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El pecio, un auténtico arrecife artificial

14 de Enero de 2016
Los pecios que existen repartidos por las aguas someras de los archipiélagos de la Macaronesia, son como arrecifes involuntarios, mudos testimonios de tragedias de un pasado remoto o más reciente; donde el silencio que hoy los envuelve, hace más patente el eco de las voces angustiadas que vieron naufragar su embarcación, cuando no sus propias vidas.

Tumba de ilusiones y esperanzas para unos, refugio hoy de vida para otros.

Secrets of Macaronesia IX from Rafa Herrero Massieu on Vimeo.

Los restos desmantelados de los barcos son bien acogidos por los habitantes del mar que no dejan un palmo de superficie por recubrir, ni camarote o recoveco por explorar.

Hay algo de emoción y nostalgia en recorrer lo que fue la cubierta de una orgullosa nave, antaño transitada por marineros o el pasaje… hoy rodeada de miles de besugos y roncadores, que al igual que los monos de Ankor, son los fieles cuidadores de estas ruinas.

Los pecios nos ofrecen el sutil encanto de toda ruina de la grandeza del hombre, con historias ocultas y secretos aún por desvelar. Y todo ello aderezado por la variedad de formas marinas que lo han adoptado como nuevo hogar. Aunque resulte irónico, hay más vida en ellos hoy, que cuando estaban a flote.

Este pequeño barco de cabotaje de 28 metros de eslora, 5,80 metros de manga, con un tonelaje bruto de 142 toneladas y casco de acero, El Plasencia, naufragó el 11 de abril de 1962, cuando era remolcado hacia el puerto de Las Palmas, tras haber encallado horas antes en la costa próxima del Castillo del Romeral, proveniente de Villa Cisneros.

Yace sobre un fondo de arena organógena, a 34 metros de profundidad, en posición de navegación. Producto de las fuertes corrientes en la zona, su casco se halla parcialmente enterrado en el lecho marino. La estructura de la embarcación se halla bastante deteriorada por la acción marina, aunque conserva toda su estructura.

El casco se halla tapizado por algas, esponjas y ascidias en la cubierta exterior. Dentro de la cubierta superior de popa, bastante desmantelada por la corrosión, se pueden observar especies más esciáfilas o propias de fondos más profundos (ej.: Parerythropodium coralloides), diversas especies de cnidarios, destacando la colonias de coral negro (Antipathella wollastoni), acompañado de zoantideos coloniales, como Gerardia macaronésica y anémonas gigantes como Telmatactis cricoides.

En cuanto a la comunidad de peces, el pecio constituye un auténtico arrecife artificial, un lugar de referencia en el homogéneo fondo arenoso, tanto para especies bentónicas, como de pelágicos costeros. Destaca el denso y muy numeroso cardumen de besuguitos (Pagellus acarne) y roncadores (Pomadasys incisus), que se reúne y refugia al resguardo del barco, pululando por las inmediaciones y la cubierta. Sobre el pecio, un denso cardumen de grandes bicudas (Sphyraena viridensis) puebla la columna de agua, siempre atentas al descuido de un pequeño pez.

Gran Canaria (Octubre de 2014)

ACERCA DEL AUTOR

Rafa Herrero Massieu
Buceador profesional, realizador y cámara submarino. Director desde 1994 de Aquawork, empresa especializada en documentales submarinos.