Solo basta observar las grandes masas de hielo que hay en la Antártida para afirmar que el hielo flota en el agua. Pero no podemos hacer esta afirmación de manera categórica. La cuestión está en analizar la densidad de los elementos. En este sentido, hay tipos de hielo que tienen una mayor densidad que el agua líquida. Esto significa que el hielo también se hunde en el agua. En este artículo veremos por qué.
Por ejemplo, el hielo más común se llama hielo Ih, que es un hielo que no se hunde. Este tipo de hielo flota en el agua porque su densidad (0,902 kg/m³) es menor a la del agua líquida (1.000 kg/m³). El agua se cristaliza y se convierte el hielo cuando las temperaturas descienden hasta llegar los 0ºC. Así, cuando las temperaturas suben por encima de ese umbral, el hielo se derrite y se vuelve a convertir en agua.
El hecho de que el hielo flote permite que haya vida marina debajo de estas placas de hielo gigantes. Permite que los animales que están en su superficie puedan vivir y permite que el hielo se descongele por el efecto del sol, vuelva al agua y se evapore en un ciclo continuo.
Dicho esto, existen diferentes tipos de hielo en función de su densidad. Se consigue una mayor densidad cuando las moléculas que componen el agua son sometidas a diferentes niveles de presión. Cuando la presión incrementa, las partículas quedan más comprimidas y, con ello, la densidad del agua aumenta.
Observamos que existen diferentes tipos de hielo, que se crean en función de la temperatura o la presión atmosférica a que son expuestos.
Vemos por lo tanto que el hielo flota, sí, pero el hielo también se hunde en el agua.