hídricos son una barrera para le desarrollo sostenible de la sociedad, provocando un incremento de la pobreza y una disminución del bienestar social. Algunas de sus principales consecuencias son:
- Pérdida de la biodiversidad.
- Inseguridad alimentaria.
- Mayor riesgo de aparición de enfermedades zoonóticas.
- Disminución de las reservas de agua potable.
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