Un “oasis de color rosa” bajo el océano
La doctora Mandy Joye, de la Universidad de Georgia, y su equipo de investigación, formado por científicos de diferentes disciplinas, exploraban los ambientes de ventilación hidrotermal y de filtración fría, cuando descubrieron grandes torres minerales de ventilación que alcanzan hasta 23 metros de altura y 10 metros de ancho. Unas torres que presentan numerosas bridas volcánicas que crean la ilusión de mirar un espejo cuando se observan los fluidos hidrotermales sobrecalentados que se encuentran bajo. Los minerales encontrados en esa zona poseían mucho metal y fluidos altamente sulfídicos; también hallaron que el lugar presentaba una biodiversidad y una fauna novedosa. En palabras de Joye: «los colores vibrantes encontrados en las» rocas vivas «fueron sorprendentes, y reflejan una gran diversidad en la composición biológica y en la distribución de minerales”.
El descubrimiento fue realizado por el equipo en el Golfo de California, en el llamado Mar de Cortés o Mar Bermejo, el cual está ubicado entre la península de Bajo California y los estados de Sonora y Sinaloa, al noroeste de México. Durante diferentes inmersiones, el equipo ha descubierto vastos mundos previamente desconocidos y fascinantes bajo el mar: piscinas reflectantes que se forman debajo de las ramas de las torres de pagado; gusanos gigantes con forma de tubo que crecen en la parte superior y a lo largo de los bordes… Según Joye: “Este es un laboratorio natural increíble para documentar organismos increíbles y comprender mejor cómo sobreviven en entornos extremadamente difíciles”.
Por su parte, Wendy Schmidt, cofundadora del Schmidt Ocean Institute, declaró que: “es un mundo diferente allá abajo. Cada inmersión se siente como flotar en una película de ciencia ficción. Las complejas capas de datos que hemos recopilado a bordo de Falkor durante esta expedición ayudarán a contar la historia de este lugar remoto y atraer la atención pública. Al presenciar estos extraordinarios paisajes oceánicos, se nos recuerda que, aunque están fuera de nuestra vista cotidiana, que no son inmunes al impacto humano. Nuestra esperanza es inspirar a las personas a aprender y a preocuparse más por nuestro océano«.
Porque, por desgracia, incluso en estos entornos remotos y hermosos el equipo se encontró grandes cantidades de basura, según Joye, “redes de pesca, globos Mylar desinflados e incluso árboles de Navidad desechados. Lo cual proporcionó una clara yuxtaposición frente a las espectaculares estructuras minerales y la biodiversidad”.
Durante los próximos meses, el equipo se ocupará de analizar las muestras para compartir los resultados tras generar un mapeado más amplio para la comprensión de estas zonas y sus novedades. Lo cual resulta de gran relevancia en tanto a que los conocimientos que consigan extraerse podrán aplicar a otros entornos oceánicos en el mundo, permitiendo a los científicos identificar y formular nuevas preguntas.