El té y el agua ¡Descubre su historia!
Seguramente los humanos no tardaron mucho más que los neandertales en descubrir el caldo y enseguida la sopa. Las infusiones serían sólo un paso más en ese camino culinario. El té es una planta y la infusión hecha con sus hojas secas, molidas o enteras. La infusión es un método de extracción de los principios activos que contienen las plantas, ya sean medicinales o aromáticos; para ello se introduce la planta, seca o fresca, en agua muy caliente, por debajo del punto de ebullición, durante unos minutos.
El té es la tercera bebida que más se bebe en el mundo, según las estadísticas, tras el agua y el café.
Descripción actual
El té es una bebida aromática que se prepara comúnmente vertiendo agua caliente o hirviendo sobre hojas frescas o curadas de Camellia sinensis, un arbusto de hoja perenne originario del este de Asia. Después del agua, es la bebida más consumida en el mundo. Hay muchos tipos diferentes de té; algunos, como el Darjeeling y los verdes chinos, tienen un sabor refrescante, ligeramente amargo y astringente, mientras que otros tienen perfiles muy diferentes que incluyen notas dulces, nueces, florales o herbáceas. El té tiene un efecto estimulante en los seres humanos principalmente debido a su contenido de cafeína.
Se popularizó como bebida recreativa durante la dinastía Tang de China, y el té se extendió a otros países del este de Asia. Los sacerdotes y comerciantes portugueses lo introdujeron en Europa durante el siglo XVI. Durante el siglo XVII, beber té se puso de moda entre los ingleses, que comenzaron a plantar té a gran escala en la India.
El término té de hierbas se refiere a bebidas que no están hechas de Camellia sinensis: infusiones de frutas, hojas u otras partes de plantas, como matas de rosa mosqueta, manzanilla o rooibos. Estos pueden denominarse tisanas o infusiones de hierbas para evitar confusiones con el «té» elaborado con la planta del té.
Historia
El té es una bebida de origen legendario, su historia comienza con una leyenda. Para los chinos cuando el mítico emperador de China, Shen Nung, lo descubre mientras descansaba a la sombra de un árbol de té, que mecido por el viento deja caer unas hojas que van a parar a la taza de agua caliente que estaba preparando.
Los hindúes, por su parte, sitúan en su origen al mismo Buda, que bajo el árbol Bodhi contempló el sufrimiento humano, y de las lágrimas que cayeron creció la planta del té, que según los budistas ofrece consuelo espiritual.
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Para los japoneses el té lo introdujo en las islas el monje Daruma, o Bodhidharma, de origen hindú, que llevó el budismo Chan a China, y posteriormente a Japón, donde se conoce como budismo Zen, en el siglo VI. Tras hacer votos de permanecer nueve años despierto y meditando y no conseguirlo, se arrancó los párpados y los arrojó al suelo. Poco después nació la planta del té como símbolo del sacrificio y debilidad del monje. Por eso los seguidores del Zen recomiendan masticar hojas de té con forma de párpado durante la meditación.
China, la inventora del té
Sin embargo, la primera noticia escrita sobre el té que nos ha llegado es del siglo III adc. Sucedió en China, cuando un cirujano lo recomienda para aumentar la concentración. China es el país originario de la planta del té, la Camellia sinensis, de su cultivo, procesado y comercialización. Desde China, se expandió a Tíbet, Japón, Rusia, Europa, América, etc. En la actualidad el té ya es una bebida que se toma en casi cualquier parte del mundo, y que ha tenido a lo largo de la historia importantes consecuencias políticas; sobre todo desde que los británicos descubrieran y emprendieran el cultivo y comercio del té en India.