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Miriam Albusac nos habla sobre la neurociencia de la música

Gracias a la comprensión de los efectos de la música en el cerebro se está utilizando la música cómo un a forma de estimular circuitos específicos del cerebro. Hablamos con Miriam Albusac, Docente e investigadora en la Universidad de Jaén. Experta en Patrimonio Musical, Historia y Ciencias de la Música, investiga la neurociencia de la música: procesamiento de estímulos musicales.

Si hay alguien que conoce el vínculo entre la música y la emoción es Miriam Albusac. Esta investigadora y docente de la Universidad de Jaén lleva años estudiando los efectos de la música en el cerebro a través de la neurociencia. La música es una parte fundamental de la vida. Y, como dice Albusac, podemos aprender gracias a la neurociencia de la música mucho sobre nuestros orígenes humanos y el cerebro humano.

La música como generadora de emociones

La neurociencia nos está ayudando a entender qué sensaciones transmite la música y cuáles son sus efectos sobre el cerebro humano. La música es un arte temporal, intangible e invisible, pero es además una herramienta capaz de transmitir emociones. Al escuchar una pieza musical, aunque cada persona sienta o perciba algo distinto, podemos estar de acuerdo en que provoca sensaciones y emociones. Somos seres eminentemente musicales. No existe prácticamente ninguna cultura conocida que no tenga música.

La neurociencia nos muestra qué ocurre en el cerebro al escuchar música

Al escuchar una pieza musical, además del procesamiento emocional del sistema límbico y cerebral, se ponen en marcha otros extensos mecanismos en el cerebro.

En primer lugar el cerebro tiene que fragmentar y analizar, segmentando en sus unidades, cada una de las cualidades o parámetros que ha escuchado: las diferentes alturas de sonido; las duraciones de cada una de las figuras; el timbre característico de cada instrumento; las intensidades, a veces débiles a veces fuertes; el contorno melódico; los patrones rítmicos, etc. Y todo eso, aunque lo analiza de forma individual, nuestro cerebro lo entiende como un mensaje global y unificado. Es decir, que entendemos la música como una respuesta conjunta, global.

Para poder percibir todos estos elementos individuales, necesitamos los dos lóbulos temporales de nuestro cerebro, además de mecanismos atencionales y memorísticos, que permiten seguir el hilo conductor de lo que se está escuchando, para dotar a la música de un mensaje coherente. Música para moldear el cerebro, según apunta Miriam Albusac. ¿Qué ocurre en el caso del intérprete? La respuesta nos la da estudios de neurociencia que buscan entender los efectos de la música sobre el cerebro.

La neurociencia de la música

Platón consideraba que la música tocada de diferentes modos despertaría diferentes emociones. Y, en general, la mayoría de nosotros estaríamos de acuerdo en el significado emocional de cualquier pieza musical en particular, ya sea feliz o triste. Por ejemplo, los acordes mayores se perciben como alegres y los menores tristes.

El tempo o movimiento en el tiempo es otro componente de esto, la música más lenta parece menos alegre que los ritmos más rápidos. Esto nos recuerda que incluso la palabra movimiento es una parte importante de la emoción, y que en la danza nos movemos, como nos mueve emocionalmente la música.

La neurociencia de la música, que es la disciplina que estudia esto, normalmente utiliza técnicas de neuroimagen, como la resonancia magnética funcional. El escáner es una especie de tubo en el que el paciente es introducido con un casco en la cabeza, que es una antena para amplificar su señal. Y a través de un campo magnético y de ondas de radio se obtienen imágenes de su cerebro.

La música obedece a la plasticidad del cerebro

Los músicos son un modelo excelente para estudiar plasticidad cerebral porque manifiestan cambios, tanto a nivel estructural, en la anatomía de su cerebro, como a nivel funcional, es decir, en el modo en que funciona.

Gracias a la neurociencia hemos podido saber que la música es una de las pocas actividades que implica prácticamente todas las funciones cognitivas humanas. Además, la música activa diferentes regiones del cerebro de forma interconectada. Precisamente esta idea de que la música activa todas estas regiones y funciones cognitivas del cerebro, la sitúan en el punto de vista de la neurociencia como un estímulo que nos puede ayudar a comprender cómo funciona nuestro cerebro, un órgano que aún estamos lejos de comprender completamente.