El cambio climático está cambiando el anticiclón de las Azores
El anticiclón de las Azores es una zona de altas presiones, que se extiende sobre el océano Atlántico a la altura de estas islas portuguesas. Es el encargado de custodiar a la península ibérica de la llegada de precipitaciones. Cuando el anticiclón está en el Atlántico, las borrascas y sus frentes fríos entran en la península cargadas de agua y humedad oceánica; y, por el contrario, cuando se desplaza hacia el norte y se aproxima a la península, los frena dando lugar a un ambiente seco, estable y caluroso, que es lo que ocurre durante el verano.
Este sistema de altas presiones atmosféricas modula la climatología no solo de España y Portugal, sino del resto de Europa occidental y la costa este de Estados Unidos.
Ahora, una investigación realizada por la Institución Oceanográfica de Woods Hole (EEUU) ha constatado que el crecimiento del anticiclón de las Azores, relacionado con el incremento de las emisiones, está causando que la Península Ibérica sufra las condiciones más secas de los últimos mil años.
El anticiclón de las Azores se expande
Hace ya unos 200 años las altas presiones del Atlántico empezaron a cubrir un área mayor, al mismo tiempo que comenzaban a aumentar sustancialmente las emisiones humanas de gases de efecto invernadero. Esta expansión se hizo aún más pronunciada durante el siglo XX.
Este cambio en el comportamiento del anticiclón ha provocado que los veranos sean cada vez más cálidos y áridos en las últimas décadas, debido a que el aire seco desciende con mayor frecuencia hacia la superficie. Mientras que durante los meses de invierno, característicamente más húmedos, se ha comprobado una disminución de las precipitaciones al variar la trayectoria de las borrascas invernales hacia el norte.
La Institución Oceanográfica de Woods Hole (EEUU) ha evaluado los datos meteorológicos y reconstruido el tamaño, la intensidad y la extensión de las Azores con el fin de averiguar el efecto real del crecimiento del anticiclón en el clima europeo.
Esta investigación ha constatado que el cambio climático está afectando también a la circulación atmosférica, es decir, al movimiento del aire a nivel global por el que se distribuye el calor sobre la Tierra. Esto no solo afectará al recurso hídrico, sino que también supondrá graves consecuencias socioeconómicas, al impactar directamente sobre actividades económicas como el sector agrícola o el turismo.