El corzo (Capreolus capreolus) es una especie de mamífero artiodáctilo de la familia Cervidae. Se suele ver en solitario o en collera, es decir, de dos en dos. Tiene hábitos crepusculares, lo que dificulta que pueda ser visto ya que es más activo al anochecer, mientras que durante el día suele permanecer escondido entre la frondosa vegetación.
Gracias a su fácil adaptabilidad y a que las hembras pueden tener en un parto de hasta tres crías, se considera a esta especie de cérvido en continua expansión. A ello hay que añadir el desarrollo de unas prácticas cinegéticas (relacionadas con la caza) más razonables en los últimos años. Los machos tienen un tamaño algo mayor que las hembras, pero lo que los distingue claramente es una pequeña cornamenta que crece con la edad.
El corzo habita en los continentes asiáticos y europeo. Estos se suelen agrupar en rebaños excepto en primavera hasta mediados de verano que los machos se vuelven solitarios por el celo. Esta técnica de supervivencia que desarrollan en invierno la ponen en práctica con el objetivo de reducir los riesgos a los que exponen y no verse sorprendidos por otros depredadores.
En la Península Ibérica se encuentra distribuido por la Cordillera Cantábrica, Pirineos y Sistemas Ibérico y Central, lo que denota claramente que es una especie que se siente cómodo en los bosques próximos a la montaña (caducifolios, mixtos y de coníferas). Sin embargo, entre sus características sobresale su capacidad de adaptación tanto en lo que se refiere al hábitat como a los alimentos que componen su dieta.
Como curiosidad, cabe destacar que el corzo puede ser visto con cierta asiduidad merodeando poblaciones. Sobre todo lugares como cementerios, carreteras y casas deshabitadas.
En su alimentación no pueden faltar las hojas de arbustos, de árboles bajos, las bayas y los brotes tiernos. Su adaptación al entorno le permite modificar la alimentación en función de la época del año. Mientras que en primavera predomina en ella la ingesta de herbáceas, en otoño son las gramíneas el sustento principal del corzo. Algunos de sus principales depredadores en nuestro país son el oso pardo, el lobo y el zorro.
La cría de corzo solo recibe la visita de la hembra para amamantarse, aunque sí se mantiene próximas a ellas en actitud vigilante ante la aparición de posibles amenazas. Aunque ya se ha incidido sobre ello, conviene resaltar que los machos son territoriales en una época específica de su ciclo anual, en concreto desde el inicio de la primavera y muy especialmente con la llegada del verano.
La principal diferencia entre corzo y ciervo es el tamaño de cada uno de ellos. Mientras que un ciervo adulto puede tener un peso que va desde los 80 hasta los 200 kg, los corzos, en el mejor de los casos, no superan los 30 kg. A esta diferencia sustancial de tamaño habría que añadir la cornamenta (número de puntas) cuando estemos hablando de machos.