Desde la Singularity University clasifican esos grandes desafíos en nueve bloques: educación, energía, medio ambiente, comida, salud, pobreza, seguridad, agua y espacio, para los que aportaron soluciones innovadoras –o disruptivas, término que parece que es la palabra más fashion en el mundo de la emprendeduría– desde un planteamiento ‘thing big’ made in USA: aunando un impresionante nivel tecnológico con una gran ambición y un inmenso idealismo que a veces parece rozar un punto de vista algo naïf.
Para ellos, hay soluciones para todos los retos a lo que nos enfrentamos, todas ellas vinculadas a tres factores que se retroalimentan, generando un increíble despliegue de proyectos, muchos de los cuales anteayer nos hubieran parecido ciencia ficción. El primero: grandes cambios tecnológicos están irrumpiendo en nuestras vidas de forma irreversible y a gran velocidad. Todo va tan rápido que casi no da tiempo ni a contarlo. El segundo: el mundo es cada vez más un lugar más interconectado. Si en 1995 solo el 1% de la población tenía conexión a Internet, hoy son ya 2.925 millones (el 40%) y en 2020 se calcula que lo estarán 5.000 millones. Tres: la tecnología es cada vez más barata y de más fácil acceso.
Como dijo uno de los ponentes, el egipcio Ramez Naam, el recurso más inagotable que poseemos es el de las ideas.
Quizá el planeta sea un lugar finito, pero no la capacidad de nuestra mente para encontrar la manera óptima de habitarlo. Me quedé con la duda, sin embargo, de saber cómo va a poder transferirse todo ese conocimiento high tech a la ciudadanía, a los gobernantes y a los poderes fácticos. Cómo van a poder hacerse realidad tantísimas grandes ideas. Porque la mejora de la empatía y, en general, de la condición humana, no es un tema que por el momento trabajen en Silicon Valley.
Algunas de las ideas testadas en la SU:
Educación: Iniciativas para que la educación puntera y gratuita esté cada vez más al alcance de todos:
Coursera, Udacity, War Child, Open University of West Africa, Khan Academy…
Energía: La electricidad abundante y barata está al alcance de la mano. Las superredes repartirán energía por el mundo y las personas generarán y almacenarán energía en sus hogares.
Alimentación: Fabricar comida –o imprimirla- a partir de tejidos animales, un proyecto de Modern Meadow abre la puerta a un sinfín de posibilidades para alimentar a una población creciente. Como también producir productos lácticos, los de Muufri, sin la necesidad de una vaca o fabricar alimentos altamente proteicos solo con plantas (Beyond Meat). Otras propuestas son las granjas verticales, o la tecnología aplicada al aumento de la producción del suelo: drones para sembrar, micro robots polinizadores…
Salud: Los avances en medicina son asombrosos. Sobre todo los vinculados a la ingeniería genética. Tijeras para cortar el virus del HIV, un proyecto del Salk Institute, reparaciones genéticas, simples test para detectar el cáncer como los que ofrece Miroculus, fármacos personalizados, vacunas que no necesitan refrigeración, de Curevac, desactivación de genes… La impresión de órganos complejos en 3D también está en la mira de muchas investigaciones disruptivas.
Pobreza: El mapa de la pobreza de Ramez Naan evidencia como ésta se concentra en los lugares de alta insolación, que podrían convertirse en productores de energía solar en un mundo interconectado energéticamente. En paralelo, la creciente conectividad será una herramienta clave para disminuir el colosal abismo entre las distintas sociedades del planeta.
Seguridad: La tecnología ofrece multitud de herramientas que pueden tanto acelerar el progreso como facilitar nuevas formas de delinquir. Impresión 3D de armas, piratería de datos, ataques a la privacidad de las personas, drones asesinos… Los explica muy bien Mark Goodman del Instituto de Crímenes Futuros de la SU.
Agua y medio ambiente: El agua dulce es un bien escaso en la Tierra. Conseguir que la desalinización de agua de mar sea un proceso barato es posible con energías renovables. También lo es conseguir tecnologías para depurar aguas contaminadas, como propone el plasma purificador de agua de Alfredo Zollezi, del Centro de Innovación Avanzada de Chile capaz de convertir 35 litros de agua contaminada en potable en cinco minutos y a un coste bajísimo.
Espacio: Hasta hoy el espacio era un lugar donde solo accedían las entidades gubernamentales, pero gracias a los minisatélites de bajo coste ideados por Satellogic, muchos son los que podrán poner en órbita sus propios nanosatélites para observar la Tierra en tiempo real, lo que ofrece un nuevo mundo de aplicaciones. Es la democratización del espacio.