Las arañas marinas gigantes solo habitan aguas polares
Las arañas marinas gigantes que se encuentran en la Antártida pueden alcanzar hasta los 70 centímetros, con casos de hasta 80 centímetros. Se trata de una auténtica anomalía, dado que a lo largo de los océanos de todo el mundo se pueden encontrar especies arácnidas en sus profundidades, pero sus tamaños no presentan grandes variaciones con respecto a las arañas terrestres. Solo en los mares polares, donde las temperaturas son muy bajas, se han observado, hasta el momento, ejemplares de esos tamaños tan inusuales.
Un grupo de científicos, liderado por Amy Moran y Caitlin Shishido, del departamento de Biología de la Universidad de Hawái, se desplazó a la Antártida para analizar a los picnogónidos, unas arañas gigantes que no poseen branquias ni ningún otro órgano respiratorio y que han aprendido a respirar a través de sus largas patas.
Hasta el momento, la hipótesis era que la temperatura del oxígeno justificaba el gran tamaño de ciertas especies animales en el frío de la Antártida, con una temperatura durante todo el año de alrededor de -1,9ºC. Según Shishido, en el estudio publicado en la revista Proceedings of the Royal Society B, es mucho trabajo para algunos animales, en este contexto, capturar oxígeno y conducirlo hasta sus células, sobre todo para los de mayor tamaño: “si las temperaturas frías hacen que necesites menos oxígeno, puedes crecer a un tamaño más grande”.
Los investigadores, en la estación McMurdo de la Antártida, llevaron a cabo un trabajo de investigación comparando las diferentes reacciones de la especie Colossendeis megalonyx, una araña de mar gigante, frente a la Ammothea glacialis, mucho más pequeña, en aguas con temperaturas que oscilaban desde los -1,8ºC a los 9ºC. El hallazgo fue sorpresivo: los arácnidos de más tamaño lograron mantener el ritmo de los más pequeños en cualquiera de las temperaturas, sobreviviendo a temperaturas mucho más altas de lo que suelen experimentar. Situación que a priori parecía poco probable, dado que los animales más grandes deberían haber agotado su suministro de oxígeno mucho antes.
El descubrimiento fue que, al observar de cerca mediante el microscopio a estas arañas gigantes, observaron que sus patas estaban cubiertas de poros, pudiendo difundir el oxígeno a través de esa porosidad, casi a modo de piel, que poseen en sus patas. Cuanto más crecen esta especie de arácnido, más porosos se vuelven sus exoesqueletos. El hallazgo hace pensar que, quizá, estas arañas gigantes pueden no ser tan vulnerables al calentamiento de los océanos como otras especies, dado que una de las consecuencias del aumento del nivel de temperatura de las aguas oceánicas reside en que muchas especies tienen problemas para poder respirar.