En el año 1987 se publicó el llamado informe Brundtland, que introduciría un concepto que acabaría transformando gobiernos, empresas y ciudadanos por igual. Gro Harlem Brundtland habla en el informe del concepto de desarrollo sostenible, que se presenta como un nuevo paradigma para el crecimiento económico, la igualdad social y la sostenibilidad medioambiental.
Evolución tras el informe Brundland
El informe Brundtland creía en un desarrollo sostenible arraigado en estos tres pilares fundamentales. Desde su introducción, la sociedad ha ido viendo cómo el desarrollo sostenible se ha ido volviendo cada vez más visible. Afortunadamente, existe una comprensión más profunda de los desafíos que plantea la era post-industrial en la que vivimos. Hoy es más fácil que nunca que cada persona elija cómo quiere contribuir a su futuro.
Como cuenta Gro Harlem Brundtland en su entrevista, el Panel de Alto Nivel sobre Sostenibilidad Global se crea precisamente para subrayar la importancia de una unión entre naciones en pos del desarrollo sostenible. Se pretende hacer más tangible el coste de implementar políticas que permitan un crecimiento sostenible pero también el coste de no hacerlo.
A grandes rasgos, este panel de la ONU busca crear un impacto persiguiendo los siguientes objetivos: erradicar la pobreza, reducir la desigualdad y hacer que el crecimiento sea inclusivo y que la producción y el consumo sean más sostenibles. En todo ello, el objetivo último es también luchar contra el cambio climático.
Progreso hacia el desarrollo sostenible
Si hay alguien que sabe que el desarrollo sostenible no es un destino de llegada sino un proceso de aprendizaje y adaptación, esa persona es Gro Harlem Brundtland, la madre del concepto. Un crecimiento sostenible implica reconocer, comprender y actuar sobre las interconexiones que existen entre la economía, la sociedad y el entorno natural.
Desde la publicación del informe Brundtland se han conseguido muchas cosas en torno al desarrollo sostenible. Pero los logros no han sido ni lo suficientemente rápidos ni profundos. Por esta razón, la necesidad de emprender acciones de gran alcance es hoy más acuciante que nunca.
Por fortuna, la preocupación por contribuir al desarrollo sostenible con aras de frenar el calentamiento global ha crecido mucho desde que Brundtland alertara sobre el agotamiento de los recursos, la contaminación ambiental y la desigualdad de la riqueza. Sin embargo, la mayoría de los países en desarrollo siguen aún estancados en condiciones ambientales y de salud que son inaceptables. Por su parte, la sociedad desarrollado sigue impulsando un crecimiento económico que resulta completamente insostenible en el plano medioambiental.
Un reto sin precedentes
Estamos ante un gran reto social y medioambiental en el que los grandes actores tienen más poder que nunca por revertir la crisis ambiental que vivimos. Esto implicaría hacer cambios profundos en los patrones actuales de producción y consumo. El mundo se enfrenta, además, a una la creciente desigualdad y escasez de recursos generalizada provocada por la sobreexplotación y el crecimiento demográfico. En este contexto, la innovación, el crecimiento verde y la creación de políticas urbanísticas y socioeconómicas comprometidas es vital.
Las naciones de todo el mundo deben revisar su estrategia para identificar aquellas prácticas que resultan insostenibles para la sociedad y el planeta. Ante estos retos, surge la necesidad de trazar un plan de compromiso con el cambio coordinado entre los diferentes países.
En el caso de la Unión Europea, el desarrollo sostenible que definió Brundtland en 1987 impregna muchas de sus políticas (incluido el comercio y el desarrollo). Ahora es la responsabilidad de cada nación de cumplir con un plan de desarrollo compatible con los desafíos globales a los que nos enfrentamos. Como afirma la ex-ministra noruega Gro Harlem Brundtland, una economía verde es posible.