Microrrelatos
Felicidad
Después de una noche eléctrica de luna mi cara se marchó a Montevideo. Dejó una nota escrita con jabón en el espejo. Chau, decía.
Con algo de ingenio superé el mal trance. Apuntalé los cauces de las cejas con cinta de papel, y a la sonrisa, la reconstituí con guata.
Supe, al tiempo, que a mi ex cara se la veía en el mercado, o en el balconcito, con pantuflas. Los más chismosos conocieron que lucía sensiblera, y que proyectaba casarse con la cara de un tamborilero negro.
Siento que es justo. Todos nos merecemos una vida de abundancia.