El 22 de marzo de cada año se celebra el Día Mundial del Agua. Es una iniciativa puesta en marcha en 1993 por las Naciones Unidas para destacar la importancia del agua para el medio ambiente y el bienestar humano.
La ONU pretende concienciar a la sociedad para impulsar acciones que permitan mejorar el acceso al agua limpia y saneamiento en todo el mundo, impulsando el cumplimiento del OD6 de la Agenda 2030.
En 2024, el lema del Día Mundial del Agua es “Agua para la paz”. Y es que, como explica Naciones Unidas, el agua puede ayudar a propiciar la paz cuando las comunidades y los países cooperan en torno a este recurso fundamental. Sin embargo, también puede aumentar las tensiones cuando escasea, está contaminada o las personas tienen un acceso desigual a ella.
Esto es lo que lleva a la ONU a afirmar que “la prosperidad y la paz dependen del agua” y a defender que los países “deben situar la cooperación en materia de agua en el centro de sus planes” ante el desafío que supone el cambio climático, las migraciones y la inestabilidad política.
Naciones Unidas explica que “a medida que aumentan los impactos del cambio climático, existe la necesidad apremiante, a escala nacional e internacional, de unirse para proteger y conservar este elemento vital”. Además, con el aumento de la población, añade, el agua será cada vez más importante en la lucha contra la pobreza y el deterioro del medio ambiente.
La cooperación en materia de agua -afirma la ONU- puede crear una resiliencia fundamental frente a los fenómenos meteorológicos extremos y ayudar a las poblaciones a adaptarse a un clima cambiante y a mitigar sus efectos. La salud pública y la prosperidad, los sistemas alimentarios y energéticos, la productividad económica y la integridad ambiental dependen del buen funcionamiento y la gestión equitativa del ciclo del agua.
La adaptación al cambio climático, y más en materia de agua, es esencial para abordar el presente y el futuro inmediatos. El calentamiento global impacta de modo directo en la cantidad y en la calidad de los recursos hídricos, y las previsiones científicas señalan que habrá menos agua disponible en muchas regiones del planeta.
Al mismo tiempo, aumentarán los fenómenos meteorológicos extremos, como sequías o inundaciones, que complican la gestión racional del recurso.
Este desafío nos mueve a reflexionar sobre cómo manejamos el agua, y aportar soluciones tecnológicas, de gestión y de gobernanza que garanticen un abastecimiento sostenible para la población, la agricultura y la industria y resto de actividades productivas.
Gestionar el agua de forma responsable y sostenible es clave, y para ello debemos implementar una verdadera economía circular del agua.
Ante un clima cambiante, no podemos depender solo de las lluvias. Existen otras vías no convencionales de obtener recursos hídricos que destacan por su eficiencia ambiental y económica como es el uso de aguas residuales regeneradas. Dar una nueva vida a las aguas ya utilizadas impulsa la sostenibilidad del ciclo integral del agua, ofrece recursos previsibles y ayuda a salvaguardar los ambientes naturales y la diversidad biológica.
Estas son algunas cifras proporcionadas por la ONU con motivo del Día Mundial del Agua de 2024 que ayudan a entender la situación actual de los recursos hídricos en el mundo y los desafíos a los que se enfrenta la sociedad global.
En 1992 se celebró la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo de Río de Janeiro, donde surgió el propósito de celebrar un día internacional que pusiera de relieve la importancia del agua. Ese mismo año, la Asamblea General resolvió que el 22 de marzo de cada año tendría lugar el Día Mundial del Agua.
Además, esta efeméride ayuda a recordar la importancia del cumplimiento del ODS 6. que entre otras metas e indicadores tiene como objetivo lograr el acceso universal y equitativo al agua potable de toda la población.