Historias del cambio

Los plásticos: una amenaza para los océanos

Los océanos acogen a una gran biodiversidad. Los datos apuntan a que en ellos habitan alrededor de 200 mil especies marinas. Sin embargo, los efectos de la contaminación y el cambio climático está amenazando, cada vez más, a estos ecosistemas. En esta Historia del Cambio abordamos este problema y destacamos algunas iniciativas que aportan soluciones innovadoras para hacerle frente.

Con la vista puesta en la agenda 2030, los Estados Miembros de Naciones Unidas aprobaron unos objetivos sostenibles. El ODS 14 dice: “Conservar y utilizar en forma sostenibles los océanos, los mares y los recursos marinos para el desarrollo sostenible”.

El océano cubre tres cuartas partes de la superficie de la Tierra y representa el 99% del espacio vital del planeta en volumen. La temperatura, composición química, corrientes y vida de los mares son el motor de los sistemas globales que hacen que la Tierra sea un lugar habitable para los seres humanos.

Los océanos son capaces de absorber el 30% de CO2 de la actividad humana

El cambio climático y la acción humana son las principales amenazas de estas grandes masas de agua. Según apuntan desde el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), los océanos absorben alrededor del 30% del CO2 generado por las actividades humanas lo que provoca que, desde el inicio de la revolución industrial, se haya registrado un aumento en la acidificación de estas aguas de un 26%.

El ser humano también depende de los océanos para sobrevivir. Y es que, la biodiversidad de estos entornos marinos son el sustento de vida de más de 3.000 millones de personas, según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). Sin embargo, el 30% de las poblaciones de peces del mundo están sobreexplotado, alcanzando un nivel muy por debajo del necesario para producir un rendimiento sostenible.

Además, un 40% del océano se ve afectado por la contaminación, las pesquerías agotadas, la pérdida de hábitats costeros y otras actividades humanas, con un dato alarmante: por cada km2 de océano hay un promedio de 13.000 trozos de desechos plásticos. Y es que la presencia de este tipo de residuos en nuestras aguas es ya uno de los mayores desafíos para la sociedad actual.

El plástico: una amenaza para los océanos

El plástico fue uno de los inventos más revolucionarios del pasado siglo XX. Obteniéndose del petróleo, fue un reemplazo perfecto para muchos recursos más limitados gracias a sus múltiples ventajas: desde la variedad por el que se obtiene hasta por su precio económico y su resistencia.

El 40% de los océanos se ve afectado por la contaminación.

Tras la Segunda Guerra Mundial tuvo su auténtico despegue, pero a partir de la década de los sesenta comenzamos a darnos cuenta del impacto que los plásticos estaban teniendo en nuestro medio ambiente. Desde entonces, se ha intentado poner límites a su uso, algo que no está siendo nada sencillo, dado su arraigo en nuestra vida cotidiana.

En esta Historia del Cambio abordamos una de las mayores amenazas que sufren los mares y océanos: los plásticos

Este uso masivo durante las últimas décadas ha provocado que cada año lleguen a los océanos entre 8 y 12 millones de toneladas de plástico. Un dato verdaderamente escalofriante y que debe ponernos en alerta. Además, y para ser aún más conscientes del alcance de esta tragedia, es importante destacar que el plástico es un material que no es biodegradable y, por lo tanto, su descomposición no se da de forma natural y termina por acumularse en el medio ambiente.

Pero ¿cómo es posible que el envoltorio de un caramelo acabe en el estómago de un pez, si yo lo tiré a la basura?

El problema está en la correcta eliminación de estos residuos. Y es que, como señalan desde el PNUMA, tan solo el 12% de los plásticos son reciclados. El 88% restante deberían enviarse a vertederos o incineradores, pero la realidad es que acaban en la naturaleza y, en particular, en ríos y mares.

Los microplásticos conquistan los entornos acuáticos

A medida que el plástico se va deteriorando, se va rompiendo en pedazos cada vez más pequeños. Cuando estos fragmentos tienen un tamaño inferior a 5 mm se denominan ‘microplásticos’. Estos diminutos residuos flotan por el agua y pasan desapercibidos para las especies marinas que habitan en estos entornos acuáticos. De esta forma, estos contaminantes pasan a forman parte de su dieta alimenticia y, por ende, entran en la cadena trófica: el pez se come el plástico, el hombre se come al pez.

Los expertos calculan que, actualmente, circulan por mares y océanos unas 230.000 toneladas de estas partículas y, además, advierten que, si no tomamos medidas pronto, en 2050 es posible que existan más plásticos que peces en el mar.

Los trozos de plásticos de menos de 5 mm se conocen como ‘microplásticos’

Otro efecto que produce este tipo de contaminación es la liberación de una gran cantidad de sustancias químicas. Esto provoca, entre otras consecuencias, la acidificación de los océanos, el aumento de los niveles de CO2, la peligrosa floración de algas que eliminan el oxígeno del agua que puede provocar la muerte masiva de peces.

Soluciones innovadoras para frenar la contaminación por plásticos

Son muchas las iniciativas que tiene como objetivo contribuir a frenar este problema medioambiental. Un ejemplo es la startup madrileña Captoplastic, que recibió el premio nacional de eAwards Spain 2021 al emprendimiento gracias a la solución demostrada eficazmente para terminar con los microplásticos en el agua.

El objetivo de esta pequeña empresa es que, a partir de una técnica de aglomeración selectiva, las partículas de microplásticos se atrapan y retiran sin que se modifique su estructura, lo que permite recuperarlas y revalorizarlas en fases posteriores. Este avance es todo un hito en el mundo de la investigación sobre estas partículas.

En esta línea, otra de las iniciativas innovadoras que busca mejorar la detección e identificación de los microplásticos en el agua es la impulsada por la Fundación Aquae con el Programa de Doctorados Industriales que desarrolla con el apoyo de Labaqua, Interlab y la Universidad de Alicante.

Débora Sorolla aborda la importancia de establecer una metodología estandarizada para la detección y análisis de los microplásticos en el agua

En particular, y en el marco de este programa, desde 2020 se viene desarrollando un doctorado industrial centrado en el estudio de estos pequeños contaminantes y su impacto en el planeta.

Bajo el título “Detección y caracterización de los microplásticos: preocupación emergente en el ciclo integral del agua”, esta investigación persigue tres objetivos: establecer una metodología estandarizada y científicamente validada para recoger y analizar datos, evaluar la eficacia de los tratamientos para su eliminación, y estudiar los efectos sobre el medio ambiente y la salud de las personas.