En los tiempos de incertidumbre y crispación que nos está tocando vivir, adentrarse en una arboleda con el único propósito de conectar con la naturaleza, observar como la rayita de la cobertura del móvil retrocede hasta que aparece el mágico mensaje de “sin servicio” y entregarse plenamente a su contemplación y disfrute es, no solo un ejercicio reparador para el espíritu, sino sanador para el propio organismo. Por ello la naturaleza, a veces, puede ser la mejor terapia.
El alejamiento de la naturaleza
Hace un tiempo leí el libro de Richard Louv “Volver a la naturaleza”. Louv es un divulgador ambiental que ejerce como agitador de conciencias. Un provocador social que despertó una gran polémica en Estados Unidos al atreverse a afirmar que buena parte de las enfermedades y los trastornos que sufren hoy en día los habitantes de las grandes ciudades son una consecuencia del desapego a la naturaleza, de la desconexión absoluta con el medio natural en la que se han instalado millones de ciudadanos. Desde el movimiento que dirige, la Children and Nature Metwork, promueve el acercamiento de los niños a la naturaleza como fórmula para mitigar el avance de problemas tan serios y graves como la hiperactividad infantil, y el de un nuevo trastorno del comportamiento, denominado “Síndrome de Déficit de Naturaleza” (NDD por su acrónimo en inglés de Nature Deficit Disorder).
El NDD se halla en plena expansión entre los niños y jóvenes. Lo sufren los que la totalidad de su tiempo la pasan en un entorno urbano, sin entrar en contacto con el medio natural. Y pese ciertos recelos científicos, lo cierto es que esta disfunción se viene estudiando en EEUU, Alemania y Japón desde 2005. Este año fue cuando Louv publico su famoso libro “Last child in the Woods” describiendo el problema de la desconexión infantil de la naturaleza.
Richard Louv y la vitamina N
Ha quedado demostrado que el contacto con la naturaleza sirve de terapia a los niños con trastornos severos del comportamiento a mejorar sus síntomas. De hecho, muchas personas necesitan vivir en contacto con la naturaleza, en el campo, al aire libre, porque no soportan la vida en la ciudad. En su libro, Richard Louv nos habla de una “vitamina N”, la que nos aporta el contacto con la naturaleza. Esta estimula el organismo y mejora nuestra salud física y mental. “El alejamiento de la naturaleza nos enferma, y solo retomando el contacto con ella lograremos recuperar la salud y el goce de sentirnos plenamente humanos”.
Mi conclusión
Miren, yo no sé si lo que mucha gente sentimos cuando llevamos un tiempo sin salir al campo es una enfermedad o un trastorno. No sé si el desánimo, el mal humor, la dificultad de conciliar el sueño, el estrés o el agobio obedecen a un síndrome concreto.
Lo que sí les puedo asegurar, y con lo que estoy seguro que muchos de ustedes van a coincidir, es que después de una jornada de paseo por el bosque buscando setas, una excursión a la cima de un monte o un día de pajareo por una marisma, el alma parece recuperarse. La mirada sobre las cosas se hace más limpia, la esperanza se renueva. Una inmensa sensación de plenitud me lleva a pensar que, a pesar de tanta mediocridad, de tanta crisis de valores, vamos a salir adelante. Sin duda.
La naturaleza es mi terapia y terapeuta: les invito a que acudan a su consulta.