El agua es fundamental para el funcionamiento de los ecosistemas y para satisfacer las necesidades humanas básicas. Sin embargo, la creciente contaminación de los recursos hídricos es una seria amenaza para la salud y el equilibrio biológico en muchos lugares del mundo.
La búsqueda de soluciones para evitar la contaminación del agua ha llevado a la implementación de una amplia gama de tecnologías de tratamiento. Las estaciones de depuración de aguas residuales (EDAR) son capaces de limpiar el agua consumida en los núcleos urbanos para devolverla limpia al medio natural.
Pero no todos los lugares del mundo cuentan con este tipo de instalaciones. Según datos de la ONU, hay 3.500 millones de personas que viven en zonas que no cuentan con sistemas de depuración de aguas residuales. Además, ríos, lagos, humedales y mares sufren también el efecto de la contaminación difusa, contaminantes dispersos de todo tipo que acaban llegando a los cuerpos de agua.
Aquí es donde los expertos han empezado a mirar a la naturaleza en busca de soluciones que puedan echar una mano en el cuidado del medio ambiente. ¿Cómo reducir la contaminación que afecta a muchos cuerpos acuáticos del planeta? Pues recurriendo a la propia naturaleza, que ha generado formas de biorremediación a lo largo de la historia evolutiva: son las soluciones basadas en la naturaleza.
Estas no pueden reemplazar por sí solas a los sistemas de depuración, pero sí pueden añadir una ayuda extra en la reducción de las presiones que sufre el medio ambiente.
Hablando de soluciones basadas en la naturaleza y depuración de aguas es donde entran en juego los moluscos filtradores. Estos organismos acuáticos han evolucionado para convertirse en eficientes limpiadores de agua.
Los moluscos filtradores actúan como auténticas «plantas de tratamiento» naturales en los ecosistemas acuáticos, extrayendo contaminantes del agua y convirtiéndolos en biomasa o depositándolos en el fondo marino. Además de su capacidad para limpiar el agua, retener materia orgánica o contaminantes y fijar carbono, los moluscos también desempeñan un papel importante en la activación del ciclo de nutrientes y la mejora de la calidad del hábitat acuático.
Emplear moluscos filtradores como herramienta de limpieza del agua ofrece eficiencia y sostenibilidad. Los moluscos se mantienen a sí mismos y no necesitan inversión humana en energía o materiales. Hacen aquello para lo que están diseñados: vivir de limpiar el agua, aprovechando los mecanismos biológicos desarrollados por la naturaleza y generar su propia energía y alimento.
Todo lo narrado hasta aquí podría parecer teórico si no fuera porque hay numerosos proyectos en el mundo que están aplicando ya estás soluciones basadas en la naturaleza para remediar problemas de contaminación del agua del día a día.
Uno de los más conocidos se lleva a cabo en la ciudad de Nueva York, y tiene por nombre, Billion Oyster Project. Su objetivo es restaurar la población nativa de ostras de estuario que un día cubrió la confluencia del río Hudson con el Atlántico y que se perdió hace un siglo. Esos moluscos ayudaban a filtrar el agua, creaban una gran barrera contra el oleaje y fueron el sustento de la ciudad.
Desde la fundación de la urbe, a comienzos del siglo XVII y hasta finales del siglo XIX, las ostras fueron una pieza esencial de la dieta neoyorquina. Eran fáciles de obtener, eran nutritivas y estaban siempre a mano. Incluso, se usaron sus conchas para pavimentar las calles. Pero el excesivo consumo y la contaminación del agua acabaron con los arrecifes de ostras que tapizaban las costas de la ciudad.
Ahora, Nueva York, que tiene severos riesgos de inundación por su ubicación en un estuario, el creciente aumento del nivel del mar y el impacto de huracanes como Sandy en 2012, ha puesto en marcha una restauración de los antiguos arrecifes de ostras del Hudson que tiene un doble objetivo: por una parte, la contribución de las ostras a la limpieza de las aguas de la ciudad; por otra, el propio efecto físico de las rocas cubiertas de conchas que hacen de barrera frente al oleaje.
“A los neoyorquinos les tomó unos años acabar con la población de ostras en el puerto de Nueva York. Ahora, Billion Oyster Project está reconstruyendo este importante recurso y hábitat natural. Esto es lo que hemos logrado desde 2014, con la ayuda de estudiantes, voluntarios y socios”, declara la web del proyecto.
Billion Oyster Project tiene como objetivo revitalizar la bahía de Nueva York mediante la siembra masiva de ostras, aprovechando su capacidad para filtrar el agua y mejorar la calidad del hábitat. A través de la colaboración con escuelas locales y organizaciones comunitarias también busca educar al público sobre la importancia de la conservación marina y la restauración de los ecosistemas costeros.
En paralelo y en colaboración con Billion Oyster Project está en marcha en Nueva York desde 2014 el proyecto Living breakwaters o Rompeolas vivientes, que ha destinado 107 millones de dólares a generar arrecifes de materiales sólidos recubiertos de ostras para frenar el impulso del oleaje sobre la ciudad.
Además de Nueva York, otras ciudades costeras están implementando programas similares de revitalización de ecosistemas acuáticos mediante la introducción de moluscos filtradores. En la bahía de Chesapeake (EEUU) y Tokio (Japón) se están llevando a cabo proyectos de restauración que incluyen la siembra de ostras y mejillones para combatir la contaminación del agua y promover la biodiversidad local.
También en España se están usando las ostras para limpiar el agua. En el Mar Menor de Murcia, una albufera litoral hipersalina, se ha puesto en marcha un proyecto experimental de siembra de ostras propias del lugar para que contribuyan al filtrado de aguas cargadas de nutrientes. Se quiere potenciar la presencia del molusco Ostrea edulis, cuya población se ha reducido en los últimos tiempos, para estudiar su potencial en la reducción de la polución del agua.
El proyecto ha sido aprobado en 2024 por el Gobierno de la Región de Murcia y está financiado por la Fundación Biodiversidad. Lo coordina la Asociación de Naturalistas del Sureste (ANSE), lo lleva a cabo el Instituto Español de Oceanografía (IEO-CSIC) y en él también participa WWF-España.
El uso de moluscos filtradores para la descontaminación del agua ofrece beneficios ambientales, pero también afronta desafíos. Entre ellos está el hecho de que la propia degradación general de los ecosistemas, incluyendo la contaminación excesiva del agua o la acidificación de los mares, que afecta a los moluscos calcáreos de forma directa, ralentiza su capacidad de asentamiento. Por eso quienes defienden su uso como remedio proponen hacerlo rápido, antes de que las condiciones globales sean demasiado desfavorables para ponerlo en marcha.
El éxito de los proyectos de restauración de ecosistemas marinos basados en moluscos filtradores no es posible sin el esfuerzo y la dedicación de científicos, biólogos marinos, conservacionistas, empresas, voluntarios y comunidades locales.
Trabajar en colaboración para investigar, diseñar e implementar estrategias efectivas de restauración, monitorear la salud de los ecosistemas marinos y promover la participación en la conservación del medio ambiente, aplicando la colaboración pública y privada, es esencial para encontrar soluciones basadas en la naturaleza que permitan afrontar los grandes desafíos ambientales de nuestro momento.