Campus logo
Aquae

Los beneficios de los árboles en las ciudades

El cambio climático va a obligar a las ciudades a adaptarse para combatir sus efectos. Y cuanto antes se lleven a cabo estas transformaciones mejor, porque las primeras consecuencias ya se están dejando sentir. Un ejemplo es el aumento constante de las temperaturas. Una de las fórmulas más efectivas para paliar las consecuencias de ese incremento en las grandes urbes se encuentra al alcance de la mano y no es otra que sustituir el asfalto por árboles.

 

Las grandes ciudades son responsables de hasta el 75% de la producción de dióxido de carbono en el mundo: uno de los grandes culpables del cambio climático. En línea con conseguir que las ciudades sean más acogedoras para sus habitantes, pero también más sostenibles, una de las propuestas invita a lograr una urbe lo más verde posible. Algo que principalmente se consigue plantando árboles. Porque los árboles más allá de ser capaces de absorber hasta 150 kilos de CO2 al año, también mejoran nuestra percepción de la ciudad, haciendo que sea más confortable y agradable.

En la siguiente infografía hemos plasmado algunos de los beneficios que los árboles pueden aportar a nuestras ciudades:

  • La colocación estratégica en zonas urbanas puede llegar a bajar la temperatura del aire entre 2º y 8º, ya que suavizan las condiciones climáticas del entorno, reduciendo la temperatura y protegiendo de la radiación directa del sol, minimizando así los efectos del calor urbano.
  • Colocados cerca de los edificios reducen las necesidades de aire acondicionado un 30% y ahorran entre un 20% y un 50% de calefacción. Los árboles pueden enfriar también los edificios, especialmente cuando se plantan al este o al oeste, ya que su sombra evita que la radiación solar penetre en las ventanas o caliente las paredes externas.
  • Son excelentes filtros para los contaminantes urbanos, puesto que los árboles limpian el aire eliminando contaminantes atmosféricos emitidos por el tráfico y la industria, como el ozono, el monóxido de carbono o el dióxido de azufre. Por otro lado producen oxígeno y almacenan dentro de sus tejidos el dióxido de carbono.
  • Proporcionan hábitat, alimentos y protección a las plantas y animales aumentando la biodiversidad urbana.
  • Los árboles maduros regulan el flujo del agua y mejoran su calidad. Por ejemplo, un árbol de hoja perenne maduro puede interceptar más de 15 000 litros de agua por año.
  • Proporcionan alimentos como frutas, frutos secos y hojas, de los que nos podemos aprovechar para nuestro día a día.
  • La leña se puede usar para cocinar y calentar, algo que se lleva haciendo desde el inicio de los tiempos.
  • Su cercanía mejora la salud física y mental, a la vez que descienden la presión arterial y el estrés, y ya se ha comprobado que los espacios verdes, al igual que los azules, aportan múltiples beneficios físicos.
  • El paisajismo puede incrementar el valor de un inmueble un 20%, ya que la vegetación embellece la ciudad aumentando el atractivo y mejorando, por tanto, el potencial comercial, así como el valor de las viviendas.

Pero los árboles también pueden ayudar a abordar un problema que hemos empezado a escuchar con asiduidad en las últimas fechas como son las islas de calor urbano. En las ciudades, las superficies duras y oscuras como el asfalto o el cemento absorben casi toda la radiación de onda corta proveniente del sol, alcanzando temperaturas de entre 40ºC y 60ºC. No solo eso, además durante el día almacenan la energía que luego liberarán lentamente durante la noche, calentando de nuevo el ambiente y evitando al mismo tiempo que este se enfríe.

El efecto isla de calor no es un fenómeno nuevo, sino que está documentado desde hace siglos. En 1817, Luke Howard descubrió diferencias térmicas en el centro urbano de Londres, en donde se registraban temperaturas más altas que en los campos de los alrededores. Concretamente, Howard determinó que existía una diferencia térmica de 2,2° grados centígrados durante la noche, mientras que durante el día la diferencia de temperatura era mucho menor.

Sin embargo, el hecho de ubicar árboles a lo largo y ancho de las ciudades ayuda a reducir este proceso, ya que interceptan la radiación antes de que llegue al suelo y utilizan la energía para realizar la evapotranspiración, algo que ocurre cuando los rayos del sol golpean las copas de los árboles, haciendo que el agua se evapore de sus hojas. Esto los enfría, al igual que la sudoración refresca nuestra piel, y reduce así la cantidad de energía que queda libre para calentar el aire.

Por lo tanto y considerando que la población urbana mundial está creciendo rápidamente en una tendencia que se mantendrá en los próximos años, plantar árboles hoy será clave para las generaciones futuras.