Historias del cambio

Drones para mejorar la productividad en la agricultura

La tecnología y la innovación son clave para encontrar soluciones sostenibles que nos permitan construir una industria más sostenible. En esta Historia del Cambio abordamos la agricultura de precisión, una innovadora técnica que utiliza drones para mejorar la productividad y calidad del sector agrícola, uno de los más contaminantes junto a la ganadería y los transportes. Se trata de una alternativa que permite una mejor protección del medio ambiente y contribuye al cumplimiento del ODS 9.

Con la vista puesta en la agenda 2030, los Estados Miembros de Naciones Unidas aprobaron una serie de objetivos sostenibles. El ODS 9 dice: “Construir infraestructuras resilientes, promover la industrialización inclusiva y sostenible y fomentar la innovación”.

La inversión en infraestructura y la innovación son motores fundamentales del crecimiento y el desarrollo económico. Con más de la mitad de la población mundial viviendo en ciudades, el transporte masivo y la energía renovable son cada vez más importantes, también el crecimiento de nuevas industrias y de las tecnologías de la información y las comunicaciones.

No obstante, la realidad es que 2.600 millones de personas en países en desarrollo no tienen acceso permanente a electricidad. Y más de 4.000 millones de personas aún no tienen acceso a Internet. El 90% de ellos están en el mundo en desarrollo.

Los avances tecnológicos también son esenciales para encontrar soluciones permanentes a los desafíos económicos y ambientales, al igual que la oferta de nuevos empleos y la promoción de la eficiencia energética.

La agricultura de precisión y sus beneficios 

En los países en desarrollo, apenas el 30% de los productos agrícolas se someten a procesamiento industrial, en comparación con el 98% de los países de altos ingresos.

A principios de los años 80 nació un concepto muy novedoso en el sector agrícola en Estados Unidos: la agricultura de precisión. Mediante la utilización de sistemas de navegación por satélite, información geográfica y sensores situados en los terrenos, se recoge información con la que poder tomar decisiones con gran precisión, para mejorar la productividad y la calidad de la producción agrícola, y disminuir el impacto medioambiental. Todo ello, teniendo en cuenta la variabilidad de los múltiples factores que les pueden afectar.

Para poder implementar este control en un cultivo, son necesarias 3 sencillas etapas: recolección de datos, procesamiento e interpretación de la información, y aplicación de la solución correspondiente.

El instrumento idóneo para aplicar esta técnica son los drones RPAS o UAV como se conoce en uso civil. Sonia García Ruiz, CEO de RPAS CORSO, es la primera mujer instructora de piloto de drones, además es la responsable de la creación de la primera escuela de formación especializada en el sector aeronáutico de los drones, aprobada por AESA (Agencia Española de Seguridad Aérea).

“ La escuela surgió para atender a la demanda de un sector poco desarrollado y desconocido como eran los drones. Su manejo es a través de formación aeronáutica, por lo que tan solo la pueden impartir los pilotos de aviación general. Soy piloto y, como me sentí fascinada por estas aeronaves, fundé la escuela de drones. Pero, vislumbrando el enorme potencial que se escondía tras esos aparatos, creamos un apéndice de la escuela dedicado exclusivamente a la formación de pilotos, siendo la primera escuela en formación de pilotos de drones creada por una mujer”, explica Sonia.

El uso de drones en la agricultura permite mapear los cultivos y su nivel hídrico, entre otras ventajas.

Representantes de muchos sectores acudieron a sus cursos como militares, profesores, empresarios, arquitectos, ingenieros… y utilizaron técnicas como la fotogrametría (interpretación de una imagen con medidas), cámaras multiespectrales o fotografías aéreas por satélites. Mejor precisión de datos y ahorra de tiempo y costes son solo algunas de las ventajas que ofrecen estas técnicas.

Estos múltiples beneficios motivó a Sonia a investigar nuevas áreas de formación como, por ejemplo, la viabilidad de trabajar con drones en el campo. Así es como conoció la agricultura de precisión. Su sorpresa fue muy positiva al comprobar que el agricultor está muy preparado y abierto al avance de las nuevas tecnologías. Sobre todo, a cualquier aportación que les haga mejorar los costes, aumentar la producción y mejorar su calidad.

