Estas cifras, siempre frías, evidencian la importancia de la gestión eficiente del ciclo integral del agua, inmediata y futura. Por este motivo, la ONU estableció como uno de los Objetivos de Desarrollo del Milenio garantizar la sostenibilidad del medio ambiente y reducir a la mitad el porcentaje de personas sin acceso al agua potable y a servicios básicos de saneamiento. Lograr este reto también ayudará a reducir la pobreza extrema, el hambre y la mortalidad infantil.
Es imprescindible y urgente aplicar con carácter global los hallazgos científicos y tecnologías que se han demostrado eficaces y que nos permiten ahorrar este bien natural, así como llevar a cabo su gestión de manera sostenible.
Ante este reto, la sociedad civil demanda que desde las empresas especialistas asumamos un papel de agente dinamizador e impulsemos el desarrollo sostenible global. En este sentido, también debemos poner al servicio de la sociedad nuestra capacidad de innovación y de generación de riqueza y empleo, y que estos recursos influyan directamente en los ciudadanos y el medio ambiente.
Las grandes empresas debemos apostar por la innovación, y ofrecer soluciones integrales, viables y sostenibles. Sólo desde la apuesta por la tecnología más avanzada, la gestión eficaz del conocimiento y el talento de nuestros profesionales se puede prestar un servicio de calidad que atienda las necesidades particulares sin poner en peligro los equilibrios globales.
Tenemos también la responsabilidad de dar a conocer estos principios en nuestro entorno más próximo, explicar el modelo de empresa responsable, que impulsa el dialogo permanente y sensible hacia el entorno. Y todo ello con sentido de comunidad y creación de valor.
Estamos hablando de un modelo de gestión sostenible basado en el desarrollo sostenible, un concepto que, desde la aplicación a la sociedad local, significa también la sostenibilidad de la sociedad global.
Y eso nos beneficia a todos.