Campus logo

El impacto medioambiental del vehículo autónomo

21 de Enero de 2016
El impacto medioambiental del vehículo autónomo, la mejor alternativa de movilidad sostenible
Desde el inicio de los tiempos, han sido tres los condicionantes que han estado estrechamente ligados a las ciudades para asegurar su pervivencia y crecimiento: el acceso a la vivienda, las condiciones sanitarias, y la movilidad. En este caso hablamos de el tercero de estos elementos, donde se empiezan a ver avances tecnológicos totalmente disruptivos.

Los avances que se están produciendo en el campo de la tecnología y la automoción, están ayudando a que la movilidad sea cada vez más sostenible. El vehículo autónomo –o el coche sin conductor– ha generado el recelo de quienes pensaban que era una idea que nunca llegaría a materializarse. Nada más lejos de la realidad. El vehículo autónomo está aquí y ha venido para quedarse.

Moverse en verde gracias a la movilidad sostenible

En los últimos meses hemos vivido dos acontecimientos que han impactado de forma considerable nuestra actual concepción de movilidad. Por un lado, el escándalo de Volkswagen, cuyo sistema fraudulento posibilitaba a sus vehículos circular produciendo emisiones por encima de los límites regulados.

Y por otro, la nube de contaminación que ha cubierto y tenido en jaque a Madrid durante varias semanas. Hasta el punto de que su Ayuntamiento, no viéndose exento de polémica, limitase la velocidad de circulación en los accesos a la ciudad, y restringiese el aparcamiento en el centro de la misma.  

La semana pasada, sin ir más lejos, un artículo de prensa levantaba una agria polémica en la red de redes, al asegurar que la caída del precio del petróleo ha propiciado que sea más caro un mismo desplazamiento desde la periferia hasta el centro de las ciudades en transporte público que en vehículo privado.  Esto no hace más que poner de manifiesto que nuestro modelo de movilidad actual, basado mayoritariamente en el vehículo privado con motor de combustión, está muy lejos de ser eficiente y sostenible. 

Sin entrar a enumerar las posibilidades y limitaciones, pros y contras, evidentes, del vehículo individual y del transporte público colectivo, cabe decir que no todo son malas noticias, ya que estamos a las puertas de una disrupción tecnológica, el vehículo autónomo, en el que trabajan intensamente Google y otros muchos fabricantes “tradicionales”, que va a revolucionar por completo la movilidad urbana y por ende, la configuración de nuestras ciudades. 

El vehículo autónomo, génesis de una revolución

Vehículo autónomo, me resisto a llamar “coche” a un habitáculo, de motorización eléctrica, sin ruidos ni emisiones. Elementos tan identificativos y singulares como el volante, los retrovisores, ventanillas, limpiaparabrisas, desaparecerán por carecer de sentido. En su lugar, habrá otra serie de elementos que contribuyan a nuestro ocio o productividad profesional. 

De hecho, el vehículo autónomo dejará de ser un objeto de consumo como tal. Se convertirá en un servicio, que podremos contratar en función de las necesidades específicas de cada desplazamiento (distancia, duración, número de pasajeros, etc.). Estos coches autónomos nos recogerán en el punto A, para llevarnos hasta el punto B, en el tiempo establecido. 

Pero no nos quedemos en la anécdota que supone el no tener que ocupar nuestras manos en el volante y nuestros ojos en la carretera. Vayamos más allá. Seamos conscientes de cómo afectará el hecho de adaptar el tamaño de los vehículos a las necesidades específicas del transporte. A día de hoy, el coche estándar de cinco plazas, con motor de combustión y maletero (4,45 x 1,75 m) tiene una ocupación media de 1,2 ocupantes/desplazamiento. De hecho, se el conoce también como “el devorador del espacio público”.

Pensemos, por ejemplo, en la enorme optimización que puede realizarse del parque automovilístico, un activo muy importante para la economía familiar, que a día de hoy, sólo se utiliza alrededor de un 10% del tiempo, y que podremos dimensionar para adaptarlo a las necesidades punta. 

Cambios en la forma de viajar

Menos coches y de menor tamaño, devolviendo gran parte del espacio público destinado a viales y aparcamientos, a otros usos ciudadanos. Favoreciendo además, en forma de espiral virtuosa, otros modelos sostenibles de movilidad urbana, muy recomendados por el tipo y distancia media de nuestros desplazamientos habituales, como son el pedestre y el ciclista. 

Consideremos también, por ejemplo, las enormes posibilidades que el vehículo autónomo ofrece para el transporte de mercancías. Al no depender de los condicionantes de un conductor humano, podría verse reducido a determinadas horas del día (horas valle de la movilidad de personas). Se podrían optimizar las capacidades del parque y de las vías urbanas e interurbanas. Como consecuencia, disminuirían sus interferencias respecto a la calidad de vida de los ciudadanos.

De hecho, es más que probable, que los aparcamientos subterráneos privados, una vez perdida su función primigenia, se conviertan pronto en muelles de descarga. En ellos, tanto comercios como ciudadanos recibiremos mercancías, la compra, y toda clase de paquetería. 

Una vez más, la tecnología volverá a ser una gran aliada para nuestras ciudades, y para el medio ambiente. 

ACERCA DEL AUTOR

Guillermo Mas
Ingeniero y MBA, desarrollo mi labor profesional en el departamento de Business Development de Labaqua. Coordinador del portal www.i-ambiente.es.