El Ártico es uno de esos lugares donde los cambios son más evidentes. Hice mi primer viaje al Estrecho de Bering a mediados de los 90. Ya entonces los nativos de esa zona hablaban de la disminución del hielo marino. Me explicaban que años atrás era habitual cruzar desde Alaska a Rusia en trineos o motos de nieve sobre el mar helado. En los últimos años, es excepcional y muy raro las veces que se pueda cruzar ese pasillo natural.
2015 va camino de convertirse en el año más cálido en la Tierra desde que se tienen registros históricos. Las predicciones sobre la aceleración del cambio climático se han cumplido y sus efectos ya son evidentes en todos los continentes. Los escépticos del calentamiento global se han quedado sin argumentos ante la contundencia de los datos. Las consecuencias para las personas serán (ya lo son) de gran importancia y afectará a su seguridad por fenómenos extremos y a la disponibilidad de agua y alimentos. Viajé a el Ártico para comprobarlo.
El importante grosor del hielo
La banquisa es el hielo marino que cubre el océano. Está formado por agua salada (a diferencia de los icebergs que son de agua dulce). El grosor medio de esa capa helada es de uno a cuatro metros, aunque en algunas zonas de hielo perennes, al norte de Groenlandia y cerca del polo norte geográfico, puede superar los veinte metros. La banquisa polar llega a sus mínimos en septiembre. En verano, se funden las partes más expuestas a las altas temperaturas del agua, y la superficie se reduce a menos de la mitad. Desde 1980 la extensión total de la banquisa en el Ártico es cada vez menor, tanto en verano como en invierno, habiendo llegado a sus mínimos históricos en la última década. La capa de hielo es más delgada y eso la hace más vulnerable ante las fuertes corrientes marinas, el viento y el aumento de la temperatura.
Este hielo es una pieza importante para el equilibro del clima del planeta. Las superficies blancas hacen que hasta un 90% de la energía solar recibida sobre la Tierra rebote de nuevo hacia el exterior. Si el hielo ártico desaparece en verano se producirá una serie de procesos que afectará a los océanos y al clima de la superficie terrestre.
Las siguientes semanas estaré en diferentes zonas del Ártico canadiense. Viajaré a lugares donde el aumento de la temperatura afecta de manera determinante al hielo del océano, de los ríos y lagos. También, en estos lugares el permafrost desaparece a gran velocidad y plantas y animales sufren cambios provocados por el clima que ya están incidiendo en su comportamiento y distribución.
Los efectos del cambio climático en el Ártico
Los efectos del calentamiento global en el Ártico incluyen el aumento de las temperaturas, la pérdida de hielo marino y el derretimiento de la capa de hielo de Groenlandia. También es motivo de preocupación la posible liberación de metano de la región, especialmente a través del deshielo del permafrost y los clatratos de metano. Debido a la respuesta amplificada del Ártico al calentamiento global, a menudo se lo ve como un indicador principal del calentamiento global.
El derretimiento de la capa de hielo de Groenlandia está relacionado con la amplificación polar. El Ártico es especialmente vulnerable a los efectos de cualquier cambio climático. Esto se ha hecho evidente con la reducción del hielo marino en los últimos años. Los modelos climáticos predicen un calentamiento mucho mayor en el Ártico que el promedio mundial, lo que resulta en una atención internacional significativa a la región.
En particular, existe la preocupación de que la contracción del Ártico, como resultado del derretimiento de los glaciares y otros hielos en Groenlandia, pronto pueda contribuir a un aumento sustancial del nivel del mar en todo el mundo. El calentamiento actual del Ártico está provocando la liberación de carbono antiguo procedente del deshielo del permafrost, lo que lleva a la producción de metano y dióxido de carbono por parte de microorganismos.