La savia bruta –compuesta por el agua y las sales minerales que las plantas recogen desde su raíz– tiene que llegar a las hojas para que éstas puedan realizar la fotosíntesis. Este fenómeno, conocido como capilaridad de los líquidos, será el protagonista de nuestro experimento científico, en el que aprenderás que las plantas pueden cambiar de color gracias al mismo fenómeno responsable de su desarrollo. ¡Es muy fácil!
Materiales
- Agua
- Colorante
- Un recipiente transparente
- Un apio
¿Cómo hacer que las plantas cambien de color?
- Vierte en el recipiente un poco de agua.
- A continuación, echa unas gotas del colorante.
- Corta la parte inferior del tallo del apio.
- Introdúcelo dentro del recipiente.
- Espera 24 horas.
- ¿Qué ha pasado? Las hojas del apio se han vuelto del color del colorante que habías disuelto en el agua. Este es uno de los efectos mágicos de la naturaleza.
¿Por qué ocurre esto?
Para entender por qué en nuestro experimento las hojas de la planta cambian de color, tenemos que entender cómo reciben el agua las plantas. Las plantas absorben agua y otras sustancias del suelo a través de la raíz. Dichas sustancias son transportadas hasta las hojas por unos vasos conductores gracias a la capilaridad. La capilaridad de los líquidos es un fenómeno físico que permite a un líquido ascender por vasos muy finos hasta una cierta altura. Por esa razón, el agua con colorante asciende por la planta y cambia el color de las hojas del apio.
La propiedad de la adhesión permite que se lleve a cabo la acción de la capilaridad. La capilaridad del agua es una propiedad que le permite ascender en contra de la gravedad a través de pequeños tubos o capilares. De esta manera, el agua sube por el tubo capilar gracias a que la capacidad de adhesión del agua en este caso es mayor que la fuerza intermolecular del agua, que genera una atracción entre las moléculas que la componen. En nuestro experimento vemos que el agua teñida de color llega a las hojas de las plantas, que cambian de color.
La capilaridad de los líquidos
La acción capilar es la capacidad de un líquido para fluir en espacios estrechos sin la ayuda de, o incluso en oposición a, fuerzas externas como la gravedad. El efecto se puede ver en muchas situaciones u objetos de la vida cotidiana. Desde la extracción de líquidos entre los pelos de una brocha, en un tubo delgado, en materiales porosos como papel y yeso, en algunos materiales no porosos como arena y fibra de carbono licuada, o en una célula biológica. En este experimento de las plantas que cambian de color has podido verlo en acción.
Existen numerosos ejemplos de la acción capilar de los líquidos. Si metes una servilleta en agua, verás que «mágicamente» sube por ella, desafiando aparentemente las leyes de la gravedad. En realidad se trata de la acción capilar, que hace que los líquidos trepen hacia arriba. Las moléculas de agua trepan por la servilleta y arrastran otras moléculas de agua consigo.
Las plantas y los árboles no podrían crecer o desarrollarse sin la acción capilar. Las plantas echan raíces en el suelo que son capaces de transportar agua desde el suelo hasta la planta. El agua, que contiene nutrientes disueltos, llegas hasta las raíces y comienza a trepar por el tejido vegetal. La acción capilar ayuda a llevar agua a las raíces. Pero la acción capilar sólo puede hacer trepar las moléculas del líquido hasta un punto determinado. Después de alcanzar este límite, los líquidos no pueden vencer la gravedad. Para que el agua llegue a todas las ramas y hojas, las fuerzas de adhesión y cohesión actúan en el xilema de la planta para mover el agua hasta la hoja más alejada.