Agricultura de precisión para contribuir al cumplimiento del ODS 9

Los resultados son asombrosos ya que, gracias a la agricultura de precisión, los profesionales agrícolas pueden conocer el nivel hídrico de un cultivo en el terreno, realizar un mapeo del campo, contar los árboles o los diferentes cultivos, así como evaluar las dimensiones de una plaga para poder tratarlas, determinar el ritmo de crecimiento o valorar el estado de maduración de los frutos, un dato significativamente importante a la hora de concretar su cosecha cuando, por ejemplo, se avecinan tormentas.

“Cuando tratamos una enfermedad, vemos que vamos a ahorrar muchos insumos (productos aplicados, que pueden ser plaguicidas, o ecológicos) y mucha agua. Es una ventaja que me fascina, porque hablamos de un cálculo de tal vez miles de litros de agua, que con una aplicación fitosanitaria aérea pasamos a 15 litros, ya que reducimos la zona de aplicación a la estrictamente necesaria”, asegura Sonia.  Y esto es posible ya no solo en tratamientos contra plagas, sino también de prevención, es decir, antes de que aparezcan.

Una oportunidad para impulsar la presencia femenina en el campo 

No podemos olvidarnos de las mujeres. Y Sonia García es consciente de ello y en su su incesante lucha por no dejar de aprender, Sonia se ha planteado la sororidad en el mundo rural como un objetivo real, alcanzable. Con un eslogan claro: “Aviadoras tendiendo la mano a la mujer rural para darle alas al campo”. Se siente identificada con este sector por muchos motivos: mujeres piloto son muy pocas en el sector aeronáutico (según datos del SEPLA, sindicato español de pilotos, no llega a un 5%). Y mujeres pilotos de drones, tan solo el 1%.

En su intento de facilitar la tarea a las mujeres rurales como profesionales de la aviación con estas nuevas herramientas de trabajo, han cerrado acuerdos con asociaciones de mujeres de campo. Entre otras, FADEMUR, FEMUR y MUJERES PARA EL DIALOGO Y LA EDUCACIÓN. Todas sus directoras, Teresa López, Juana Borrego y Giovana de Calderón, respectivamente, cuando se les presentó el proyecto les pareció una gran oportunidad para poder ayudar a la mujer a formarse y a crecer.

En la fotografía se muestra un dron Agras, con un depósito donde almacenar el producto fitosanitario que será aplicado única y exclusivamente a la planta que lo precise, sin lastimar el cultivo colindante. Además de ahorrar tiempo y seguridad (un tractor puede no ser tan preciso) supone una tremenda reducción de costes para el agricultor. Para que sirva de referencia, en ocasiones, un litro puede superar los 100 euros. Si lo extrapolamos a una extensión de varias hectáreas, la cifra total puede ser muy elevada.

Futuros promesas agrícolas 

La aplicación de drones para una agricultura de precisión también la pudimos ver en la final nacional del Stockholm Junior Water Prize Spain (SJWP) en 2020, el ‘Premio Nobel del Agua’ juvenil. Los ganadores fueron unos estudiantes de 2º Bachillerato de la Escuela Sant Gervasi de Mollet del Vallès (Barcelona) con un trabajo de investigación basado en drones para mejorar la productividad de la agricultura.

El equipo español formado por Manuel Martínez y Marc Pérez presentan su proyecto en el certamen SJWP que podrá optar al Galardón del Público

Manuel Martínez, Marc Pérez y Joan Viñallonga analizaron una explotación hortícola (en el Parque del Espacio de Interés Natural de Gallecs, Barcelona) mediante un dron con seis motores y una cámara multibanda incorporada, que montaron con la ayuda de una impresora 3D, y plantearon al agricultor responsable de estas tierras propuestas de mejora. Ellos acudirán este agosto a Estocolmo para optar a la final internacional, en la que compiten más de 30 países.

Son las nuevas y prometedoras generaciones. Pero no hay que olvidarse de la accesibilidad a estas nuevas tecnologías a las gentes del campo tradicionales. Hay compañías, como Agbar Agriculture que ofrecen asesoramiento técnico, por ejemplo, en cultivos leñosos de alta densidad para que los productores agrícolas optimicen sus cosechas (olivo, pistacho, aguacate, almendro o frutos rojos).

El sector primario es el más importante para el desarrollo de una comunidad. Todo lo que suponga un avance en este ámbito, redundará en los demás sectores.