No son una mancha. No son musgo. Ni tampoco son plantas de reducido tamaño. Los líquenes son el producto de una simbiosis perfecta entre un hongo, que es el elemento principal, y bien un alga verde o bien una cianobacteria (un filo que comprende las bacterias capaces de realizar fotosíntesis oxigénica). Dentro de cada uno de ellos puede haber diferentes divisiones que conformen el organismo final, es decir, el liquen.
¿Qué son los líquenes?
Los líquenes son unas impresionantes supervivientes. Son organismos capaces de colonizar casi todos los ecosistemas que se conocen, y tienen una capacidad de adaptación muy alta. Se pueden encontrar líquenes en desiertos, bosques que han sufrido un incendio, en zonas polares… lo que demuestra su gran capacidad para sobrevivir a condiciones meteorológicas extremas. Esto refleja una de las ventajas que llevan a estos dos organismos a unirse formando los líquenes. Y es que los hongos o los componentes vegetales, por si solos, nunca podría haber llegado a esos sitios sin el aporte de la otra parte de la simbiosis.
¿Qué se aportan el uno al otro? El alga o la cianobacteria aporta los nutrientes, principalmente hidratos de carbono y compuestos del nitrógeno. Por su parte, el hongo aporta la capacidad de adherirse al sustrato y protección, además de sales y aguas de minerales que obtiene del sustrato. Simplificando, una parte pone el habitáculo y la otra parte el alimento. Un plan perfecto.
Un tercer miembro: un descubrimiento reciente
Estudios recientes han comprobado que puede existir un tercer miembro en esta simbiosis. Esto significa que al micobionte (hongo) y al fotobionte (alga) se suma un tercer agente esencial para su formación: una levadura. Se ha conseguido comprobar que esta levadura está presente en un montón de especies distintas de líquenes.
Hasta ahora esto no se conoce y puede darnos la explicación de por qué los líquenes no se podían generar en un laboratorio tomando únicamente un micobionte y un fotobionte. Faltaba la tercera y fundamental parte de este organismo.
Esta levadura que es un hongo unicelular, diferente al micobionte, se esconde en cápsulas de multisacáridos que le han permitido permanecer oculta hasta su descubrimiento en el año 2016. Y aunque no se conoce muy bien cuál es la contribución de la levadura a esta simbiosis tan compleja, se piensa que quizás sean las encargadas de segregar ciertas moléculas que sirven para generar la estructura y la protección del liquen. Pero esto de momento es solo una hipótesis.
¿Cómo pueden ayudar los líquenes a los seres humanos?
Los líquenes nos pueden ayudar a conocer mejor las condiciones en las que se encuentra nuestro entorno, ya que funcionan como un bioindicador. Es decir, son un medidor natural de las condiciones atmosféricas y la contaminación.
Porque, además de ser capaces de adaptarse a cualquier ambiente, los líquenes tienen un punto débil. Y es que son muy sensibles a muchos contaminantes como el dióxido de azufre, el amoniaco, materiales radiactivos o ciertos fenómenos como la lluvia ácida… Que les afectan negativamente, porque para ellos el agua y el aire son muy importantes.
Ante la adversidad, los líquenes reacción de una forma muy característica. Y es que son capaces de reducir tanto la cantidad de elementos de su superficie expuestos como su capacidad para realizar la fotosíntesis o también su capacidad reproductiva. Además de ello, al utilizar el aire como principal fuente de nutrientes, lo que hacen es absorber los contaminantes pudiéndose medir su presencia en el ambiente.
Por lo que, en general, cuantos más líquenes encuentres en un sitio más limpio estará el aire y el agua de ese sitio. De hecho, una cosa muy interesante que se ha descubierto, es que aquellos lugares en los que ha habido una reducción de los niveles de contaminación ha habido una recolonización progresiva de los líquenes. Por lo que queda muy claro el gran poder de los líquenes para facilitarnos esa información.
Además de indicar los niveles de contaminación, los líquenes se pueden utilizar como bioindicadores para otros aspectos importantes como el cambio climático, la contaminación acuática o las perturbaciones forestales… por lo que, como afirma WillDiv, se puede llegar a concluir que los líquenes son una de las simbiosis más poderosas de la naturaleza.