¿Quién no ha oído hablar de la selva amazónica? Es conocida como el pulmón del planeta, un ejemplo de naturaleza ecuatorial y salvaje. Esa floresta es alimentada por un río tan amplio, tan parecido a un mar, que es capaz de tener peces de cinco metros como el pirarucú o paiche nadando en sus aguas, nutrias de dos metros ocupando sus orillas o delfines únicos en el mundo habitando sus cauces.
Del delfín rosa del Amazonas versa este artículo, pero antes de hablar de este singular cetáceo de río y aguas dulces, debemos entender primero cuán grande y extenso es el Amazonas. Para ello, es conveniente ofrecer algunos datos que ayudan a apreciar la dimensión de este ecosistema fluvial y selvático único en el mundo.
La cuenca del Amazonas cubre unos siete millones de kilómetros cuadrados, es decir, unas 14 veces la extensión de España, lo que la convierte en la cuenca fluvial más grande del mundo en términos de área de drenaje.
El Amazonas supera los 6.000 kilómetros de longitud, desde su nacimiento en los Andes hasta su desembocadura en el Atlántico. De hecho, tiene ríos tributarios, como el Madeira, el Negro, el Purús, el Tapajós y el Xingu que son por sí mismos grandes cauces fluviales del mundo, pero quedan empequeñecidos por el gran curso principal, el Amazonas, que en algunos puntos llega a tener 50 kilómetros de ancho entre orilla y orilla y parece más un lago o un mar que un río.
Se calcula que el 20% del agua dulce del planeta circula por la cuenca del Amazonas. Por otro lado, la selva amazónica es fundamental para la biodiversidad global, ya que alberga una cantidad extraordinaria de especies de plantas y animales, muchas de las cuales aún no han sido descubiertas o estudiadas.
La selva amazónica es tan fascinante que, a menudo, obviamos lo que el propio río alberga en su interior, auténticas maravillas. La selva no nos deja ver el río, ese cauce tan mayúsculo que es capaz de tener delfines en él, como es el caso de Inia geoffrensis, una fascinante especie de delfín de agua dulce que habita de forma exclusiva los ríos de la cuenca del Amazonas en América del Sur.
Los delfines rosados del Amazonas son fácilmente reconocibles por su coloración, que puede variar desde un rosa claro hasta un tono más intenso. Son animales sociales que viven en grupos pequeños, y son conocidos por ser muy juguetones y curiosos y rehúyen el avistamiento humano.
A Inia geoffrensis se le conoce comúnmente como «boto» en Brasil. Su color rosa se debe a la cantidad de vasos sanguíneos cerca de la piel que le dan ese tono característico. Tienen un cuerpo robusto y redondeado, con aletas pectorales largas y aletas dorsales pequeñas y redondeadas. Los adultos suelen medir entre 1,5 y 2,5 metros de longitud y pueden pesar hasta 185 kilos.
Los delfines rosados del Amazonas tienen adaptaciones específicas para la vida en agua dulce. Su dieta consiste en una variedad de peces, crustáceos y otros animales acuáticos que habitan en los ríos amazónicos.
Sus ojos son pequeños en comparación con la cabeza. Esto se debe a su especial adaptación a las aguas poco claras del Amazonas, turbias y cargadas de sedimentos y en las que el sentido de la vista no aporta grandes ventajas.
Como sus congéneres marinos, los delfines rosados del Amazonas usan órganos especializados para ecolocalizar a las presas. A esto añaden un hocico largo y flexible que les ayuda a navegar entre los troncos y las raíces de los árboles en las áreas inundadas de la selva. Además, tienen una cresta dorsal flexible que les permite maniobrar fácilmente en aguas poco profundas y evitar obstáculos.
En cuanto a su población, los biólogos de campo encuentran difícil estimarla debido a la vastedad de su hábitat y la dificultad de realizar estudios exhaustivos en esta área remota. Sin embargo, se cree que hay varios miles de delfines rosados en la región del Amazonas.
Sin embargo, a pesar de su adaptabilidad, enfrentan diversas amenazas, incluida la contaminación del agua debido a actividades humanas como la minería, la deforestación y la agricultura. También son víctimas de la pesca incidental, la caza furtiva y la fragmentación de su hábitat debido a la construcción de represas y otros proyectos de desarrollo.
En cuanto a la legislación, en varios países de América del Sur, como Brasil y Perú, se han implementado leyes y medidas de conservación para protegerlos. Estas leyes incluyen la creación de áreas protegidas y la regulación de actividades que podrían poner en peligro a laespecie.
Los delfines rosados del Amazonas han sido parte integral de las tradiciones y mitologías de las comunidades indígenas que habitan en la cuenca.
En muchas culturas locales, se les atribuyen poderes místicos y se consideran seres sagrados. Algunas leyendas locales dicen que el delfín rosa toma apariencia humana en ocasiones para seducir a las mujeres.
Existen, o existían, otras especies de delfines de agua dulce en el mundo, todas ellas menos conocidas incluso que el boto o delfín rosado del Amazonas.
En Asia, se encuentra el delfín del Ganges (Platanista gangetica), que habita en cuencas que abarcan India, Bangladesh y Nepal.
También existe el delfín del Indo (Platanista minor), que se encuentra en el río Indo en Pakistán. Esta especie también enfrenta amenazas debido a la actividad humana en sus hábitats.
Por último, existió hasta hace pocos años el delfín del Yangtsé (Lipotes vexillifer), en China. Se considera a esta especie extinta desde 2006, cuando una expedición científica no halló ningún ejemplar restante en el gran río de China.