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Frenemos la crisis del agua

17 de Marzo de 2020
La amenaza de una crisis del agua
Los efectos del cambio climático sobre el agua son cada vez más visibles, y a lo largo de todo el mundo. Es urgente tomar medidas para prevenir una crisis del agua. Este bien es un recurso imprescindible para la vida, el bienestar y el crecimiento económico. Nos lo cuenta Oriana Romano, jefa del Programa de Agua de la OCDE.

«¿Existe algo en el mundo que no esté impulsado por el agua?». Esta es la pregunta que el Secretario General de la OCDE, Ángel Gurría, hace a los lectores de un artículo reciente que reflexiona sobre los últimos diez años de trabajo de la OCDE sobre gobernanza del agua. La respuesta a esta pregunta es simplemente «nada», ya que el agua es vida. Es fuente de bienestar y recurso para el crecimiento económico. Sin embargo, las perspectivas para los próximos treinta años parecen sombrías. La falta de agua en el mundo se está agravando. Por ello, se necesitan medidas urgentes para minimizar y evitar las crisis del agua, que representa una de las principales amenazas para el mundo en términos de impacto, según el Foro Económico Mundial, desde 2013.

Cómo afrontar la falta de agua en el mundo

El Acuerdo de París de 2015 estableció el objetivo de mantener el calentamiento global a largo plazo por debajo de 2°C  y, si es posible, limitarlo a 1.5°C. El aumento de las temperaturas tiene un gran impacto en la cantidad y calidad del agua. Por un lado, genera un aumento del nivel del mar con la expansión de su agua. Este incremento también se ve afectado por el deshielo de los glaciares y las capas de hielo. De la misma manera, provoca sequías más intensas y frecuentes.

Las proyecciones de la OCDE (OCDE, 2012) muestran que el 40% de la población mundial (2.300 millones de personas más que hoy) vivirá en cuencas hidrográficas con escasez de agua de aquí al 2050. Se prevé que el número de personas que puede verse afectada por inundaciones aumente de 1.200 millones en la actualidad a alrededor de 1.600 millones en 2050. Eso supone casi el 20% de la población mundial. El informe especial del PICC (el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático) 2019 confirma que se requerirán «transiciones sin precedentes en todos los aspectos de la sociedad» para limitar el calentamiento a 1.5ºC.

El cambio climático y la crisis del agua

Los efectos del cambio climático y de una crisis del agua son cada vez más visibles en todo el mundo: Ciudad del Cabo (Sudáfrica) estaba peligrosamente cerca de un día de “cero” agua en 2018. Ese día el suministro de agua municipal estaba a punto de cerrarse por completo. Ciudad de México, hogar de aproximadamente 21 millones de personas (alrededor del 16% de la población total de México), experimenta un suministro crónicamente interrumpido debido a una tendencia de escasez derivada de la crisis del agua. Si no se mejora la infraestructura del agua, se estima que la ciudad se quedará sin agua en unos 30 años como resultado del avance del cambio climático.

Entre 2014 y 2017, el estado de São Paulo, donde vive una quinta parte de la población de Brasil y opera un tercio de sus actividades económicas, sufrió la peor sequía desde que comenzaron los registros en 1930. Los recurrentes veranos de calor extremo de los últimos años han causado también sequías en muchas partes de Europa y Australia. Durante el verano de 2018, aproximadamente el 90% del territorio de Alemania experimentó sequía. Este fue el más caluroso desde que comenzó el registro meteorológico regular en 1881. Ese mismo año, Australia registró precipitaciones anuales en un 11% por debajo del promedio y las más bajas registradas desde 2005.

Soluciones para la crisis

No existe una respuesta única a a la crisis del agua, llevada al extremo por el cambio climático. Se necesitan políticas localizadas. Sin embargo, basándose en la evidencia que ha generado una serie de ejercicios de evaluación de la gobernanza del agua llevadas a cabo por la OCDE, en caso de incertidumbre, es importante realizar una gestión de la demanda cada vez más eficiente. Resulta fundamental encontrar soluciones proactivas en lugar de reactivas y asegurar la recolección de datos de mayor calidad para una toma de decisiones informada.

  • En primer lugar, la gestión de la demanda exige un cambio de cultura. En este cambio, el agua ya no se puede considerar como un recurso ilimitado, sino más bien como uno escaso y valioso. Este bien ha de ser protegido consecuentemente. La regulación, los instrumentos económicos y las tecnologías juegan un papel importante en este respecto.
  • En segundo lugar, las soluciones proactivas implican la necesidad de anticiparse y prepararse. Esto permitirá evitar los riesgos de la falta de agua en el mundo y minimizar los daños en caso de eventos extremos.
  • En tercer lugar, se necesitan datos hidrológicos, técnicos, sociales, económicos y financieros fiables. Con ellos será posible hacer proyecciones, monitorear resultados y mejorar políticas.

El futuro de la crisis del agua

La gobernanza del agua es un medio para un fin. La de prevenir y minimizar los riesgos de “demasiada” agua, “demasiado poca” agua y agua “demasiado contaminada”. Como responsabilidad compartida, las políticas de agua deberían proporcionar la calidad y cantidad de agua necesarias para garantizar el bienestar social y el crecimiento económico. En el Día Mundial del Agua, con varias situaciones de emergencia en todo el mundo, incluido el COVID-19, deberíamos reflexionar sobre la naturaleza de circunstancias inesperadas. Detengámonos y preguntémonos: «¿Existe algo en el mundo que no esté impulsado por el agua?»

ACERCA DEL AUTOR

Oriana Romano
Oriana Romano es jefa del Programa de Agua de la OCDE. Coordina el Programa de Economía y Gobernanza de la Economía Circular en Ciudades, y lleva a cabo diversos estudios dentro del Programa de Gobernanza del Agua de la OCDE.