El Día Internacional de las personas con discapacidad, que tiene lugar el 3 de diciembre cada año, es una buena oportunidad para reivindicar sus derechos y promover una sociedad inclusiva a todos los niveles.
En esta entrevista conversamos con Isabel Martínez Lozano, directora de Programas con Universidades y Fomento del Talento en la Fundación ONCE, quien analiza la situación en España y el papel que debemos jugar todos por una inclusión real y efectiva en nuestra sociedad.
Habla también de las becas ‘Oportunidad al talento‘, en las que Fundación Aquae colabora con la Fundación ONCE para ayudar a que personas con discapacidad acceden a niveles altos de desarrollo académico y profesional.
Casi todo el mundo se enfrenta a dificultades en un momento u otro de la vida. Pero para las personas con discapacidad, las barreras pueden ser más frecuentes y tener un mayor impacto. La Organización Mundial de la Salud (OMS) describe las barreras como algo más que obstáculos físicos y declara que está en todos nosotros el construir una sociedad inclusiva. Aquí está la definición de barreras de la OMS:
“Factores en el entorno de una persona que, a través de su ausencia o presencia, limitan el funcionamiento y crean discapacidad». Estos incluyen aspectos como:
- Un entorno físico que no es accesible.
- Falta de tecnología de asistencia relevante (dispositivos de asistencia, adaptación y rehabilitación).
- Actitudes negativas de las personas hacia la discapacidad.
- Servicios, sistemas y políticas inexistentes. Estos dificultan la participación de todas las personas con alguna condición de salud en todos los ámbitos de la vida.
A menudo, existen múltiples barreras que pueden hacer que sea extremadamente difícil o incluso imposible para las personas con discapacidades funcionar. Aquí se muestran algunas de las barreras más comunes. En numerosas ocasiones, se produce más de una barrera a la vez:
Barreas relacionadas con la actitud
Las barreras de actitud son las más básicas y conducen a otras barreras. Por ejemplo, algunas personas pueden no ser conscientes de que las dificultades para llegar o entrar en un lugar pueden limitar la participación de una persona con discapacidad en la vida cotidiana, y, por lo tanto, dificultan la promoción de una sociedad inclusiva.
Algunos ejemplos de barreras de actitud incluyen, por ejemplo, los estereotipos. Las personas a veces estereotipan a las personas con discapacidades. Asumen que su calidad de vida es mala o que no están sanos debido a sus discapacidades.
Estigma, prejuicio y discriminación: dentro de la sociedad, estas actitudes pueden provenir de las ideas de las personas relacionadas con la discapacidad. Las personas pueden ver la discapacidad como una tragedia personal. Como algo que debe curarse o prevenirse o como un castigo por una mala conducta. También es vista como una indicación de la falta de capacidad para comportarse como se esperaba en la sociedad.
Barreras de comunicación
Las barreras de comunicación las experimentan las personas que tienen discapacidades que afectan la audición, el habla, la lectura, la escritura o la comprensión. Además, utilizan formas de comunicación diferentes a las de las personas que no tienen estas discapacidades.
Entre los ejemplos, se incluyen mensajes escritos de promoción de la salud con barreras que impiden que las personas con discapacidad visual reciban el mensaje. Por ejemplo, la utilización de versiones de material en letra pequeña o sin letra grande. La no utilización de Braille ni versiones para personas que usan lectores de pantalla.
Los mensajes de salud auditiva pueden ser inaccesibles para las personas con discapacidad auditiva, incluyendo vídeos que no incluyen subtítulos. El uso de lenguaje técnico, oraciones largas y palabras con muchas sílabas puede ser una barrera significativa para la comprensión de las personas con impedimentos cognitivos.
Barreras sociales
Las barreras sociales están relacionadas con las condiciones en las que las personas nacen, crecen, viven, aprenden, trabajan y envejecen. También con los determinantes sociales de la salud, que pueden contribuir a una disminución del funcionamiento de las personas con discapacidad. A continuación, se muestran algunos ejemplos de barreras sociales:
Las personas con discapacidad tienen muchas menos probabilidades de tener empleo. En 2017, el 35,5% de las personas con discapacidad, de entre 18 y 64 años, estaban empleadas. El 76,5% de las personas sin discapacidad estaban empleadas, aproximadamente el doble que las personas con discapacidad.
Los adultos mayores de 18 años con discapacidades tienen menos probabilidades de haber completado la escuela secundaria en comparación con sus compañeros sin discapacidades (22,3% en comparación con 10,1%).
Las personas con discapacidades tienen más probabilidades de tener ingresos inferiores a $ 15.000 en comparación con las personas sin discapacidades (22,3% en comparación con 7,3%). Los niños con discapacidad tienen casi cuatro veces más probabilidades de sufrir violencia que los niños sin discapacidad.