Troll A: un coloso anclado bajo el mar
Desde que a finales del siglo XIX se descubriera que el petróleo y el gas también pueden extraerse de pozos situados bajo el mar, el ser humano no ha cesado de diseñar estructuras cada vez más grandes y complejas para hacerse con esos yacimientos. La plataforma de extracción de gas natural Troll A, situada en la costa noruega, es la mayor y más pesada que jamás se ha construido. Mide 472 metros de alto –de los que 300 se encuentran situados bajo el mar– y pesa más de un millón de toneladas, contando el lastre. Dado que se construyó a más de 200 km de su ubicación actual, está considerado como el objeto más grande que jamás ha sido movido de lugar por el ser humano.
Su construcción data de mediados de los años noventa y costó casi medio millón de euros. Aunque inicialmente debía albergar también toda la maquinaria necesaria para el procesamiento del gas, ésta fue finalmente situada en una planta cerca de la costa. En la plataforma viven de forma permanente medio centenar de personas y, curiosamente, funciona con electricidad generada en tierra firme. Su vida estimada es de 70 años.
La base, anclada 35 metros bajo el fondo del mar, es una estructura de acero corrugado sobre la que descansan pesados tanques de hormigón armado. Encima de la misma se levantan cuatro patas huecas cilíndricas, construidas también de acero y de un hormigón especial, tan resistente como flexible. Dentro de estas patas existen ascensores para subir y bajar al lecho oceánico –el viaje hasta la parte inferior de la estructura, necesario para hacer revisiones y el mantenimiento de la misma, dura la friolera de nueve minutos–.
Las paredes de dichas patas tienen casi dos metros de grosor. Para la construcción de esta estructura se empleó un complejo sistema de hormigonado llamado vertido continuo, en lugar del tradicional en tongadas, que multiplica la solidez del material para resistir la acción del viento y olas de hasta 30 metros, y sobre todo la presión debajo del agua. Las patas están sujetas a la base mediante un sistema de anclaje al vacío y entre sí con un anillo de refuerzo.
Un montaje en alta mar preciso y complejo
A finales del siglo XX, la construcción de la plataforma se consideró un hito de la ingeniería moderna. Moverla a su destino fue otra proeza.
La base y la plataforma se construyeron por separado y después fueron transportadas a unos 80 km de la costa por diez remolcadores controlados por ordenador. Allí fueron acopladas. Para que la estructura no se hundiese durante el traslado, la linea de flotación tuvo que alinearse con el centro de gravedad, lo que se logró usando tanques de aires. Llegados al punto de extracción, en un viaje que duró una semana, primero se sumergió un poco la base hasta situarla en la posición requerida y, seguidamente, se acoplaron las patas. Dada la dificultad que existe de mover y ensamblar piezas de ese gigantesco tamaño, la tarea resultó extraordinariamente compleja –tuvieron que emplearse de forma simultánea gran cantidad de sensores– y tardó varios días en ser completada.