Desde hace siglos, el ser humano ha tendido a ver el mar como un medio que suministra alimento. Pero nuestros mares y océanos son mucho más que eso. En ellos se esconde multitud de especies y ecosistemas imprescindibles para la supervivencia del planeta por lo que su protección supone asegurar el futuro de sus habitantes. Por esta razón, en 2007 se creo las Áreas Marinas Protegidas (AMP), una figura esencial para cuidar la fauna y la flora amenazadas por los efectos del cambio climático.
Dado el gran impacto que ejercen las acciones del ser humano sobre el medio ambiente, proteger mares y océanos es cosa nuestra. En este contexto, nace este término de Áreas Marinas Protegidas, una distinción que garantiza la protección de los mares y océanos más vulnerables a la acidificación del océano, las olas de calor y la contaminación.
Una de las principales amenazas de los mares y océanos es el calentamiento global, una de las grandes consecuencias de la crisis climática. La subida global de temperatura puede afectar los niveles del mar, las costas, la acidificación de los océanos, las corrientes oceánicas, el agua de mar, las temperaturas de la superficie del mar, las mareas, el fondo marino, el clima y desencadenar varios cambios en la biogeoquímica del océano. Todos estos son factores que incidirían directamente sobre el buen funcionamiento de los ecosistemas, y también de la sociedad.
Las Áreas Marinas Protegidas (AMP) son zonas de tierra y/o mar especialmente dedicadas a la protección y el mantenimiento de la diversidad biológica y de los recursos naturales, culturales y económicos asociados, y que son gestionadas legalmente o por otros medios eficaces.
Existe una variedad de definiciones formales de las áreas marinas protegidas. Por ejemplo, la más utilizada es la de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Para la UICN, una área marina protegida se define como «un espacio geográfico claramente definido, reconocido, dedicado y administrado, a través de medios legales u otros medios efectivos, para lograr la conservación a largo plazo de la naturaleza con los servicios del ecosistema y los valores culturales asociados».
Son mares, océanos, lagos y estuarios que cuentan con medidas especiales de preservación. En términos generales, se restringe o limita en ellas la actividad humana para garantizar su conservación y proteger todos sus recursos.
La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), establece tres tipos de Áreas Marinas Protegidas:
Las Áreas Marinas Protegidas tratan de salvaguardar los entornos en base a una serie de valores establecidos en la legislación. Estos van desde la conservación, la presencia de especies o la importancia científica hasta los valores culturales, los recreacionales o los usos tradicionales de la zona.
La cobertura global de las Áreas Marinas Protegidas es del 7,43% y se pueden dividir entre aquellas que pertenecen a una jurisdicción nacional (Aguas Nacionales) y aquellas que se encuentran en aguas internacionales.
Las 16.924 Áreas Marinas Protegidas existentes ocupan un total de 26.927.425 km². Las diez principales por su tamaño del mundo son:
El establecimiento de redes de AMP es clave para mantener la resiliencia al cambio climático. Por ejemplo, por los siguientes motivos:
Las Áreas Marinas Protegidas ayudan a mantener y restaurar la salud de los ecosistemas océanos y costeros. Proteger el océano de una manera sostenible es una de las mejores opciones para preservar la abundancia de recursos que el ser humano toma de ellos.
Por eso las AMP son esenciales para la sostenibilidad del planeta y ofrecen diferentes beneficios: