¿Cómo se previene la generación de residuos?

La gestión de los residuos municipales afecta a todos los individuos que componen la sociedad, es decir, políticos, juristas, funcionariado… que intervienen en los procesos de toma de decisiones en esta materia, son también parte de la ciudadanía y, por tanto, parte del problema y de la solución.

El sistema de prevención en la generación de residuos, es el ámbito más importante de la pirámide de gestión (Reducir, Reutilizar, Reciclar, Valorizar y vertido) y se refiere especialmente a la reducción del impacto ambiental de los residuos y de los productos destinados a convertirse en residuos, en todo su ciclo de vida.

La pandemia ha provocado la generación de nuevos residuos como los guantes y las mascarillas

Los últimos datos del INE sobre generación de residuos en España son de antes de la COVID-19, alrededor de 22,5 millones de toneladas, de los cuales algo más del 51% iban al vertedero. En la situación actual y sin la actualización oficial de generación de residuos, sí se ha observado un descenso del consumo general y, por lo tanto, un descenso casi proporcional en la generación de residuos y que se estima entre un 15% y un 25% según las zonas.

Sin embargo, se ha observado igualmente un cambio en la tendencia respecto al consumo referido a materiales. El miedo a la pandemia ha hecho que los consumidores sean más cautos en cuanto a la salud y se ha vuelto a la compra de plásticos de un solo uso, bebidas embotelladas en plástico y generación de nuevos residuos tales como guantes de látex, mascarillas de distintas composiciones, etc., que, a causa de las medidas sanitarias, mezcladas con las basuras ordinarias, han ido a parar unos y otros a vertederos.

Una situación así es insostenible, por el derroche de materiales que no son recuperados y que hacen aun más insostenible nuestro futuro como planeta.

Gestión de residuos: ecodiseño e información al consumidor

La prevención en la generación de residuos tiene dos agentes fundamentales: el productor o fabricante y el consumidor.

El productor debe diseñar sus productos antes de fabricarlos de manera que genere el menor impacto posible en todo su ciclo de vida, es decir, aplicar lo que se denomina el “ecodiseño”, de manera que sus productos en la fase de diseño se desmaterialicen, sean reutilizables, fácilmente reparables y que los residuos que generen sean reciclables.

Una herramienta adecuada para certificar estos aspectos es la etiqueta ecológica europea, dado que constituye una fuente de información para los consumidores, pero habrá que extender su aplicación al máximo de productos y para ello no quedará más remedio que aumentar los fondos públicos (europeos y nacionales) destinados a este tipo de control y etiquetado.

Los consumidores, por su parte, al hilo de lo anterior, lo primero que necesitan es tener es información. En segundo lugar, tener disponibilidad y acceso a estos productos alternativos para poder decidir, reutilizarlos, repararlos, etc., es lo que se denomina el “empoderamiento del consumidor”. Los consumidores a su vez, tienen que cambiar sus pautas de consumo y se ha demostrado que se puede hacer de forma positiva o negativa, según se ha visto en este periodo de la Covid-19.

En necesario, por tanto, invertir en un cambio de producción y consumo más sostenibles basados en el derecho de las personas en el mercado. Estas estrategias preventivas pasan por:

1º. Proteger al consumidor. A través de mecanismos disponibles, como el asociacionismo o la compra colectiva y plataformas de intercambio, que pueden generar mayor equidad, peso de representación y compensación en los mercados.

2º. La sostenibilidad. Hacer una transición justa hacia una economía circular es imposible de lograr sin la confianza y el compromiso de los consumidores. La crisis actual no debería conducir al debilitamiento de la legislación existente para proteger y promover la sostenibilidad, ni a la demora de iniciativas futuras que se necesitan con urgencia en el sistema financiero, alimentación, movilidad y medidas de energías renovables de uso doméstico directo.

3º. Priorizar la salud. El acceso a medios de protección individual y colectivos, alimentos seguros, asequibles y agua potable, deben ser promovidos a través de inversiones a mayor escala en tecnologías limpias, para mejorar la calidad del aire y agua.

4º. Alimentación. Diversificación de las cadenas de suministro también puede ayudar a la resiliencia ante futuras interrupciones y para mantener el tejido empresarial de las PYMES y pequeños agricultores.

5º. Conectividad. Se debe hacer un esfuerzo coordinado para que la brecha digital de la población no se oponga a que esté conectada a una Internet abierta, asequible, de calidad y segura, y que las reglas de participación en este mercado protejan a los consumidores.